HC Opinión Tour

La influencia del Mundial de Glasgow en la participación del Tour y las GV

Los cambios comportan cambios, es una máxima clara. El movimiento sísmico que ha producido la UCI con la concentración de las fechas mundialistas de todas las categorías en el mes de agosto va a traer consecuencias en las elecciones de los calendarios por parte de los protagonistas y grandes estrellas del ciclismo, acostumbradas a ver esas fechas, sobre todo en carretera, acomodadas a finales del mes de septiembre. La estructura de las temporadas, habitualmente pensadas para tener uno o dos picos de forma, variarán los momentos de mejor rendimiento para llegar a Glasgow con las opciones intactas. Traducido, por ejemplo, a las grandes vueltas, quiere decir que los ciclistas que aspiren a tocar medalla en Escocia, entre elegir Giro o Tour de Francia como primera o única grande del año, tenderán a elegir masivamente la francesa por tener su final en París muy próximo a la cita con el Campeonato del Mundo. Apenas diez días para incluso trasladarse y adaptarse a un destino que se encuentra a menos de dos horas de vuelo. Por tanto, lo más cómodo será para todos los aspirantes darse cita en el Tour, al menos a priori.

El golpe de pedal que otorga una gran vuelta genera normalmente ventaja sobre los que proceden del descanso activo u otro tipo de preparación. Todos los años vemos a corredores que acuden con la forma adquirida de la Vuelta y destacan en el Mundial. O ciclistas que compiten en el Giro y con la inercia realizan buenos puestos en Suiza o Dauphiné. Qué decir de la Clásica de San Sebastián, donde históricamente han peleado ciclistas que procedían del Tour. Obviamente, no es lo mismo estar hasta el último día con la pelea del maillot amarillo que realizar intermitencias en la competición, como suelen hacer, por otra parte, los cazadores de etapa o corredores más orientados a brillar en días concretos. Normalmente los mismos que tienen billete para Glasgow. El final en los Vosgos, con etapas de media montaña, puede ser además una buena piedra de toque para calibrar los últimos flecos de la puesta a punto. Tampoco el Tour es ya, por motivos obvios, el monstruo comeniños que fue.

No hay mucha alternativa que el Tour de Francia. Quizá la Vuelta a Austria, el Tour de Polonia, la Clásica de San Sebastián. Pero las fechas juegan en su contra, demasiado poco margen como para asimilar la competición. Afectará también a la participación de la Vuelta a España, que justo detrás tiene ubicados los Europeos. No habrá muchos grandes corredores que tengan como objetivo prioritario esa carrera, aunque aprovechando que se celebra en septiembre, la semana justo posterior a la finalización de la Vuelta, alguno de los grandes nombres se dejará caer. Preparar el Mundial no es lo mismo que preparar los Europeos, con todos los respetos. Por ello, la Vuelta sí, puede beneficiarse de ciclistas que no hayan cumplido las expectativas a lo largo de la temporada y ni siquiera en el Campeonato del Mundo. Pero también le resta aliciente a tantos otros que disputaban la ronda española con el fin de alcanzar el pico de forma idóneo que sólo una gran vuelta te otorga para pelear en superioridad de condiciones con los que han optado por otras carreras. Últimamente la relación entre rendimiento en el Mundial y la Vuelta han ido más por separado, si bien en este 2022 los dos grandes protagonistas fueron de la partida en Utrecht.

Peor será el escenario de 2024. Los Juegos Olímpicos se celebrarán en París precisamente. El Tour adelantará sus fechas y será parada casi obligatoria para aquellos que quieran disputar sus pruebas de ruta. Incluso las de pista. Que el trazado de la prueba parisina haya sido anunciado con la inclusión de la subida a Montmartre dará alas a muchos, ya que abre la carrera a que sea disputada por más tipologías de ciclistas. Con una subida relativamente importante por medio, la carrera se convierte en más impredecible y el abanico de posibles candidatos se abre. Con adoquinado y subida, va a parecer más un Tour de Flandes que una Olimpiada.

El Tour, en buena lógica, sería de nuevo la mejor opción para preparar la cita olímpica. El final en París precisamente ayudará a los que duden. De nuevo, ¿cuál es la alternativa a correr el Tour para llegar en las mejores condiciones? Y si la hay, ¿es mejor? Elegir el Tour en muchos casos implicará renunciar al Giro. Aunque ha habido excepciones como la de Nibali en el año 2016, donde ganó el Giro de Italia y después dedicó el Tour a preparar la cita de Río de Janeiro.

No todo serán buenas noticias para ASO, ya que aquí habrá un gran perjudicado que es el Tour Femmes. El gran Tour femenino se estrenó en 2022 a continuación de la Grande Boucle masculina, lo cual ayudó a que la inercia del ciclismo siguiese prestando atención a las chicas. Un foco importante y que dio buenos resultados, con mayor atención que de haberse celebrado al igual que la prueba de los hombres o en unas fechas fuera del radar del mes de julio. En 2023 se debería seguir la misma fórmula para asentar al espectador y acostumbrarle a unas fechas. Se aprieta el calendario para las chicas por dejar un margen muy estrecho entre el final del Tour Femmes y el inicio del Campeonato. Al menos la fecha cabe y en teoría se podrá celebrar justo después. Pero de golpe y porrazo se le ha arrebatado la exclusividad de esa parte del calendario, ese gran reclamo que suponía que en el ciclismo masculino ya no hubiese apenas noticias y el femenino tomase la delantera por una vez.

El Giro podría ser el gran perjudicado, pero también la Vuelta, que pierde ese halo preparatorio para luchar por el arco iris. Si que habrá muchos ciclistas que apenas han logrado lo que esperaban en la cita mundialista y de ese modo si aún quedan energías en las piernas y en la mente, tienen poco que perder yendo a España a dirimir si el balance de 2023 es bueno o malo en muchos casos (salvar el año) o a seguir haciéndolo de ensueño. Cuando se anuncien los programas de las grandes estrellas comprobaremos el efecto de esta alteración de las fechas. Aspectos que la UCI debería tener en cuenta con antelación porque los cambios no suelen afectar para bien en un contexto tan cambiante como las carreras de ciclismo. La propia Vuelta se irá fuera de agosto casi en su totalidad, por lo que a nivel público, atención mediática, etc todo cambiará. También en clima, uno de los activos más importantes de rodar en España para un ciclista, normalmente más receloso de épocas inestables en lo climatológico. Un año importante para muchos ciclistas, pero también para los organizadores, que tienen ante sí un reto interesante.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: ASO / Vialatte / Ballet

Una respuesta

  1. si es por el clima de septiembre en España, tranquilos ,en los últimos años la temperatura es la mejor posible para ir en bicicleta,pues no existe el calor sofocante de agosto y no hace nada de frío, septiembre hoy en dia es más parecido a Mayo que el propio Mayo

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