El ciclismo es muy de tradiciones. Lugares que por unos u otros motivos son muy reconocibles más allá del ciclismo, que mueven opinión, masas y llegan más allá de lo meramente deportivo. La bicicleta, recorriendo muchos parajes, ha conquistado varios de ellos, que ya serán para siempre más relacionados con el ciclismo de lo que nunca serán con otros deportes asociados.
Hay muchas otras catedrales, no cabe duda. Lugares que pertenecen a la historia de la bicicleta y que casi todo el mundo con un mínimo de conexión con el entorno conoce. Francia, Italia, España, Bélgica, Países Bajos los países donde nos vamos a centrar en esta ocasión, únicamente por ser la cuna del ciclismo europeo y mundial, si bien por suerte poco a poco se van añadiendo otros ‘templos’ de diferentes continentes. Y no sólo de ciclismo profesional viven los ciclistas.
Trouée de Arenberg (Francia)
Nos estamos refiriendo al tramo más famoso de la París Roubaix. Supone el comienzo de los tramos de pavé y este sigue siendo el más afamado con diferencia. Se estrenó en 1968, en época de Merckx, y sólo ha estado ausente de la ruta en 2005 y en un periodo en el que la Oficina Nacional de Bosques prohibió el paso. Ubicado en el norte de Francia, muy próximo a la frontera con Bélgica, es en realidad el tránsito por un bosque, que es la traducción de Trouée. Cuidado por la asociación Amigos de la Roubaix, es uno de los tramos más poblados al paso de la carrera.

Kapelmuur (Bélgica)
No hay un símbolo que mejor defina lo que es Bélgica para el ciclismo. Un muro adoquinado, corto y de buen porcentaje, con unas vistas magníficas, escasísimo tráfico (que suele estar cerrado) y una capilla que es un símbolo del ciclismo de clásicas. Habría más, como la Redoute y algún otro murete, pero Kapelmuur es sin duda el más conocido. El Tour de Flandes lo ha mitificado con su inclusión y también con su ausencia del trazado.

Alpe d’Huez (Francia)
Salimos de las piedras para marchar hacia los Alpes. Las montañas más altas de Europa, que en este caso acogen una de las más importantes estaciones de esquí. Su carretera de acceso, que da comienzo en Bourg d’Oisans, asciende durante 14 kilómetros y 21 herraduras que son historia viva (o inerte) del ciclismo. Las leyendas que se han vivido en este ascenso del Tour de Francia da para libros y libros. Varios se han publicado sobre ello. No es la más dura, no es la más bonita. Simplemente es… la más famosa.

Tourmalet (Francia)
Sin movernos de Francia, país obviamente muy implicado en la historia de la bicicleta, cambiamos de macizo. En el corazón de los Pirineos se encuentra la cima más importante de los mismos, el Tourmalet. Mitificado por el Tour de Francia, sus 2115 metros han sido escenario de leyendas, así como los cicloturistas lo han convertido en su santuario. Quien no ha subido hasta la cima, con una estatua al descubridor de esta cima, no tiene el carné de cicloturista.

Stelvio (Italia)
Qué decir de Italia. Las maravillas montañosas son también muy reconocibles. Pero si alguna cima se lleva la palma, ésa es sin duda el Stelvio. ‘Su Majestad’ observa desde los casi 2800 metros de altitud a decenas de miles de cicloturistas al año ascender sus rampas. De todas partes de Europa y del mundo, una meca de todo aquel que se considera habitual de los pedales.

Angliru / Lagos de Covadonga (España)
En suelo español también hay otras catedrales, como lo pueden ser el Angliru, internacionalmente conocido por sus durísimas rampas, y los Lagos de Covadonga, también santo y seña de la Vuelta a España y uno de los lugares más visitados de España, también a nivel cicloturista. El problema con su vecino asturiano es que el riosano tiene rampas excesivamente duras que asustan a muchos de sus potenciales visitantes. Pero es un reto inigualable, icónico. Los Lagos son también duros, aunque bellísimos.

Dolomitas (Italia)
Con el ‘Círculo Sella’ como mayor reclamo, los Dolomitas son consideradas unas de las montañas más bellas del mundo. Al igual que otras montañas, el paso por estos parajes se considera obligatorio para ser totalmente consciente de la belleza que desprenden. Puertos como la Marmolada, el Pordoi, Campolongo, Sella o Giau son la puerta a un mundo de cuento de hadas.

País Vasco (España)
El País Vasco español es un auténtico museo del ciclismo. Además de historia y una fama de animosidad y cuidado del usuario de la bicicleta (no es extraño recibir ánimos de desconocidos cuando asciendes un puerto), su gran valor es el amor por el ciclismo. Las carreras están repletas de público y las carreteras a rebosar de usuarios de ciclistas. Se palpa, se respira.

Amsterdam (Países Bajos)
Si hablamos de ciclismo urbano, es el ejemplo de ciudad totalmente pensada y volcada en el uso de este medio de transporte. Es fácil ser atropellado por una bicicleta aún yendo por la acera, ya que las bicis están en absolutamente todas partes. Al ser además una ciudad con mucho hype y absolutamente plana, es más fácil el desplazamiento masivo por todos los rincones de la capital neerlandesa.

Campos Elíseos (Francia)
No podían faltar. Es la avenida que termina por coronar al campeón del Tour de Francia año tras año, y uno de los iconos más reconocibles. París, ciudad universal, también supone recibir el carné de ciclista profesional, ese que se piensa que se consigue cuando se llega a sus calles tras terminar la Grande Boucle con éxito.

Escrito por Lucrecio Sánchez
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