Opinión Equipos

La deriva de Movistar

Escasos días hace que se ha conocido la noticia de la salida del ciclista Marc Soler de Movistar con destino hacia la escuadra UAE. Las causas de esta salida, y las (sólo previsibles) consecuencias que va a conllevar este fichaje de Soler por el equipo asiático, darían ya por sí solas para un artículo. Y no precisamente corto. Pero no será el objeto de éste. Hoy nos centraremos en qué supone para el único equipo español hasta hoy del World Tour el que el corredor catalán salga de él.

Sorpresa ha causado. Pero no tanta. El efecto sorpresa proviene de lo inesperado de la noticia. Que a 8 de agosto, cuando aún falta por disputarse la Vuelta a España y otras carreras, se entere uno de que Soler ya no va a seguir, pues causa ese efecto sorpresa. Pero sólo por lo temprano de la fecha. Porque cuando uno se imagina, porque no puede llegar a más, la relación que pueden mantener ahora mismo los técnicos de Movistar y el ciclista, el efecto sorpresa desaparece y pasa a convertirse en una simple y lógica consecuencia.

Tampoco es objeto de este artículo el hacer una recopilación exhaustiva de cómo desde hace unos seis o siete años el nivel deportivo de la escuadra azul va progresiva e inexorablemente deteriorándose. A estas alturas, pocos aficionados no serán conscientes de este hecho. Sería extenderse demasiado el rememorar todo lo que ha sucedido para llegar a esta situación.

La salida de Marc Soler supone, dentro de esta deriva, un salto tanto cuantitativo como cualitativo. Respecto a lo cuantitativo, pues Soler representa uno más de todos los buenos ciclistas que han salido de Movistar, por las razones que fuera. Forma parte (o formaba) de la “clase media” o el fondo de armario que confería a Movistar ese carácter de equipo de gran calidad. Así como hoy hablamos de Soler, habría que recordar a los Amador, Castroviejo, los hermanos Izagirre, los Herrada… y tantos otros. Habría que preguntarse, ya a estas alturas del artículo, el por qué de tantas salidas de ciclistas de enorme calidad. Además, no siendo sustituídos, ni en fichajes a otros equipos ni en cuanto a jóvenes valores provenientes de su cantera (Lizarte mayormente), por corredores de similar talento. Excepción hecha, en este último término, respecto a Richard Carapaz (que acabó marchándose) y de Supermán López y Enric Mas en el primero. Y hablando además en términos generales, sin entrar en casos particulares.

Y en el aspecto cualitativo, la salida de Soler no es la salida de un cualquiera. Porque a Marc se nos vendió, durante un tiempo, como la futura gran estrella de Movistar cara a las grandes rondas por etapas. Y con algunas connotaciones, tímidas, similares a las de Miguel Induráin, sobre todo tras su victoria en la París-Niza de 2018, a la hora de vendernos el futuro del ciclista catalán.

De sobra han sido conocidos los desencuentros de Soler con sus técnicos, retransmitidos ya no sólo en directo, sino incluso en series de Netflix.

Pero el meollo de la cuestión no es si Soler sale o no de Movistar. Para quien escribe, el meollo es la falta de ilusión que transmite ese único equipo español del World Tour.

No parece que haya muchos ciclistas ni nacionales ni extranjeros de acreditado nivel ciclista mundial que muestren interés en pertenecer al equipo Movistar.

Parece, además, que a los dirigentes de la multinacional (no hablo del staff técnico con responsabilidades en la gestión exclusivamente deportiva) les importase un bledo los resultados deportivos del equipo. Que no existiese una mínima relación directa entre resultado deportivo y publicidad de la multinacional. Da la impresión que la inversión de la multinacional en el equipo deportivo renta independientemente de los resultados deportivos y la imagen que transmite el equipo en la carretera.

Que, por ejemplo, la empresa Movistar utilizase a Enric Mas y a Alejandro Valverde como banderín de enganche para el gran público español. Para grandes eventos como el Tour y la Vuelta a España. Y con eso sólo le bastase para sus objetivos de marketing.

Pero a quienes vemos ciclismo todo el año, la sensación es frustrante. No se palpa ninguna ilusión. No se aprecia ninguna estrategia de futuro, cara a los años venideros. Los fichajes de Mas y López hasta hoy no han llegado a cuajar, más allá de los puestos de honor del mallorquín en el Tour y la Vuelta. No hay nada que pueda generar un mínimo de ilusión e interés de cara al futuro, salvo que Enric cambie en su forma de correr e intente más cosas que las mostradas hasta hoy.

En suma, la impresión que se recibe es que la estructura deportiva de Movistar fuera un ente absolutamente autónomo. Parece limitarse meramente a gestionar el capital que recibe por el patrocinio. Sin embargo, no da la impresión de demandar más dinero a la empresa. Más dinero para utilizar en atraer a mejores ciclistas, para tener una clase media en plantilla que ilusione y atraiga la venida de grandes figuras… En fin. Sólo hay que ver la evolución del mercado de fichajes estas últimas semanas. Y Movistar ahí ni pinta ni compone en lo que a grandes fichajes se refiere. Se está quedando atrás.

La multinacional por su parte tampoco da impresión de que demande grandes resultados deportivos al equipo. Se limita a aceptar lo que hay, dando por buenos los resultados de marketing respecto a la inversión realizada. No le da más vueltas. No busca más. No pretende más.

De ahí al acomodamiento… el camino es corto.

Escrito por: Raúl Ansó Arrobarren (@ranbarren)
Foto @ACampoPhoto

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