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La pequeña gran historia de Danilo Di Luca

Danilo Di Luca fue un ciclista subido al siglo XXI. Debutó al filo del XX, con un 1999 en el que ya dio idea de lo que se nos venía encima. También nació un 2 de enero, al filo del año 1976. Como buen italiano fue saltando de equipo a equipo, probándose casi todos los maillots disponibles de la época y coleccionando rivales, batallas e incluso penurias desde los 23 años que le vieron debutar. Su relativo parecido físico con Leonardo DiCaprio le dio aún más relevancia dentro del pelotón, sobre todo al comienzo de su carrera. Era final de los 90 y Titanic, la famosa película dirigida por James Cameron y protagonizada por el actor californiano, fue uno de los últimos grandes éxitos de la década. Esa coincidencia temporal con su estreno en el Giro de Italia también lo fue con Marco Pantani y sus tiempos de mayor apogeo.

La edición de 1999 vería coincidir a ambos astros, aunque la magnitud del ‘Pirata’ y todo el affaire posterior dejaron oculto a Danilo en términos bastante menores a los que quizá mereció. Hizo un debut en la carrera de casa digno de mención, firmando una segunda posición en el Monte Sirino, primera llegada en alto de aquel año. Y se esperaba mucho de Di Luca, que todavía era el ganador en ejercicio del Baby Giro que nos dio a conocer precisamente a Marco y a muchos otros que pisaron ese escalón para coger impulso antes de llegar a profesionales. El corredor del Cantina Tollo también fue proclamando campeón italiano sub-23 y medalla de bronce en el Mundial de Valkenburg en similar categoría. Año 1998 para enmarcar, pero Marco enmarcó el suyo (valga la redundancia) y el ciclista de Spoltore quedó una vez más a la sombra de la bandera de la calavera.

Su talento era tal que ya ese primer año de su carrera profesional disputó el Giro de Lombardía, finalizando a rueda de Mirko Celestino, el ganador del último Monumento de los 1900. Segunda posición de nuevo y todas las esperanzas puestas en este joven de cara a la temporada 2000. No iba a esperar el de Pescara a estrenar su palmarés en dos de las carreras más prestigiosas de la primavera ciclista como la Vuelta al País Vasco y su amado Giro de Italia. Peschici vio sus brazos al cielo. Casagrande, Belli, Lanfranchi y Merckx (Axel) sólo pudieron verle la espalda en aquel empinado final. El niño se estaba haciendo hombre, ya se podía comenzar a contar con él para grandes cosas. Repetiría en el Giro 2001 la misma hazaña, esta vez en Montevergine, esa cima de calentamiento para los grandes momentos. Ganar el Giro de Lombardía fue ya la confirmación de que Di Luca no iba a ser flor de un día.

Di Luca celebra junto a sus compañeros del Liquigas el título en el Giro de Italia 2007 © Sirotti

Por eso firmó por el Saeco que también se hizo con los servicios de Gilberto Simoni, la sensación del ciclismo italiano del momento, y apostó también por Ivan Quaranta para las llegadas masivas, toda vez que Mario Cipollini había dejado atrás el maillot rojo para firmar por el Acqua&Sapone, curiosamente la evolución del Cantina Tollo de Di Luca para 2002. Fue un periodo de crecimiento, de nuevo a la sombra de otros, esta vez de un Simoni que conquistó su segundo Giro de Italia y se erigió como el líder absoluto de una generación a la que Danilo pertenecía. Salvo Casagrande y Belli, todos los grandes de esa división de vueltómanos tenían su maglia rosa. Faltaba Di Luca. Con el cambio de aires hacia el maillot verdoso del Liquigas todo iba a ser diferente.

Pese a ello, el blanco iba a ser su color durante aquel 2005. Era el inicio del nuevo Pro Tour, una de esas denominaciones del actual World Tour, el comienzo de esa liga de élite del ciclismo en la que los mejores equipos comenzaban a tener acceso exclusivo a las grandes carreras. Era su año. Fue portador del maillot en el Giro de Italia. Y no era para menos, ya que a la Vuelta al País Vasco, que ganó brillantemente sobre un encumbrado Davide Rebellin y un pretérito Alberto Contador, había que añadir sus primeras cosechas de las Ardenas. Amstel Gold Race y Flecha Valona eran suyas, por lo que en la Grande Partenza de Reggio Calabra se presentaría como uno de los favoritos a relevar a Damiano Cunego en el palmarés de la corsa rosa.

Precisamente al italiano batió en la cuarta etapa, quedándose a escasos segundos del rosa, que lograría un par de días más tarde, en L’Aquila, donde también ganó. En la larga contrarreloj de Florencia, únicamente Ivan Basso fue mejor que él del ramillete de los favoritos. Su excelente estado de forma, muy estirado desde comienzos de la primavera, iba a ser clave. Aún en la alta montaña, pese a verse superado de nuevo por el ciclista del CSC y Paolo Savoldelli, a la postre vencedor final, supo resistir los envites de los grandes favoritos. Su ex compañero Simoni no dejaba de intentarlo de todas las formas posibles, toda vez que Basso ya estaba fuera de juego. Di Luca resistía en plazas de podio hasta que el Colle di Tenda le empujó a saltar hacia la realidad. Pasado de forma, aún pudo intentarlo en la mítica jornada que escalaba por primera vez el Colle delle Finestre, desvirgado por el propio ciclista del Liquigas en primera persona.

