Si en alguna ocasión hablamos de historia de las clásicas, tenemos que hablar irremediablemente de él, de Roger de Vlaeminck, de ‘El Gitano’. Apodado así por la relación de su familia con el negocio textil, el belga de Eeklo fue la sombra de Merckx en sus años de esplendor, lo cual puede asegurarse que da brillantez tanto a uno como al otro. Un rival a su altura, un trampolín para hacer la leyenda de ambos más amplia y rica en venturas y desventuras. Junto a Van Looy, también compatriota, los únicos dos en triunfar en los cinco monumentos del ciclismo, lo cual da idea del nivel que ambos poseían en lo que a clásicas se refiere. Hasta que Tom Boonen se decidió a auparse a la historia de la París-Roubaix, Roger era el amo y señor del ‘Infierno del Norte’. Un hecho que le causó su segundo apelativo: “Monsieur Roubaix”.
Ciclista debutante en 1969 junto al tristemente desaparecido Jean-Pierre Monseré en el mítico Flandria, comenzó desde bien temprano a acumular prestigios y medallas de oro en su haber. El Campeonato de Bélgica lo consiguió con tan solo 22 años. Un talento precoz que rompería todas las barreras de los aviejados clasicómanos de grandes y arrugadas cejas, tez y rasgos duros y veteranía por los cuatro costados. El primero de los ‘monumentos’ cayó en 1970. Fue Lieja, victoria añadida a su estreno como ganador en el Tour de Francia. Sería capaz de ganar in extremis en las tres grandes vueltas (ganó en la Vuelta el año de su retirada: 1984). En 1974 ganó por primera vez en el Velódromo de Roubaix y el nivel de sus cosechas subió de nivel.
1975 le trajo el campeonato del mundo en ciclocross, si bien tuvo que conformarse con la plata en el Mundial de carretera celebrado en Yvoir, en Bélgica. En casa. 17 segundos le separarían de Kuiper, el holandés que le arrebató la gloria en una de las carreras que supone uno de los debes de su palmarés. Una oportunidad perdida que nunca regresó. Sin embargo, sí triunfó ante el más grande, Eddy Merckx, en Roubaix. Aquella edición en la que ambos se jugaron su suerte en el sprint final, es considerada la mejor edición de siempre. Ante la emboscada del resto de belgas, la ciudad de los adoquines por antonomasia fue definida por nuestro protagonista como “la más bonita de Bélgica”. Silbidos al flamenco De Vlaeminck desde ahí.

Ya tenía la Milán-San Remo, que obtendría en 1973 por primera vez (de las tres que tiene). Flandes en 1977 en doblete con Roubaix y con descalificación de sus rivales en la primera en una accidentada edición por los positivos y los cambios de bicicleta. Ahí se alcanzó la cifra deseada, puesto que Lombardía fue suyo medio año antes. La pasión flamenca y belga tenía a un tercer integrante en el reino de los cielos de las pruebas de un día. Por muchos es considerado el mejor en ese terreno, incluso por encima de su archirrival ‘El Caníbal’, otro de los apodos más míticos del mundo del ciclismo.
Títulos aparte, sus 161 victorias incluyeron las diez victorias en monumentos (de 49 participaciones y lejos de los 19 de Merckx) y hasta 58 en pruebas de un día. Seis Tirreno-Adriático llevan su firma, nada menos. Incluso un Tour de Suiza. Palabras mayores. Y ante Merckx. Aún mayores. 24 tuvieron lugar en grandes vueltas, de las que sólo una fue en el Tour: la primera. Fue la sexta etapa de la edición de 1970, con meta en Valenciennes. No triunfó en demasiadas ocasiones en España fuera de la Challenge de Mallorca, inicio común de muchos depredadores de primavera, pero tuvo ocasión de despedirse de lo alto de un podio desde Zaragoza, en plena Vuelta a España de 1984, la única en la que tomó la salida. Era la Vuelta de Caritoux y Alberto Fernández, aquella decidida por únicamente seis segundos. Diez victorias belgas en manos de seis ciclistas diferentes.
Han venido sucesores como ‘el León de Flandes’ Johan Museeuw o el todopoderoso Tom Boonen. También el ya extinto en el profesionalismo Philippe Gilbert. Todos grandes en las pruebas que han elevado a los altares del ciclismo a Roger. Todos ganadores en Roubaix y auténticos depredadores de las piedras y las colinas. Eso sí, todos maillot arco iris paradójicamente, el único logro que seguro pediría De Vlaeminck al genio de la lámpara si tuviese ocasión. Los demás tal vez pediríamos poder rebobinar en el tiempo y ver al ‘Gitano’ en acción en directo tanto como en la actualidad podemos disfrutar de Evenepoel machacando rivales en Lieja, San Sebastián, Mundial y Vuelta. ¿Será el nuevo elegido capaz de cubrir el repóker de monumentos? Todos a su alcance si se prepara y le dedica tiempo, sin ninguna duda. De Vlaeminck será una gran inspiración, no cabe duda.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Wikimedia Commons