Ciclistas

La increíble historia de Adrien Niyonshuti

Nos vamos a retrotraer al año 1994, año de nacimiento, por ejemplo, de Wout Van Aert, para poner en contexto esta historia. Hablamos de Ruanda, de un genocidio, con prácticamente un millón de personas fallecidas en la población ruandesa. Dos pueblos componen el país, los Hutu, mayoritarios en número, y los Tutsi, que dominaban a través de la colonización belga. Ruanda tenía la independencia desde 1962, aunque se estaba llegando a un momento crítico en la historia del país africano. Su presidente y el burundés fueron asesinados por el derribo de su avión a través de un misil lanzado desde tierra. En todo ese río de sangre, fallecen todos los niños de una familia, a excepción de uno, nuestro protagonista: Adrien Niyonshuti. 

Podemos imaginar el drama. Acabas de nacer, tienes siete años y tu vida no vuelve a tener el sentido que tenía hasta ese momento. Adrien encuentra una vía de escape en el mundo de la bicicleta. Un familiar le regala una, de acero, para así escapar de la crueldad a través de los pedales. 

El ciclismo va creciendo en África, incluso con diferentes organizaciones interesándose por celebrar eventos en el continente culminados por el anuncio del Mundial de 2025, que tendrá lugar en Ruanda. Una apuesta por sembrar y permitir que de forma progresiva el ciclismo africano termine de florecer. El polémico ciclista norteamericano, Jacques Boyer, perteneciente a poderosos equipos como el Renault o el 7-Eleven, va a aterrizar en el país para cambiar el destino de Niyonshuti. Llega para filmar un documental sobre la evolución del ciclismo africano (Raising from ashes), y termina por fundar un equipo, el Team Rwanda, que se interesa por Adrien. Participa en pruebas de gran prestigio, como la Cape Epic, una de las carreras de ciclismo de montaña más prestigiosas del calendario, finalizando 33º.

Sigue mejorando y participa en los Juegos de la Commonwealth, representando a su país. Este hecho le llevaría a firmar un contrato con el MTN, posteriormente Qhubeka, Dimension Data y diversas denominaciones. Cumplió un sueño, dejando atrás una vida de pesadilla, cruel, y consigue un contrato profesional. No son muchos los éxitos conseguidos por él, aunque en el Tour de Ruanda, que había ganado en 2008, logra una tercera posición, así como ser campeón nacional de crono y en línea. 

Posteriormente, participó en los Juegos Olímpicos de Londres, y ha fundado la Adrien Niyonshuti Cycling Academy, con el apoyo de las instituciones ruandesas y de la Fundación Raising from Ashes. Algo que ha conquistado el corazón de Ruanda y de muchas personas de otros países que tienen la suerte de conocerla. 

Su historia sí que ha supuesto una inspiración y motivo de superación para muchos ciclistas africanos. Paralelamente, otros corredores que han crecido en países vecinos como Teklehaimanot, tienen una historia que merece ser también contada. Hoy se trata de un ciclismo emergente, el africano. Un ciclismo que está emergiendo y que poco a poco despierta de mucho tiempo de oscuridad y de un letargo que cada día será menos. 

Escrito por Sergio Fernández (@sergioyustos)
Foto: Adrien Niyonshuti Cycling Academy (Facebook)

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