Di Luca sufre en la durísima etapa del Stelvio en el Giro 2005 © Sirotti

El esfuerzo le dio para ser cuarto y quedarse a las puertas en un Giro movido por muy pocos segundos. No consiguió los suficientes para alcanzar el cajón de Milán, por lo que los comentarios estaban más en resaltar su falta de capacidad para adquirir un Giro que en aplaudir lo que fue una magnífica actuación. Un tanto como con Joaquim Rodríguez en España. Confirmados los malos presagios en la temporada 2006, donde fue capaz de lucir el liderato de la Vuelta a España, pero como en el Giro se hundió en la jornada que llevaba a Aprica, pese a haber estado toda la carrera entre los diez primeros, la crítica y las dudas acecharon de nuevo. En 2007 iba a ser diferente, eso sí.

Regresó a los planteamientos de 2005, donde una buena primavera le llevaron a estar cerca de triunfar en el mes de mayo. Danilo Di Luca completó el quesito de las Ardenas con la Lieja Bastogne Lieja ante el amo y señor de Ans, Alejandro Valverde, y cogió moral para la gran cita italiana, el Giro. Compartiendo liderato con el imprevisible Franco Pellizotti y con la ayuda de un jovencísimo Vincenzo Nibali, el de Liquigas iba a ser por fin el más fuerte. Simoni se lo puso difícil, aunque un desconocido Andy Schleck fue la mayor amenaza. Ganó por fin el Giro de Italia y se quitaba de un plumazo la presión de ser uno de los pocos de su generación sin la corsa rosa en el palmarés. Además de vencer a sus demonios, esos que parecían controlar los momentos más difíciles de sus temporadas para refrendarle que no estaba preparado todavía para cumplir todos sus sueños.

Su equipo tuvo mucho que ver, con una magistral crono por equipos para abrir la prueba y una primera semana donde no rehuyó la lucha por el rosa. Misma forma de correr que en 2005 que tan buen resultado le dio. En Briançon tomó el mando tras una durísima pugna con Piepoli y Simoni, que dinamitaron la carrera en el Agnello, y desde ahí pese a que le hicieron sufrir en varias ocasiones como en la cima del Zoncolan, la ventaja de la que ya disponía le permitieron vivir con tranquilidad esos últimos compases. En concreto la contrarreloj final, donde tenia mucho que perder y nada que ganar.

Di Luca corona el Zoncolan y se corona como ganador del Giro 2007 © Sirotti

Posteriormente, afrontó el Giro con mucha valentía y tanto en 2008, donde protagonizó una magnífica ofensiva mano a mano con Paolo Savoldelli que casi envía contra las cuerdas a un jovencísimo Alberto Contador, a la postre vencedor de una edición donde Di Luca dejó claro quién era el dorsal número uno. De nuevo lo intentó en 2009, la edición del famoso centenario y en la que Denis Menchov, el ruso de Pamplona, tuvo entre ceja y ceja completar su palmarés con la corsa rosa. Y lo consiguió, pese a contar con la durísima oposición del italiano, que terminó segundo dándole varios sustos al entonces corredor de Rabobank. Tanto en la explosiva subida al Blockhaus como en la crono final, el ganador de la Vuelta a España 2007 sufrió de lo lindo para conservar el rosa. Unos resultados que fueron anulados para el transalpino por dar positivo en un control. La CERA que en sus primeros días aparecía en sus cabellos ahora lo hacía en todos los titulares acompañando a su nombre. Sanción y comienzo del fin para su carrera ciclista. Aquí recordó más a Titanic que a DiCaprio.

En 2011 correría gratis para el Katusha pero no fue admitido por el Giro de Italia. Dos temporadas más tarde, precisamente en su carrera, el Giro, regresó a la sección de noticias y no por sus méritos deportivos, que nunca alcanzaron las cotas de los años previos. De nuevo positivo, esta vez por EPO, y sanción de por vida. Ya estuvo implicado en el famoso caso ‘Oil for drugs’ en 2007, por lo que fue expulsado del Liquigas y tuvo que buscar un equipo ajeno al Pro Tour, el LPR que parecía más un cementerio de elefantes que una nueva oportunidad para resurgir. Aunque lo hizo temporalmente.

Un ciclista con mucha calidad, pero al que primero ocultaron las sombras de otros ciclistas mucho más grandes que él en aquellos días y después esas mismas sombras le persiguieron para eclipsar, salpicar y desfigurar un palmarés ciertamente brillante que ya hubiese firmado antes de saltar a la fama allá por el año 1998.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: Sirotti

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