Historia

La proeza (no repetida) de Anquetil

Nos situamos en el año 1965. Jacques Anquetil (conocido como Maître Jacques) había ganado su quinto Tour de Francia en la temporada anterior y decide que una victoria más (encadenada sería la quinta) no le motiva.

Raphaël Géminiani, su entonces director, idea para él un reto nunca realizado y mucho menos conseguido: encadenar la victoria en la Dauphiné Libéré con la Bordeaux-Paris, sin dormir para desplazarse de la una a la otra. Dice la pequeña historia que Raphaël logró convencerle, siendo él un hombre poco dado a las cosas no planificadas y estructuradas, gracias a utilizar a su mujer como mediadora. Si lo trasladásemos a nuestras latitudes ibéricas, seria el clásico: “no hay huevos”, que si encima nos lo dice nuestra esposa pues aún se pica más uno.

El caso, tenga o no razón la pequeña historia, es que el hombre aceptó. Después de haber logrado el triunfo en la Dauphiné, una vez más contra Poulidor, en ocho días de competición, Anquetil terminó enfermo. Y agotado tuvo que hacer el traslado de Avignon a Burdeos, el cual realizó en un avión cedido por el mismísimo General de Gaulle, presidente de la republica francesa y apasionado del ciclismo y sobre todo, chauvinista y amante de los logros históricos made in France (como curiosidad citar que el mismo general cogió en brazos a quien esto escribe en su visita a Andorra en 1967).

Anquetil come en el mismo avión, hoy en día seria avioncillo, y forma parte de la partida de 12 corredores que tomarán la salida en Burdeos a las 2h30 de la madrugada de esa misma noche.

Bordeaux-Paris era una carrera de 600 km que se divide en dos partes bien diferenciadas: una primera parte nocturna hasta Poitiers y una segunda parte tras derny (motocicleta algo rara, especial para hacer tras moto en ciclismo) desde esa localidad hasta Paris.

Otra vez la pequeña historia dice que Géminiani tuvo que despertarlo antes de la salida insultándole, porque tras los esfuerzos de la Dauphiné estaba completamente roto. Hay que destacar que la concentración y compenetración necesaria para hacer el sector tras moto es extrema y el sueño no ayuda en absoluto a conseguirlo, pero Anquetil resiste y sigue en cabeza.

Jacques no ha dormido desde la finalización de la etapa en Avignon y sigue al pie del cañón. La hazaña se retransmite por radio y de madrugada, cuando ya se acerca a Paris, sigue en cabeza y una multitud salió a las calles para animarle e incluso seguirle en vehículos hasta su llegada a Paris.

Maître Jacques logra un encadenamiento histórico jamás repetido y que movilizó a todo un país, logrando hacer olvidar su no participación en el Tour de Francia, en el cual vencería Gimondi, logrando el segundo puesto, cómo no, Raymond Poulidor.

Escrito por: Xavier Palacios (@xpalaciosalbaca)
Foto: Sirotti

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