Hasta no hace mucho tiempo, el ciclismo era de la Vieja Europa. Los belgas, franceses, italianos, neerlandeses o españoles formaban una especie de oligarquía que se repartía dorsales, victorias e historias de épica y leyenda.
Con la evolución del deporte, y del mundo, hacia lo global, otros ciclismos fueron saliendo de sus fronteras y ocupando un espacio que les parecía negado. Colombia, Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Escandinavia, Eslovenia, Ecuador… Hay muchos más invitados a la fiesta y ya no resulta tan sencillo agarrar la copa buena.
Las estadísticas, caprichosas a veces, hablan por si solas. Si creamos un grupo de nobles viejas naciones ciclistas, en las que incluiremos, junto a las ya citadas, a Luxemburgo y Suiza, nos encontramos con la siguiente situación en las últimas cinco décadas:

Si lo vemos en términos porcentuales, el perfil del descenso es propio de etapa alpina:

En el Giro la última vez lo lograba el neerlandés Tom Dumoulin en 2017, mientras que en el Tour y en la Vuelta aún debemos remontarnos más en el pasado, gracias a los italianos insulares: el siciliano Vincenzo Nibali en el Tour de 2014 y el saro Fabio Aru en la Vuelta de 2015.
¿Cuánto tendremos que esperar para ver a uno de estos países en lo más alto del cajón del pódium de nuevo?
El dominio apabullante del dúo esloveno Roglic-Pogacar, al que solo parecen poder contestar Colombia, con Egan Bernal como punta de lanza, augura que la sequía podría prolongarse aún unos cuantos años. Veamos qué opciones inmediatas podrían tener los países en cuestión de dar un poco de riego a este cultivo tan poco prometedor:
Francia
La eterna búsqueda de la sucesión de Hinault y Fignon parece haber construido una losa contra la que choca de frente cada nueva promesa gala. Desde 1985 suspirando por un maillot amarillo en París que empezó a convertirse en una especie de maldición por aquellos terribles 8 segundos de 1989.
Solo Laurent Jalabert en la Vuelta del 1995 puso una pequeña sonrisa entre los vueltómanos franceses, que han visto evaporarse utopías de éxito de los Leblanc, Virenque, Casar, Dessel, Rolland, Péraud, Pinot, Bardet, Latour y un largo etcétera. David Gaudu es ahora la mejor baza, pero parece lejos de poder aspirar a una gran general, al igual que un Paret-Peintre al que podría caerle pronto esa etiqueta. Tampoco podemos obviar las posibilidades de un Julian Alaphilippe que no renuncia a nada, y que ha demostrado que si le vienen las cosas de cara, batallará por dar la campanada. Quizás una “pereirada” de Guillaume Martin podría romper el gafe, aunque eso queda más en el terreno onírico que en la realidad.
Bélgica
Si la sequía post-Hinault fue árida para los franceses, aún peor es la post-Merckx para sus vecinos del norte. Lejos queda la resaca de la ola del Caníbal, con las victorias de Van Impe en el Tour 76, Maertens en la Vuelta 77 o De Muynck en el Giro 78. Muchos años con poca o ninguna relevancia en las vueltas de tres semanas. Algunos como Claude Criquielion, Johan Bruyneel, Jurgen Van den Broeck o un joven Thomas De Gendt lo intentaron, pero acabaron dando prioridad a otros objetivos.
La irrupción de Remco Evenepoel parece haber reverdecido esperanzas, aunque su debut en el Giro acabara generando algunas dudas. Tiene cualidades para dominar lo que quiera, si vence sus miedos. La bravuconada de “nuevo Merckx” parece poco verosímil, pero para romper la racha tiene muchas papeletas. Tampoco sorprendería si Wout Van Aert se acabara vistiendo de híbrido Merckx/Indurain para dar algún susto. En unos recorridos que no insultaran la lucha contra el crono como los de hoy, las opciones se multiplicarían. Mientras, siguen saliendo nombres desde juveniles, como el esprado Cian Ujtdebroeks.
Italia
Aunque son de los pocos países que maquillan las cifras de las últimas décadas, es también quizás la que presenta un futuro más incierto en este tipo de pruebas. El ocaso del Gran Tiburón Vincenzo Nibali, la disolución cual azucarillo del ya retirado Fabio Aru, y la ausencia de equipos WorldTour, presentan un panorama poco halagüeño. Pero no se puede despreciar la grinta transalpina y su capacidad de generar estrellas de la nada, sobre todo en la carrera de casa. Quizás si en vez del intranscendente Vegni recuperaran al astuto Torriani, podríamos ver a un Pippo Ganna de rosa en Milán o Verona. Damiano Caruso y Giulio Ciccone son las mejores bazas actuales, aunque parecen lejos del Big Three. Lorenzo Fortunato o Filippo Zana podrían ser algunos de los nombres a seguir a corto o medio plazo. Y yéndonos al terreno del juego salvaje, rozando casi la herejía ¿Por qué no una definitiva “jalabertización” de Sonny Colbrelli?
España
La debacle española en grandes vueltas ha llegado en 2021 al hecho histórico de no poder celebrar siquiera victorias parciales. Solo Enric Mas salva el honor con su buena Vuelta a España y su fiabilidad sin brillo en los top10. El balear es sin duda el mejor vueltómano de nuestro país y el único que actualmente parece capaz de pelear por las generales. Valverde apura sus últimas pedaladas, y esperemos que con otros objetivos que la eterna obsesión por las clasificaciones finales. El orgullo y pundonor de Peio Bilbao también permite rondar puestos de honor. A Marc Soler le falta la confianza y la cabeza para subir un peldaño en estas lides. Y, por supuesto, siempre está ahí el “landismo”, que sigue poniendo muescas en la cuenta de las decepciones, aunque por alguna razón nunca acaba de rendirse a las evidencias.
Sin embargo, el futuro cercano, aunque siempre caprichoso, aporta cierta luz. A la madurez de Enric Mas debería seguir la irrupción de los Carlos Rodríguez y Juan Ayuso, en los que están puestas muchas (quizás demasiadas) esperanzas.
Países Bajos
Son actualmente la última bandera en el recuento de grandes vueltas, con un Tom Dumoulin que parecía tener varias más en las piernas y al que la presión parece haberle jugado también malas pasadas. Los neerlandeses (en masculino, porque en femenino la historia cambia mucho), tienen una historia de amor-odio con las grandes vueltas que trasciende los límites de la lógica. Kelderman tuvo su gran oportunidad en el Giro del año pasado, pero resulta improbable pensar que volverá a tener una opción tan clara, vista su forma tan conservadora de afrontar las carreras de tres semanas. También a Kruisjwijk, pódium en la Grande Boucle en 2019, se le estampó contra un muro helado la posibilidad de llevarse un Giro, como en su día fueron perdiendo opciones los Gesink o Mollema. Thymen Arensman o Gijs Leemreize serán los nombres a seguir en los próximos años. ¿Tendrán más fortuna que sus antecesores?
Suiza y Luxemburgo
Los “satélites” en este repaso por las vieja potencias, no parecen cerca de encontrar a los nuevos Rominger, Zülle o Schleck. Los helvéticos parecen especialistas en producir enormes rodadores, como los Küng o Bissegger. Sin embargo, la irrupción en escena de Gino Mader podría cambiar las tornas. Si alguien puede hacer que se obre la “magia”, ese parece ser Bahrain Victorious. Mientras tanto, los del Gran Ducado han visto como Bob Jungels ha ido perdiendo hype y parece que tendrán que esperar a que vuelva a surgir alguna generación gloriosa.
Nuestra intención aquí es solo abrir un debate, que tendrá muchas y diversas opiniones, tanto en la consideración de las naciones históricas (podríamos incluir a Alemania, dividida en dos por mucho tiempo, o a los países nórdicos, por ejemplo), como en los nombres enumerados.
¿Cuál de estos países recuperará las glorias pasadas en las vueltas de tres semanas? ¿Quién será el redentor que obrará tal hazaña? Se admiten apuestas. Solo el tiempo dictará sentencia.
Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Fotos: @ACampoPhoto
Ante un estudio exhaustivo y riguroso como el que nos brindas, es muy osado intentar decir algo que no concuerde al 100% con tus acertadas opiniones. Pero es un bonito reto el que nos propones y me tomaré unos dias para estudiarlo.