Es bien sabido que hay pocos logros, por no decir ninguno, para un ciclista flamenco, que iguale una victoria en el Tour de Flandes. De Ronde es la gran carrera por excelencia de aquella región y para un ciclista local representa algo más que un triunfo de prestigio justifica toda una trayectoria en el ciclismo profesional. Sus vecinos de Valonia, también belgas, aunque francófonos, quizá no tengan ese arraigo tan profundo con su prueba ciclista más celebre, pero no cabe duda de que cualquier ciclista de la zona quiere más que nada triunfar en la Lieja-Bastoña-Lieja, la gran decana de las clásicas. Claude Criquielion fue uno de esos oriundos de la región de Valonia, que luchó enconadamente por proclamarse vencedor de la carrera de casa. El ciclista de Lessines, cerca de la frontera regional con Flandes, conquistó un palmarés a la altura de muy pocos, sin un gran número de triunfos, pero si con victorias de gran prestigio como el Campeonato del Mundo conseguido en el Circuito de Montjuic en 1984, dos ediciones de la Flecha Valona, y un Tour de Flandes, el de 1987, todo un hito siendo un corredor valón. Sin embargo, nunca pudo alzar los brazos en la gran clásica disputada en su región, otro de los monumentos del ciclismo, y no fue por falta de intentos, ya que se puso un dorsal en hasta once ocasiones en la Lieja-Bastoña-Lieja.
La primera gran aparición en la Decana para Claudy, como era conocido popularmente el corredor belga, fue en la edición de 1982. En aquella ocasión se quedó a las puertas del podio, tras quedar en cuarta posición en un sprint de 4 ciclistas, la velocidad en los metros finales nunca fue el punto fuerte de Criquielion como se vería en las siguientes temporadas. Tres años después, en 1985, iba a subir por primera vez al podio de Lieja, con un gran segundo puesto con el arco iris a su espalda, detrás de un corredor que se iba a convertir en especie de particular bestia negra, el italiano Moreno Argentin. Il Furbo fue guardando fuerzas respecto a sus dos compañeros de fuga en los kilómetros finales, Stephen Roche y el propio Criquielion, a los que pudo batir sin problemas en el embalaje final. Pero quizá la ocasión en que el ciclista del conjunto Hitachi más cerca tuvo la victoria en la meta de la industrial Lieja, fue en la temporada de 1987. Los protagonistas en el podio fueron los mismos que en el 85, cambiando el segundo puesto por el tercero entre Roche y el corredor valón. El vencedor fue una vez más Moreno Argentin, que aprovechó la indecisión de los dos fugados, Roche y Criquielion para alcanzar la cabeza de carrera con el grupo de los perseguidores cuando ya se esperaba el reparto de la victoria entre el irlandés y el belga.
Las siguientes temporadas iba a realizar actuaciones más bien discretas en la Decana, mientras que a principios de 1991 anunciaba que esa iba a ser su última campaña como ciclista profesional. En su programación no estaba el Tour de Francia, una carrera en la que comenzó debutando en 1979 con nada menos que un noveno puesto, actuación que le valió para que le colgaran la etiqueta de hombre-Tour. Una etiqueta que, con el paso de los años, Criquielion vería como un auténtico error, asegurando que fue una carrera en la que realmente nunca se sintió cómodo. Además, en ese año 1991, tenía ganas de pasar un mes de julio de vacaciones, según sus propias palabras. Por lo tanto, las clásicas de primaveras y el mundial que se iba a celebrar en la ciudad germana de Stuttgart iban a ser sus principales objetivos en la temporada de despedida.
La Lieja-Bastoña-Lieja por supuesto, estaba dentro de las prioridades de Claude Criquielion, para esa campaña de despedida de 1991, en la que formaba parte del conjunto Lotto. Como no podía ser de otra forma, tanto el belga como Argentin, figuraban en la nómina de los principales favoritos al triunfo, pero también formaban parte del elenco de posibles ganadores, otros ciclistas de prestigio como Sorensen, Alcalá, Konyshev o el propio Miguel Induráin, en un año inolvidable para el navarro. El recorrido contaba con alguna peculiaridad como la no inclusión de la subida al Col du Stockeu en beneficio de otras cotas como Haussire o Hézalles, pero en general el trazado no sufría fuertes variaciones con respecto a temporadas anteriores. Además, iba a ser la última llegada, por el momento, en el centro de Lieja, ya que a partir de la siguiente edición la meta estaría situada en la localidad de Ans, a las afueras de la ciudad valona. Unos días antes Argentin se había impuesto con autoridad y más de dos minutos de ventaja en la Flecha Valona, por delante de quien, si no, Claude Criquielion, que probablemente tenía pesadillas con el ciclista del conjunto Ariostea.
La carrera se iba desarrollando según lo establecido, con las clásicas fugas de ciclistas de inferior rango en busca de dar la campanada. A falta de 74 kilómetros para la línea de meta y con el pelotón, o lo que quedaba de él, agrupado, fue el propio Criquielion quien iba a romper la tranquilidad con el primer ataque importante de la jornada. Después de la primera selección, un movimiento del danés Rolf Sorensen, compañero de Argentin, iba a dejar en cabeza el cuarteto que se iba a jugar el triunfo en los últimos metros de la llegada de Lieja. Argentin, Criquielion, Sorensen e Induráin se acercaban al final, a sabiendas que el italiano era prácticamente imbatible en esas lides. Incluso el dúo de Ariostea, dirigido por el histórico Alfredo Martini, intentaba kilómetros antes del final zafarse de sus acompañantes sin éxito dada su superioridad numérica. En la meta la historia estaba escrita, otro triunfo para Argentin con un fantástico sprint, el cuarto en Lieja-Bastoña-Lieja, y el segundo puesto una vez más para un Claude Criquielion que lo intentó sin éxito ante su bestia negra, en la que fue su última oportunidad para conquistar una carrera que se retiró sin poder vencer.
Escrito por Alberto Díaz Caballero (@Sincadenablog)
Foto: Sirotti