Los deportes son juegos y, como tales, el azar tiene un papel relevante. Que se lo digan al Club Sport Cartaginés, el club de fútbol decano de Cartago, antigua capital histórica de Costa Rica. Fundado en 1906 y conocido como “los brumosos” por las nieblas características de la ciudad, el club ganó los títulos nacionales de 1923, 1936 y 1940, comenzando después una sequía en la primera división que incluyó once subcampeonatos en los siguientes ochenta años… pero ningún título más de primera división. Durante estos años se ha hablado de la maldición del Cartaginés, con diferentes versiones sobre qué pudo motivarla. La más extendida indica que fueron los excesos, algarabía y falta de respeto durante la celebración del último título de 1940 en la Basílica dedicada a la Virgen de los Ángeles, “La Negrita”, los que provocaron que el sacerdote lanzara una maldición contra el equipo: “Cartaginés no volverá a ser campeón hasta que muriera el último de los jugadores que habían participado en aquel sacrilegio.” El último superviviente de aquel equipo murió en el año 2012, pero al año siguiente Cartaginés solo pudo ser de nuevo subcampeón en el Campeonato de Verano 2013.
También los mayores del lugar cuentan que alguien hizo un sortilegio contra el equipo y enterró clandestinamente un muñeco de maleficio debajo del césped del Estadio Fello Meza; un topógrafo local, Auriel Araya, exhibía en los años setenta en su ventana de la calle principal de Cartago el supuesto muñeco desenterrado, feo y con una gran nariz, aunque con el tiempo se supo que era una broma y que se trataba de una figura que habían comprado en Nueva York. Una tercera versión culpa a un supuesto aficionado gafe del equipo, Germán Valverde, con cierto parecido físico al muñeco de Cartago, ya que cada vez que llegaba al estadio, el equipo recibía algún gol o perdía. El pobre Germán, al que llamaban “Caca e’ gato” y que tuvo que soportar que a veces otros aficionados le impidieran asistir a los partidos, murió en el año 2015. Pero el protagonista de este artículo no es Germán, sino otro cartaginés.
Kevin Manuel Rivera Serrano nació el 28 de junio de 1998 en una pequeña localidad de apenas 6000 habitantes, Pacayas, provincia de Cartago, en las faldas del volcán Irazú, a 17 kilómetros al noroeste del estadio del Cartaginés, en una zona de terreno irregular, a una altitud media de 1735 metros sobre el nivel del mar. Un terreno perfecto para los entrenamientos de un ciclista de perfil escalador.
Con apenas 18 años, Kevin Rivera ya obtuvo sus primeros resultados destacados en pruebas nacionales, corriendo para el equipo amateur Scott-Teleuno-BCT. Fue 3º en el campeonato nacional contrarreloj junior y logró una etapa, el maillot de la montaña y el tercer puesto final en la Vuelta de la Juventud de Costa Rica 2016, detrás de dos compañeros de su mismo equipo, ambos mayores que él. Su rendimiento en finales como el Alto de San Juan llamaron la atención de los ojeadores del equipo ProTeam italiano Androni-Giocattoli, de Gianni Savio. Un año antes, Savio había fichado a otra promesa latinoamericana, el colombiano Egan Bernal, con quien Kevin compartió equipo en 2017. Rivera y otros dos colombianos, el veterano Rodolfo Torres y el joven Iván Ramiro Sosa, eran sin duda los compañeros perfectos para que Egan Bernal se destapara definitivamente antes de fichar por el Team Sky británico.
El equipo Androni-Sidermec-Bottecchia alcanzó las 22 victorias UCI en la temporada 2017, seis de ellas con Egan Bernal. Pero también hubo oportunidades para Kevin Rivera. En septiembre, con Bernal centrado en el calendario de clásicas italianas de final de temporada, el tico logró una etapa y la general final en el Tour de China II 2.1.
Las temporadas 2018 y 2019 con Androni fueron la constatación de una relación exitosa de Kevin Rivera con el equipo conocido por aprovechar al máximo cada rincón del maillot para incluir el nombre de algún patrocinador. No brilló quizá tanto como sus compañeros Fausto Masnada o Mattia Cattaneo, e incluso Iván Ramiro Sosa acumuló más éxitos, pero no podemos decir que en su desarrollo como profesional fueran malos años para Kevin: Rivera se llevó una etapa de la Vuelta al Táchira 2018, la general final y una etapa en el Sibiu Cycling Tour 2019 y consiguió otros resultados de prestigio, como el 9º puesto en la Milán-Turín 2019. Gianni Savio reconoció que ya al final de 2019 hubo contactos con algunos equipos de primera división, World Teams, para un posible fichaje de Kevin, pero finalmente, con 21 años, decidieron esperar un poco más y mantenerle en el ProTeam en 2020, pensando en que pudiera ya foguearse en su primer Giro de Italia.

