Desde que el murciano debutara en la máxima categoría allá por el lejano año 2002, han sido 130 las victorias que ha acumulado, con la anulación de sus resultados de 2010 que hubieran añadido el Tour de Romandía, el Tour del Mediterráneo o el GP Miguel Indurain, entre otros. Sin contarlos, la suma ya es importante, al alcance de muy pocos. De hecho, en activo sólo Cavendish puede decir haber acumulado más victorias como profesional. André Greipel, otro velocista, supera los registros del español, si bien es cierto que cuelga la bicicleta a final de esta temporada 2021.
La primera vez que Valverde levantó los brazos fue en 2003. La llegada a Vitoria vio un primer duelo con Davide Rebellin, ciclista con el que comparte el rasgo de la longevidad en su carrera deportiva. Se trataba de la Itzulia, una carrera de máxima categoría con la que el Bala iba a tener una relación de amor-odio especial. No muy lejos, en Amorebieta, conseguiría su segundo triunfo. Etapa en la Vuelta a Aragón, dos en el Trofeo Joaquim Agostinho y el GP de Villafranca de Ordizia. Un año que remató con sus dos etapas en la Vuelta (Envalira y La Pandera) y una tercera posición que supo a gloria. La plata en el Mundial de Hamilton fue el broche a un 2003 perfecto. Aún en el Comunitat Valenciana (sucesor del Kelme), en 2004 acumuló quince victorias. Desde su primer Trofeo en la Challenge de Mallorca (Sóller) a conquistar las generales de Valencia, Murcia y Burgos, antesala de una Vuelta en la que se impondría en Soria y lucharía por el podio final.
2005 vería su cambio al Illes Balears, el conjunto en el que actualmente milita, pese a las diferentes denominaciones que ha ido adquiriendo a lo largo de su existencia. Competir en un calendario más europeo y menos español redujo su número de éxitos, pero aumentó su calidad. Por ejemplo, consiguió su primera victoria en Francia, en la París-Niza, precisamente en la ciudad mediterránea. También en Francia, ya en el Tour, se encumbró gracias a vencer en la cima de Courchevel a Lance Armstrong. Un año más tarde, además de su periplo por Murcia e Itzulia, pudo imponerse en Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja, su primer monumento. Pudo ganar una etapa en el suizo Tour de Romandía y otra en la Vuelta (Morredero), donde fue segundo.
En 2007 ganaría irónicamente en una de sus bestias negras, la contrarreloj, hasta en tres ocasiones: Murcia, Alcobendas y Burgos. En 2008 amplió horizontes ganando la París-Camembert, la Dauphiné a las puertas del Tour y una etapa en la ronda gala, con el añadido del maillot amarillo por tratarse de la primera. Se le adjudicó la sexta, con final en Superbesse, por descalificación de Stefan Schumacher. Otra clásica caería en su palmarés, la de San Sebastián. Jaén le vería alzar los brazos en la Vuelta a España. Unos meses después comenzó una de sus temporadas más interesantes, la de 2009. Victorias finales en Volta a Catalunya, Dauphiné, Burgos y Vuelta a España.
La sanción por su presunta relación con la Operación Puerto le restó las victorias anteriormente mencionadas. Así como toda su participación en el año 2011. Pero su vuelta a la competición en 2012 fue absolutamente espectacular. En el Tour Down Under se adjudicó la etapa reina con final en Willunga. Etapa en París-Niza y la general de la Ruta del Sol le hicieron llegar al Tour con la confianza plena de hacer algo. Ganó la etapa reina de los Pirineos, el día que Froome y Wiggins eligieron jugar al ratón y al gato delante de millones de espectadores y que sembró una buena polémica. Sorprendentemente su último éxito en el Tour. Ya en septiembre, se impuso en dos etapas de la Vuelta, siendo segundo y confirmando su vuelta al mejor nivel.
2013 le trajo a un calendario más clásico, con victorias en Murcia, Andalucía y Challenge de Mallorca. Incorporó la Roma Maxima, su primer triunfo en Italia, que llegaba después de que el CONI hubiese sido uno de los mayores impulsores de la sanción al ciclista murciano. Flecha Valona, el Nacional en contrarreloj y una etapa en la Vuelta ganada de forma espectacular (Cumbres Verdes). 2015 fue un año especial por la consecución del perseguido podio en el Tour. Doblete en las Árdenas y un nuevo triunfo en la Vuelta.
2016 le trasladó a un nuevo reto: correr las tres grandes en un mismo año. En el Giro consiguió una etapa y un tercer puesto, pero a la corsa rosa ya llegó con Castilla y León, Andalucía y la Flecha Valona. Y ahí paró un casillero que aumentó de forma espectacular en la primera mitad de 2017: Volta a Catalunya, Itzulia (por fin), nuevo doblete en las Árdenas y un estado de forma que daba miedo. En el prólogo del Tour, en Dusseldorf, besó el suelo y sufrió una lesión escalofriante que le tuvo en el dique seco el resto del año. Volvió en 2018 sin secuelas y de la mejor forma posible, con victorias en Comunitat Valenciana y Abu Dhabi Tour. Se impondría también en la Volta, de nuevo, el GP Miguel Indurain, Occitania (antigua Ruta del Sur francesa) y se haría con dos etapas en la Vuelta. Pero su mejor triunfo estaba por llegar, en el Mundial.
Ya de arco iris, 2019 fue un buen año para Valverde, con una etapa en UAE Tour y la victoria en Murcia del maillot de campeón nacional ante su también paisano Luis León Sánchez. Una etapa en la Vuelta en la que fue segundo únicamente superado por Primoz Roglic y cierre del año. 2020 fue el único que ha dejado el marcador de ‘Bala’ en blanco. Como últimas victorias registradas están las de GP Miguel Indurain, Dauphiné y Giro de Sicilia.
Un total de 130 victorias, que no es un dato precisamente malo, si bien es cierto que únicamente 62 de ésas se han producido en carreras de primer nivel o nacionales. El resto ha rondado mucho entre el calendario español y las pruebas de una categoría inferior en Francia. Un palmarés excelso, rico en victorias de etapa, pero quizá demasiado inflado por esos otros triunfos que tal vez podía haber sacrificado por lograr cotas más altas en otros terrenos más prestigiosos y para los que ha estado perfectamente cualificado.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti