Cuando durante los últimos años nos hemos sentado delante del televisor a ver el Tour de Francia, nos hemos quedado con sensaciones agridulces. Por un lado, los favoritos intentan conservar sus posiciones en la general durante media carrera. Los protagonistas son también siempre los mismos, incluso cada vez más en las escapadas. No a las etapas de gran montaña, no a las etapas largas, no a las contrarrelojes de un kilometraje realmente interesante… En fin, un menú de momentos concentrados donde la mayor lucha se vive en ganar la pole position para días venideros, en analogía con la Fórmula 1, otro deporte con fama de estático durante gran parte de las retransmisiones. Esa obsesión por comprimir cual barrita de cereales dichos puntos decisivos y que la clasificación general quede decidida lo más tarde posible está generando toda esta sensación de insatisfacción.
¿Cuándo ha sido la última gran etapa de montaña vivida en el Tour? ¿Cuántas ediciones se han decidido en última instancia en los últimos veinte años? ¿Cuántas desde que Fignon y Lemond se jugasen en París el maillot amarillo en una contrarreloj el último día del Tour de 1989? Sí, no podemos obviar el inesperado vuelco de Tadej Pogacar a Primoz Roglic el último día competitivo de 2020, una cronoescalada donde el esloveno le remontó a su compatriota, un claro especialista, una desventaja de dos minutos. ¿Cuántas veces se ha dado este escenario en una etapa en línea en el Tour?
La primera semana del Tour 2021 fue apasionante. ¿Por qué? Se puede pensar que sencillamente los protagonistas de aquellos días corren de una forma que levanta a la afición, que da titulares. En definitiva, que no deja indiferente. Ver al maillot amarillo filtrándose en fugas para buscar el ataque y mantener así la preciada prenda es algo que pocas veces se han visto en el ciclismo. Por tanto, ¿por qué no elaborar un recorrido que favorezca la candidatura al triunfo final de corredores de este estilo? ¿O se debe continuar en una línea que sólo favorezca a los corredores que no toman ningún tipo de riesgo para poner en cuestión sus puestos de honor en favor del espectáculo? ¿No será más espectacular un duelo Pogacar – Van der Poel por el Tour de Francia que una lucha Kelderman – Urán? ¿Por qué no buscarlo?
PLANTEAMIENTO
Con esa motivación, presentamos una pequeña propuesta de revolución a probar por el Tour, la carrera de referencia del ciclismo. El ganador de esta prueba es considerado uno de los corredores del año sin ninguna duda, por lo que éste debería serlo debido al dominio de todas las disciplinas que ofrece el ciclismo o a la compensación de sus carencias en unas con su talento en las otras. Es decir, el escalador que no luzca en contrarreloj deberá buscar destacar mucho más en su terreno. Igual pasará con los menos escaladores, que tendrán terreno para compensar sus pérdidas en las subidas y así poder poner la clasificación de su parte.
¿Alguien se imagina a Van Aert o Van der Poel luchando por ganar el maillot amarillo definitivo? ¿Alguien se imagina cómo se puede conseguir sin desequilibrar una carrera a la que también puedan aspirar los grandes dominadores eslovenos y otros ilustres como Bernal? Vamos a introducir unas pequeñas pinceladas de los cambios a introducir:
1. Tres contrarrelojes.
En primer lugar, las cronos deben volver a ocupar el lugar que les corresponde, con kilometrajes acordes al ciclismo profesional. Por respeto a una disciplina histórica y que también tiene muchos especialistas y fabricantes que basan en este tipo de etapas su razón de ser. Bien se puede iniciar el recorrido con un prólogo o celebrar a los pocos días de la salida una crono por equipos. Ésta, eso sí, debe permitir a los equipos acoplarse y realizar precisamente trabajo de equipo. Se puede considerar también incluir alguna cronoescalada que permita a los rodadores seguir imponiéndose por la suavidad del perfil.
Una lucha individual importante te va a garantizar que quien gane el Tour al menos sea un corredor completo y resistente al esfuerzo. También que los escaladores que menor destreza muestren en contrarreloj deban mostrar las versiones más ofensivas de sí mismos en la montaña. Esto sucederá en algunos casos, sobre todo en los corredores que sí quieran ganar. En otras, al verse alejados en la general, optarán por buscar triunfos de etapa o autodescartarse para darle la vuelta a la situación. Pero, con esa mentalidad, ¿deberían ser dignos aspirantes a ganar el Tour? Es una pregunta retórica que los organizadores deberían intentar responder.
2. Alta montaña y variada
No sólo del final en alto vive el ciclismo, siendo éste necesario y atractivo per se. Si el escenario se repite una y otra vez, acabaremos por ver un desenlace similar, ya que la diferencia atlética entre unos y otros va a ser parecida, de no mediar, por supuesto, algún problema físico que pueda emerger.
Las etapas de alta montaña de breve duración son muy interesante porque rompen los esquemas, porque no permiten en ocasiones calentar apropiadamente las piernas. Cuando todas las etapas de montaña son de corto kilometraje, no hay esquemas que romper, ya que precisamente la repetición de la sorpresa es lo que termina con ella. Por ello, mejor una combinación de etapas cortas, largas, unipuerto, multipuerto, con final en alto, sin él… buscando que el ganador final se desenvuelva en todos los escenarios posibles.
3. Media montaña al principio y al final
Las pequeñas montañas o, incluso, las cotas son buen terreno para ir calentando motores e ir creando ambiente. La gente de la general puede verse involucrada o dar paso a esos otros ciclistas que tienen en ese terreno el leitmotiv de su participación en el Tour. Fugas, baile de maillots, sorpresas, pequeñas diferencias entre los favoritos… El principio de “no deciden quién gana, pero sí quién no gana” aplica aquí.