En la temporada 2020, Kevin Rivera empezó destacando en los meses de enero y febrero: dos victorias de etapa y 3º en la general final de la Vuelta al Táchira en Venezuela y una victoria de etapa en la etapa reina del tour de Langkawi en Malasia. En la prensa de Costa Rica se comentaba que Kevin podría poner en duda si el único cupo del país para los Juegos Olímpicos de Tokio de ese año debía ser para Andrey Amador o para el propio Rivera. Y, en marzo, llegó la pandemia, que paró el mundo y también el ciclismo varios meses. Sin embargo, para el corredor brumoso comenzó un período complicado que no parece terminar ni siquiera a día de hoy.
En primer lugar, Kevin Rivera se vio encerrado en su propio país durante meses, con problemas de permisos y visados, sin posibilidades de viajar a Europa hasta mediados de agosto de 2020, lo que retrasó que pudiera volver a la competición como el resto. Por fin, a finales de agosto pudo disputar el Tour de Hungría, acabando en una discreta 37ª plaza final y sufriendo una caída dura por un afilador en mitad del pelotón en la tercera etapa; aunque no tuvo ninguna lesión importante, necesitó tomar inflamatorios para el dolor. En la segunda semana de septiembre disputó la Tirreno-Adriático, pero no pudo acabar ni siquiera la primera etapa, a causa de un virus estomacal. En una temporada tan intensa y concentrada, con poco margen para la mala suerte, el equipo Androni decidió no contar con Kevin de cara al Giro de Italia 2020, que iba a ser el escaparate perfecto para Rivera. De hecho, el propio Gianni Savio declaraba en abril de ese año que los dos equipos WT que habían contactado para firmar a Rivera de cara a 2021 eran nada más y nada menos que Bahrain y Bora-Hansgrohe. El plan de ruta de Savio para Kevin era parecido al de Egan Bernal y al de Ivan Ramiro Sosa, no dudaba en afirmarlo: “Estaríamos muy contentos si Kevin Rivera fuera contratado por un gran equipo. En realidad, ya había realizado una serie de pruebas para un equipo de primer nivel el año pasado.“
Algo se torció en septiembre de 2020 en esa relación idílica de Kevin y Savio. El 22 de septiembre, el representante de Rivera, Piero Ravaglia, confirmaba que el ciclista no correría el Giro de ese año en octubre, debido a la caída de Hungría y el virus en Tirreno; aludía a que esto había impedido a Kevin estar en forma y que el equipo Androni ya le había confirmado que no estaba en la lista para la corsa rosa. Tan solo un día después, el 23 de septiembre, otro equipo ProTeam italiano, el Bardiani CSF Faizanè, anunciaba el fichaje del costarricense por dos temporadas. Kevin Rivera declaraba: “Estoy feliz de poder afrontar el nuevo año, con un nuevo equipo y nuevos compañeros. Serán dos años muy importantes para mí y para mi crecimiento final como deportista. Mi objetivo es traer victorias importantes al equipo y poder participar, mereciendo la convocatoria, en el giro de Italia 2021 para ponerme a prueba en una de las carreras por etapas más importantes del mundo.“
No tenemos toda la información para saber qué pasó exactamente esa última semana de septiembre de 2020. Imaginamos que no poder ir al Giro 2020, principal objetivo de Rivera desde el año anterior, fue un mazazo muy grande para él; también posiblemente esto limitó interés que habían puesto en él los equipos WT de cara a 2021. Ahí apareció el Bardiani, archirrival del Androni, para ofrecerle al tico un contrato y posiblemente garantizarle casi al 100% su presencia en el siguiente Giro de Italia. Desde luego que cabe pensar que muy probablemente Savio echó humo con esta noticia y que la vivió como una traición después de los años invertidos en la formación de su siguiente estrella.
El dichoso año 2020 no acabó mucho mejor. Después de su abandono en Tirreno y su fichaje por Bardiani, Kevin no volvió a correr con Androni y cerró su temporada representando a Costa Rica el 27 de septiembre, en el Mundial en Ruta de Imola, Italia. Era su primer mundial absoluto, tras su abandono en el mundial sub23 de Innsbruck en 2018. Pese a toda la ilusión puesta por Rivera, llegó sin apenas entrenamientos a Imola y tuvo que retirarse en la sexta vuelta de las nueve de las que constaba la prueba, tras ser doblado. A finales de ese 2020, Kevin se sometió a una cirugía de la nariz para mejorar su respiración y esto le dejó otros dos meses sin poder entrenarse.

