El ciclismo no es ajeno a la desgraciada guerra desencadenada en Ucrania y se han comenzado a ver las primeras consecuencias. Las sanciones a Rusia por parte de los países occidentales han llegado a la UCI, que ha prohibido la existencia de licencias relacionadas con el país. Unas medidas que afectan directamente a Rusvelo y a sus ciclistas, que se han quedado temporalmente en un limbo en el que no se sabe muy bien a día de hoy qué va a pasar. Entre ellos se encuentra el jienense José Manuel Díaz Gallego, que había ingresado en las filas del equipo procedente de un ya desaparecido Delko-Marsella. Una concatenación de infortunios que van cuanto menos a desconcentrar al buen escalador español y frenar una progresión que todos los aficionados estábamos esperando expectantes.
Fuera de la condena a cualquier invasión territorial injustificada, causando tanto dolor innecesario a muchas familias inocentes, bastantes de las voces que aplauden las medidas tomadas contra los deportistas rusos y sus equipos o que simplemente las abanderan son los mismos que han criticado la participación y posición de importantes clubes de fútbol en temas políticos, hecho también cuestionable por otra parte. Todo en un clima de tensión donde los principales ciclistas rusos, por ejemplo, han expresado su oposición a la guerra, como recogen varios medios, y que esperan no les afecte a nivel trato de prensa, compañeros y aficionados. Y sería injusto, puesto que la invasión rusa no es culpa ni responsabilidad de los ciclistas de esa nacionalidad.
Tanto Alexandr Vlasov, que ha comenzado la temporada de forma increíble, como Pavel Sivakov, una de las mayores promesas rusas han hablado claro al respecto. Al menos ellos pueden pensar en seguir compitiendo, puesto que el ciclismo es un deporte donde los deportistas quedan amparados bajo la bandera del equipo, no personal. No así en deportes donde la individualidad les perjudica, siendo también excluidos de las competiciones más prestigiosas.
Una situación que no parece tener una solución fácil a corto y medio plazo, pero que sí está trayendo consecuencias a todos los niveles. Por lo pronto, Sivakov tiene la nacionalidad francesa en estos momentos. Un proceso que ya se había iniciado con anterioridad al estallido de la guerra, pero que el de Ineos ha querido acelerar a propósito de este hecho.
Se le permitirá competir con la selección francesa en competiciones como Mundiales o Juegos Olímpicos. La UCI también está moviéndose en busca de fondos y donativos y otorgarlos a la Federación Ucraniana de ciclismo para distribuir ayuda entre sus corredores. Asimismo, se ha ofrecido la sede de la Unión Ciclistas Internacional para acoger a atletas ucranianos.
Una situación terrible y que ha tenido más medidas, como la prohibición de competición a ciclistas rusos y bielorrusos en Países Bajos, por ejemplo. Cualquiera de las carreras celebradas en este país no podrán contar con ciclistas de ambas nacionalidades, medida a la que no parece que se hayan sumado las federaciones más importantes del continente. Veremos cómo se suceden los acontecimientos y qué consecuencias añade a las mencionadas, más allá de poner más difícil los traslados de los equipos y la creciente preocupación en Europa por la potencial escalada del conflicto bélico.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: @ACampoPhoto