Opinión

La ablación del ciclismo de larga distancia

Como gusta decir Sergio Fernández Yustos en la cabecera de HC Wanders, en 1903 se celebró la primera edición de lo que ayer, hoy y mañana conoceremos como Tour de Francia. Aquel 1 de julio París se engalanó para despedir a sus sesenta héroes, que dejaban las orillas del río Sena para dirigirse a las del Saona y el Ródano, cuyas aguas confluyen exactamente al sur de la ciudad de Lyon. 467 kilómetros de aventura que hoy en día serían impensables. Carreteras de tierra, bicicletas que pesaban más que el ciclista, ayudas inexistentes, el ciclismo de la época, que era más una aventura que una competición como las de ahora. Más de ciento veinte años más tarde, las carreteras han sido cubiertas con capas de asfalto que facilitan incluso el drenado de la lluvia. Las bicicletas dejaron atrás materiales tan básicos con la óptica de hoy para aliarse (y alearse) con otros que facilitan más la velocidad, la eficiencia en el esfuerzo. Los hoteles son mejores, los avituallamientos también. La asistencia en carrera está más atenta de las incidencias que puedan ir surgiendo, al igual que los métodos de entrenamiento y las tecnologías, mezcladas con todo lo anterior, como elementos facilitadores de un rendimiento más óptimo.

Los ciclistas son profesionales, pueden dedicar su vida a su pasión, que es supuestamente dar pedales en su bicicleta. Son todos los que son, pero no todos los que están, eso está claro. Los que llegan son unos privilegiados. Los que se quedan por el camino, mera circunstancia en una carrera previa de obstáculos cual programa de modalidad wipe out en cualquiera de sus versiones. Llegar es en sí un triunfo que jamás contará en el palmarés. La paradoja del ciclismo actual es que las cicloturistas han terminado por ser más largas que las etapas de los profesionales. Ciclistas que se dedican a otras profesiones y eligen también dedicar sus horas de ocio o descanso al ciclismo, a entrenar, a salir con un objetivo en mente como lo es rendir en la marcha o carrera de cualquier categoría que no es precisamente profesional, sino que además normalmente cuesta cuanto menos una inscripción, si no también el viaje y la estancia. Más la molestia de saber que el lunes toca volver a madrugar y luchar por otra faceta de tu vida, una especie de Superman de fin de semana y volando por cuestas a pedales.

El pelotón rueda por las colinas de la Lieja-Bastogne-Lieja © ASO / Gamovieux

Cuando analizas desde este punto de perspectiva, te preguntas qué ha podido pasar para que el ciclismo profesional haya evolucionado hasta este punto. Carreras como el Tour o la Vuelta han apostado claramente desde hace algún tiempo por las etapas cortas. Aquellas jornadas maratonianas que nos hacían cancelar planes o ponernos casualmente malos para pasarnos el día pegados al televisor han pasado a mejor vida. En el Giro y las clásicas queda todavía algún reducto de aquello, pero el Giro nos coge en mayo, que no es mes de vacaciones, y por alguna extraña razón en la ronda transalpina durante los últimos años se ha evitado ubicar estas jornadas en fin de semana. Las clásicas suelen ser sábado o domingo, dependiendo de quién las organice. Se cree que los ciclistas que las terminan lo hacen todavía con pulso y en una grandísima mayoría sin necesidad de pisar un hospital.

Hablábamos de lo desdibujado que es el Tour de Francia 2023 con respecto a lo que una gran vuelta ha supuesto durante la historia de este deporte. No todos los ciclistas tienen capacidad para resistir un esfuerzo continuado durante tres semanas. Tampoco nos dejemos llevar por la demagogia barata, ya que en la actualidad los esfuerzos de tres semanas son relativos y afectan a los corredores que están en disputa de la clasificación general. El resto, en muchos casos, sube coronas, forman grupo y se dejan ir. Y es normal, en esa etapa tienen poco que ganar y sí mucho que perder en forma de fuerzas. Esto en la actualidad. Se aduce una cuestionable estrategia para buscar la intensidad como motivo principal para esta reducción. Los tiempos televisivos, la evolución de la sociedad hacia los formatos más cortos, etc.