Kevin Rivera esperaba cambiar su suerte en la temporada 2021. Bardiani confío en él para liderar al equipo ya en enero en la Vuelta del Táchira. Se daba además la circunstancia de volver a la competición teniendo como principales rivales a sus excompañeros de Androni, habituales de la ronda venezolana. Savio había “sustituido” la baja de Rivera con otra joven promesa, el colombiano Santiago Umba. Rivera no se encontró con piernas en Táchira y acabó a más de hora y media en la general, en el puesto 54º, mientras que Androni se llevaba dos etapas. Al regresar de Venezuela, dio positivo por coronavirus y no volvió a competir hasta marzo. En su regreso, abandonó en la Settimana Internazionale Coppi e Bartali en marzo y mostró un rendimiento muy discreto en abril, en el Tour de Turquía y en la Belgrade Banjaluka, sin lograr nunca meterse en el top20 en ninguna etapa ni general final… La salud no acompañaba: entre el año 2020 y el 2021, Kevin cuenta que se contagió dos veces de COVID19 y pasó una mononucleosis. Entre las secuelas, un cansancio crónico que le impedía aprovechar los entrenamientos. En palabras de Rivera, “el COVID vino a hacer destrozos a mi cuerpo cuando estaba en mi máximo nivel.” Uno de sus grandes objetivos de su año, se esfumaba, al no poder ir al Giro de Italia 2021. Pidió un parón a su equipo para volver a su país en mayo, descansar, tratarse, renovar su visado para Europa e intentar volver en junio, de cara al Sibiu Cycling Tour de Rumanía de la primera semana de julio.
Según el director de Bardiani, Roberto Reverberi, en junio Kevin “llamó para decir que todavía no se sentía bien que no se había podido entrenar bien y no tenía ganas de regresar.” La reacción de los dueños del equipo no debió ser buena. El representante de Kevin, Piero Ravaglia, declaraba en julio: “En Bardiani no creen en los enfermos. Se metieron en la cabeza eso. Si dicen que actúan como corredores vagos y se metieron esa idea, bien por ellos, mal por los corredores. Kevin tiene un virus agresivísimo, cansancio crónico como secuela, aún no tiene curación y su futuro es toda una incógnita. Si el equipo sigue pensando que los corredores son ganado, nosotros preferimos renunciar, salirnos e intentar con otras escuadras. Hay varios interesados, por dicha.” Finalmente, Kevin Rivera pidió la rescisión de su contrato con Bardiani y el equipo la aceptó durante julio: “Pidió que rescindiéramos el contrato y no venir a Europa. En estos casos, ¿qué debemos hacer? Si un empleado no se presenta a trabajar y quiere irse, ¿qué debe hacer un empleador? También tenemos que llegar a fin de mes y tenemos patrocinadores a los que dar cuenta.” Fin por tanto de la corta historia con Bardiani. Desde finales de abril, Kevin Rivera no volvió a competir ya en todo 2021. Y no solo se perdió el Giro, sino también los Juegos Olímpicos de Tokio, retrasados a 2021.
El veterano Andrey Amador, 34 años, tras una mala temporada, fue finalmente quien representó a Costa Rica en la prueba en ruta en Tokio. Eran sus terceros Juegos Olímpicos y acabó 68º, muy lejos de su compañero y amigo Carapaz. Amador estaba preparado para apartarse y no discutir la plaza a Rivera en esta prueba. De hecho fueron muy significativas y explícitas sus declaraciones en línea de meta: “Al que le faltaron patas hoy fue a mí. Ojalá venga otro talento para que saque la cara, porque conmigo estamos jodidos. Pura vida“
Con esa idea de renovarse y conseguir volver, Kevin Rivera fichó por el equipo ProTeam ruso Gazprom-RusVelo de cara a esta temporada 2022. Pero las cosas siguieron torciéndose más si cabe. Kevin comenzó y acabó su temporada con el equipo en el Tour de Antalya 2.1. en Turquía, única prueba que corrió con ellos, siendo 64º en la general final. Era su debut tras meses sin correr, por lo que Kevin no era lógico que pudiera estar más arriba. Finalmente, pese a que figuraba entre los preinscritos, Kevin no acudió al Tour UAE en Emiratos Árabes, última prueba en la que participó Gazprom. Pocos días después, el 1 de marzo, debido a las sanciones deportivas a Rusia por la invasión de Ucrania, la UCI retiraba la licencia al Gazprom-RusVelo y dejaba en el limbo a todos los ciclistas del equipo, incluido Kevin.
