Femenino

La evolución de La Challenge by La Vuelta

Ha pasado ya más de un lustro (arrancó en 2015) desde que la ronda española se adentró en el ciclismo femenino, siguiendo los pasos de su matriz ASO, con la organización de un pseudocriterium el mismo día de la jornada final de la prueba masculina. 

Desde entonces, y bajo las promesas y deseos del mandamás de Unipublic Javier Guillén, los aficionados, y posiblemente el pelotón femenino, hemos ambicionado con una verdadera edición femenina de La Vuelta.

Las cosas han cambiado mucho desde sus inicios. El pelotón internacional y español y sus calendarios han sufrido cambios. La Emakumeen Bira, que dejó de disputarse tras su edición 2019 y no como consecuencia de la pandemia — al menos de la de la Covid-19 —, era la referente del calendario internacional y nacional de las pruebas por etapas de media montaña. País Vasco ha perdido parte de su notoriedad sin la Bira, logrando mantener parte de su peso internacional con la Saria. Castilla y León ha vuelto a recuperar protagonismo al máximo nivel de la mano de la provincia burgalesa y la Vuelta a Burgos. Navarra y la Comunidad Valenciana también se han sumado a la dinámica, organizando pruebas de un día y por etapas en el calendario internacional. 

Aunque con ausencia de retransmisión en directo en algunas jornadas, La Challenge by La Vuelta ha ido evolucionando hasta el formato propuesto en esta edición, consistente en cuatro etapas en Galicia; con la provincia de Orense y la Estación de montaña Cabeza de Manzaneda como jueces de la carrera. Dos jornadas de media montaña y una corta cronoescalada se antojan como las principales oportunidades para definir la vencedora antes de una jornada final llana en Santiago de Compostela, en el año santo jacobeo.

Para llegar al actual formato la prueba La Challenge by La Vuelta ha ido sumando días de competición desde la jornada única del pseudocriterium en el corazón del «Madrid de Los Austrias» de las tres primeras ediciones, a las dos etapas de las dos ediciones siguientes con una contrarreloj como añadido (primero por equipos y después individual) hasta contar en 2020 con tres jornadas y por primera vez una de ellas fuera de la Comunidad de Madrid.

Sin lugar a dudas la propuesta de Unipublic ha ido creciendo desde la nimia propuesta (en cuanto a posibilidades de carrera) del icónico final en Madrid, a unas propuestas más amplias y abiertas a diferentes escenarios o situaciones de carrera.

Sin embargo, y más aún tras el anuncio de un Tour femenino el próximo julio, esta prueba femenina de cuatro etapas deja un sabor a medias. Porque a pesar del paso del tiempo aún no es lo que nos gustaría que fuera y porque queda esa sensación de oportunidad perdida por La Vuelta, por erigirse en referente y pionera, como 

Ya saben lo que se dice en mercadotecnia: «first mover advantage». La ventaja de la pionera. Quién sabe si de haberse anticipado a su homóloga francesa, habiendo apostado más fuerte y antes por una ronda por etapas de más de – o al menos – una semana, no habría podido posicionarse incluso en un estatus superior a aquel en que previsiblemente se sitúe el recién nacido Tour de France Femmes.

Escrito por Diego Martín (@MartinTheCaleb)
Photo Gomez Sport / Movistar Team
Incluido en el nº5 de High Cycling (especial Vuelta)

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