Si yo me siento delante de la televisión a ver una etapa de tres horas y viésemos batalla tras batalla que nos mantuviese despiertos y sin siesta, todavía tendría un pase. Ni una cosa, ni la otra. También se recurría a la demagogia y al dopaje como motivo categórico para reducir el kilometraje de las etapas. A lo que las contestaciones son claras: ¿no han dado positivo deportistas de tan sólo 100 metros de esfuerzo? El dopaje no es para resistir ciertos esfuerzos, es para ganar al ciclista de al lado. Creo que es algo generalmente aceptado como de sentido común. El dopaje es una lacra, nadie se va a sentar delante del televisor a ver a presuntos sospechosos dar pedales. El engaño, la mentira. Lacras de la evolución de una raza con tantas posibilidades como la humana. Como un capítulo de un culebrón donde entre tejemanejes y pequeñas disputas se pasa la vida.

Presentación oficial del Tour de Francia 2023 © ASO / Etienne Coudret

Casualmente los casos de dopaje se han dejado de escuchar también en esta deriva donde se hace eco en el antiguo ciclismo, del que sí se anuncian muestras reanalizadas. Es curioso que incluso los casos más sonados por presuntos positivos sea el de Nairo Quintana, al que al final de lo que se le acusa es de una trampa, sí, pero de un analgésico. Crucifixión. Se sale del carril, no es políticamente correcto ir con quien se enfrenta a las normas. Aunque el colombiano no está sancionado, a ver cómo encuentra equipo ahora. Unas normas que presuntamente no se ha saltado Bahrain-Victorious, o al menos no ha trascendido que lo hayan hecho, mucho menos como equipo. Sin embargo, según recogen ciertos medios, han sido investigados por sospechas de dopaje. ¿Por qué? Si no hay indicios ni positivos ni sucede nada de nada con el dopaje en la actualidad. ¿No? ¿Por qué la Europol -policía europea- es quien investiga todo esto?

Si el dopaje es una de las razones para evitar las etapas maratonianas, que no dudo sean discutibles en fondo y forma, ¿qué sucedería si el dopaje siguiese existiendo? ¿Habría que seguir recortando las etapas hasta bajar del centenar de kilómetros? ¿Es esto una operación para igualar en el futuro los kilometrajes del ciclismo masculino y del femenino y seguir con esta operación demagógica en la que hemos convertido nuestro espacio vital? ¿O acaso es una estrategia para bajar costes de producción? Mientras tanto, se reducen los kilometrajes, se maltratan las contrarrelojes, etc. y lo que sigue sin aplicarse con un criterio regulador es el límite del fuera de control. Si las etapas son más cortas y con ello se busca la intensidad, ¿qué tendría de malo bajar los márgenes para que así del primero al último diesen todo lo que llevan dentro en cada etapa? ¿No se trata de eso una vuelta por etapas? Se trataba, perdón.

Imagen de la Tro Bro Leon 2022 © ASO / Jonathan Biche

Mientras tanto, los cicloturistas publican rutas que superan los 150 kilómetros y varios puertos de montaña. Con bicicletas que en algún caso serán casi tecnología de la NASA, pero en la gran mayoría corresponderán a una décima parte de la gama que disfruta un ciclista profesional. Simplemente y por dejarlo claro. Nadie está pidiendo etapas de 467 kilómetros, ni siquiera de 300 ni de 250. ¿Está prohibido llegar a la cifra 200 por una maniobra de marketing como sucede con los precios 99,9? ¿Tan dañino sería incluir en las grandes vueltas una o dos etapas de montaña a la antigua usanza? “Para que descansen en la carretera, que lo hagan en sus hoteles”, Enrique Franco, año 2000. El ciclismo es un deporte de fondo. Y es un deporte muy duro, de los más duros que existen. Pero si lo desnaturalizamos de esta forma, vamos a acabar viendo absurdos como el equivalente al levantamiento de peso de halterofilia en el que en lugar de mancuernas se levanten bolsas de patatas fritas. Total… O partidos de fútbol de 15 minutos, ya que las prórrogas son lo más visto de los partidos por índices de audiencia. Emoción, rápido, te lo pierdes. ¿Reducimos la París-Roubaix a los 100 kilómetros últimos que son los que incluyen los tramos de pavé?

Si alguien ve natural a dos personas una en frente una de la otra comunicándose a través de una pantallita, ¿por qué no ver como natural todos estos cambios que están cambiando la naturaleza del ciclismo de competición? Y todavía nos explicamos por qué la gente se baja de esto…

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: ASO / Pauline Ballet

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