Comenzó una espera tensa para ellos. Poco a poco, casi todos los ciclistas extranjeros del equipo encontraron otros equipos y se marcharon: Alessandro Fedeli (al EOLO-Kometa), José Manuel Díaz (al Burgos-BH), Mathias Vacek (Trek-Segafredo), Nicola Conci (al Alpecin-Decuninck Development Team), Matteo Malucelli (China Glory), Michael Kurkle (Elkov-Kasper), Christian Scaroni (Astana Qazaqstan), Erik Lunder (Team Coop) y Andrea Piccolo (Drone Hopper-Androni). También han podido seguir compitiendo en pruebas importantes en 2022 Marco Canola y Giovanni Carboni, representando a la selección de Italia. De hecho, Kevin Rivera es el único ciclista extranjero, no ruso, del Gazprom-RusVelo que no ha podido volver a competir en ninguna prueba UCI desde la sanción al equipo. La distancia es el olvido, como dicen. Al ver que las cosas no avanzaban con Gazprom y tener un billete de vuelta abierta, Kevin Rivera decidió no esperar más y tomó el avión en junio rumbo a Costa Rica.
Desde entonces, disputó los campeonatos nacionales de Costa Rica, entre el 17 y el 19 de junio. Pese a que no había ningún otro ciclista con contrato profesional en los campeonatos, Kevin solo pudo ser 9º en la contrarreloj y 11º en la prueba en línea. Paradójicamente, quedó bastante por detrás de Jason Huertas, nacido como él en 1998, campeón en línea y subcampeón contrarreloj. Huertas era otra gran promesa del ciclismo tico y llegó a correr en el Lizarte en España, pero fue suspendido entre 2017 y 2020 por dopaje al ser uno de los 12 sancionados durante la polémica Vuelta a Costa Rica 2017.
Entre tanto, el 6 de julio de 2022, el Club Sport Cartaginés, tras 82 años de sequía, un partido de desempate y una dos prórrogas, logró alcanzar el campeonato nacional de fútbol de Costa Rica (Torneo de Clausura). Se da el caso de que el título llegó justamente el día que hubiera cumplido 102 años su estrella José Rafael “Fello” Meza Ivancovich, que da nombre al estadio y alzó el útimo título en 1940. ¡Se acabó la maldición!
¿Y para Kevin Rivera? A la espera de oportunidades mejores y sin noticias de Gazprom, Kevin aceptó en agosto correr para la selección de Costa Rica durante el Tour de Panamá, una prueba sin categoría UCI pero con presencia de equipos internacionales. Kevin acabó 5º en la general final y logró la victoria de etapa en la cuarta jornada, una etapa montañosa con final en los Altos de María. Lo celebró entre lágrimas, emocionado.
Aún no sabemos qué hará Kevin Rivera en 2023, no se sabe si logrará un contrato para correr en Europa o se quedará en Centroamérica, donde el nivel competitivo no es tan alto y es complicado lograr oportunidades para destacar al máximo nivel.
Al derrotar al imperio fenicio en las guerras púnicas en torno al año 150 de nuestra era, los romanos no tuvieron piedad: “Carthago delenda est” (“Cartago debe ser destruida”), en palabras de Catón el Viejo. Podemos establecer hipótesis sobre la maldición del ciclista tico. Tal vez Kevin Rivera heredó la mala fortuna del club de fútbol Cartaginés de su ciudad. Puede que el gafe lo provocara un Gianni Savio desairado por el desplante de 2020. Puestos a conspirar, quizá un complot de la nueva KGB de Putin porque al tico le gustaba más comer gallo pinto que ensaladilla rusa. Quién sabe si la suerte se torció porque un día – ¡oh, maldición!- a Kevin le confundieron con un “primo lejano” español, el famoso DJ Kiko Rivera, y, por ello, los malos espíritus le quitaron del top de todas las carreras a las que va.
Ya en serio, lo sorprendente es que un corredor que en febrero de 2020 parecía llamado a destacar en el Giro y fichar muy pronto por un World Team, esté ahora mismo sin equipo. Después de verle subiendo en Táchira o Langkawi, si vuelve a ese nivel, yo no dudaría en ofrecerle un contrato profesional, aunque tuviera que incluir una cláusula sobre exorcismos.
Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)
Foto de portada: Georges Ménager via Flickr.com
Pienso que Kevin le faltó coraje en cualquier trabajo debes sobreponerte a las enfermedades o no te pagan, entonces porque esa actitu tan derrotista de este muchacho?
Que disolución con El
Gracias por el comentario, Melvin. Escribí este artículo en agosto de 2022. Ahora, en 2023, Kevin sigue siendo un ciclista joven, apenas tiene 24 años. A finales de 2023 le pudimos ver a buen nivel en Costa Rica.
Ojalá ese nivel le permita volver al ciclismo de máximo rendimiento. Kevin se había ganado una oportunidad en Europa y es una pena que las circunstancias no le hayan permitido demostrar su talento, que lo tiene.
Un saludo