Ciclistas Opinión Profesional

La transformación de Schachmann y el resurgir del ciclismo en Alemania

Tras los escándalos brotados de forma directa o colateral del mítico Telekom, en sus diferentes composiciones, en las instituciones alemanas surgió un rechazo de plano del ciclismo profesional. Una desalineación que provocó que el Tour de Francia, uno de los eventos a nivel mundial con mayor impacto, saliese de las parrillas televisivas. El eco de los inviernos opulentos de Jan Ullrich y sus demostraciones de fuerza en verano, la clase de un Kloden que dedicó gran parte de su carrera a ceder sus opciones a compañeros de equipo o la efectividad de un Erik Zabel que fue durante años la referencia de la velocidad en los metros finales. Todo eso fue borrado de un plumazo. La historia de un ciclismo que es cierto no aportaba muchos corredores a la escena, pero todos tenían una calidad indudable y elevada. 

Con el paso del tiempo, las heridas cicatrizan. Hasta en el descampado más agreste crecen plantas en primavera. La fiebre de la bicicleta se ha apoderado de Alemania, donde ya había comunicación entre ciudades por carreteras de uso exclusivo para dos ruedas mucho antes que en gran parte del continente. La marea baja, el agua vuelve a la calma, el ciclismo vuelve a sonreír. 

Tony Martin ha soportado sobre sus hombros mucho del peso de Alemania en el profesionalismo. Mundiales, pelotones a su cargo, la bandera y el himno teutón sonando allá por donde triunfaba. O Greipel, un velocista que discutió la hegemonía del último golpe de riñón con una de las mejores generaciones jamás vista de sprinters. Contracorriente, seguro que contra la opinión y la duda de muchos de sus compatriotas. Las cruzadas oportunistas son así. Toda vez que la situación se ha normalizado tanto que hasta ha vuelto a brotar un equipo alemán de primer nivel como el Bora-Hansgrohe, con nuevos ciclistas alemanes de primer orden traídos al primer plano. 

Buchmann tuvo un momento muy bueno a sus pies. El Tour de Francia bajó el listón y él estuvo ahí para mostrarse como un potencial aspirante al podio. Incluso lo pudo lograr en 2019, pero la osadía no ha sido uno de sus fuertes hasta la fecha y dejó pasar la oportunidad sin ni siquiera buscarla con la intensidad debida. El surgimiento de Schachmann parece ir más allá. Con dos París-Niza en su haber (una tras la suspensión de la tradicional última etapa por el coronavirus) y un comportamiento en las clásicas digno de reseñar, puede llegar su momento de gloria. A sus 27 años se está revelando como uno de los más sólidos hombres para las carreras por etapas. En las grandes ha hecho botín con una etapa en el Giro. ¿Generales? Tiene buenas oportunidades en un equipo que parece estar en alza y que tiene buenas esperanzas en él. 

Para 2022 han orquestado una serie de refuerzos que deberían situar al Bora entre los equipos más potentes del panorama internacional. Sí, hay mucha competencia. Pero ahí será importante la progresión de un Schachmann que tiene que hacerse un hueco como uno de los grandes líderes de la escuadra, por mucho que lleguen fichajes importantes como el del ruso Vlasov, al que habrá que ver cómo sienta la salida del Astana, un equipo muy diferente al resto. Max debe seguir progresando en montaña y afianzar su dominio del resto de terrenos, donde no tiene nada que temer ante nadie. En contrarreloj puede subir prestaciones, al igual que en media montaña aprovecharlas mejor. Seguro que en próximas entregas comprobamos que la confianza en sus posibilidades es cada vez mayor y Alemania puede basar en él el resurgimiento de su ciclismo. 

Escrito por: Lucrecio Sánchez  (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti

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