En las últimas etapas es un terreno que tiene mucha miga, porque no importa cómo llegue la clasificación general, que quien necesite recuperar va a tener forma. Si subiendo hay dificultad, puede ser bajando o buscando una emboscada con el equipo. De ese modo, la carrera no queda totalmente bloqueada y hay altas posibilidades de que sea muy abierta. En las pocas ocasiones que el Tour ha apostado por esta idea, ha terminado funcionando muy bien. Ejemplo, el Tour de 1997.
4. Las etapas decisivas en el pavé
En estas etapas existe un alto componente de sorpresa, ya que los favoritos a las grandes vueltas no suelen tener hábito sobre los adoquines. Un especialista en este terreno que haya medido sus pérdidas a lo largo del recorrido podría intentar recuperar cualquier distancia que esté en tiempo de serlo. Pongamos que una caída pueda eliminar al maillot amarillo. Esa duda y tensión siempre quedará, aunque no es un escenario deseado. También está la posibilidad de que una macro ofensiva por el maillot pueda permitir una etapa de nervios donde siete u ocho minutos pueda parecer una renta insuficiente. Un pinchazo, un corte, lo imprevisible. Ciclismo en estado puro.
Basado sobre estos conceptos, he aquí un breve ejemplo de recorrido de Tour de Francia que podría servir para ilustrar esta idea:
1. Nantes (ITT) – 15 km
Contrarreloj individual llana y de larga duración para una primera etapa.
2. Cholet – Normoutier-en-Ille
Rompepiernas de salida y paso por el Pont de Saint Nazaire y el paso de Gois, justo antes de la llegada a la ventosa isla.
3. Les Sables d’Olonne – Bourdeaux
Etapa llana con mucha costa.
4. Lac de Vassiviere (TTT) – 40 km
Crono con terreno rompepiernas que permita a los rodadores marcar distancias.
5. Bergerac – Super Besse
Primera llegada en alto, suave y que permite fugas y primeros escarceos entre los mejores.
6. Limoges – Aurillac
Etapa de media montaña perfecta para escapadas.
7. Saint Flour – Albi
Más para sprinters que para aventureros, pero habrá pulso entre ambas opciones.
8. Toulouse – Plateau de Beille
Primera montaña importante. Puertos de poca importancia preceden a la llegada en alto más dura de esta edición.
9. Ax les Thermes – Naturlandia (Andorra)
Una de las etapas más duras, aunque corta en kilometraje. Paso por el eterno Envalira (2400 metros), Ordino, La Gallina desde Fontaneda y La Rabassa hasta los más de 2000 metros de Naturlandia.
10. Baqueira Beret – Lourdes
Con salida en España y en descenso, se evitan los pasos de montaña hasta que se llega al Aspin y al Tourmalet, dupla decisiva en esta etapa. La meta está lejos, pero desde la cima es casi todo descenso.
Descanso
11. Carcassone – Sete
Jornada para velocistas, con la amenaza del viento de costa.
12. Nimes (ITT) – 45 km
Contrarreloj larga de esta edición. Llana y con muchas rectas.
13. Avignon – Gap
Etapa de media montaña donde pagar el esfuerzo del día anterior. Bajada peligrosa a meta.
14. Embrun – Vaujany
Etapa reina de los Alpes. Izoard, Galibier, Croix de Fer por su vertiente dura y final en la estación de Vaujany.
15. Grenoble – Chambery
Una única dificultad, el durísimo Mont du Chat. Tras su peligroso descenso se encuentra la meta.
Descanso
16. Lyon – Dijon
Etapa llana para sprint o fugas.
17. Besançon – Mulhouse
Media montaña en el macizo de los Vosgos, que se pisan de refilón.
18. Colmar – Gerardmer
Media montaña en plenos Vosgos, con puertos de poca entidad, pero esparcidos por toda la etapa.
19. Nancy – Reims
Etapa llana para sprinters.
20. Compiegne – Roubaix
Si bien no se incluyen todos los tramos del ‘Infierno del Norte’, sí que es una etapa con dificultades para los menos habituales en este terreno.
21. París – París
Fin de fiesta y protagonismo para velocistas.
PREDICCIÓN DE DESARROLLO
Las fugas irán variando el decorado de los primeros puestos de la general, dando paso poco a poco a los verdaderos favoritos. Entre ellos deberían ir buscando distancias los escaladores en las etapas más duras, así como los contrarrelojistas en su terreno. Los que dominen ambas disciplinas tendrán opciones de llegar en cabeza a las jornadas de los Vosgos, con media montaña donde se pueden montar buenas emboscadas (“envosgadas”) y el pavé, donde gente del nivel de Van Aert, ganador de etapa en todos los terrenos, conservaría opciones de no haber quemado todas sus opciones en la general. Ese miedo a ceder el puesto ganado durante veinte días haría que quienes quisieran ganar o acceder a esos puestos de honor peleasen por sentenciar. Y si no lo hicieran, tendríamos un día glorioso de ciclismo.
Escrito por Jorge Matesanz & Lucrecio Sánchez
Foto: Zwift / ASO
Me encanta el recorrido, ya es hora que alguien proponga un recorrido apropiado para el prestigio que supone ganar el Tour. Parece que las GV se han olvidado de las cronos, hacen etapas cortas y con pocos puertos encadenados. Pero los directores priman el dinero y lo atractivo para TV. Son los tiempos modernos.