Tras una nueva gran cita en la que aparecía como el principal candidato para hacerse con la victoria, el belga se ha vuelto a quedar con la miel en los labios. En este caso en favor de su compatriota Remco Evenepoel, quién sí ha sabido aprovechar la carta de libertad de la que no gozó el año pasado. Una situación triste a la par que preocupante ya que, a pesar de qué nos encontramos ante uno de los mejores ciclistas del siglo XXI, parece que en las grandes citas del calendario siempre acaba relegado al segundo escalón del podio.
Desde su primera temporada en el ciclismo de carretera nos hizo ver qué estábamos ante la aparición de un corredor que iba camino de entrar en los anales de la historia. Realizó grandes actuaciones en pruebas cómo Strade Bianche o Roubaix, en las que el hecho de pertenecer a un equipo con muy poco potencial (Verandas Willems) no le impidió comenzar a pelear contra la grandes figuras del pelotón. Así dejó recuerdos memorables cómo aquella Strade Bianche en la que finalizó en tercera posición, llegando completamente exhausto hasta el punto de caerse en la subida final a Santa Caterina.

Un año más tarde, se presentó en su primer Tour de Francia, esta vez ya en las filas del todopoderoso Jumbo-Visma. Sin embargo su debut en la ronda gala tuvo un cruel final. Ya que tras haber conseguido una victoria de etapa, se vio obligado a retirarse como consecuencia de una caída mientras peleaba por ganar la contrarreloj de la etapa 16. Una mala suerte que tampoco le ha permitido brillar en alguna que otra prueba como la Roubaix de este año.
Pero dejando a un lado este factor, lo que realmente es digno de reflexionar es el número de veces en las que tan solo se ha quedado a un paso de la victoria, cómo en los mundiales de contrarreloj y ruta de 2020, dónde fue segundo en ambas disciplinas. O los Juegos Olímpicos de Tokio, en los que únicamente fue superado por Richard Carapaz. Todas ellas eran pruebas en las que cómo consecuencia de su gran calidad y del poderoso equipo que le acompañaba partía cómo principal favorito, un hecho que que le ha acabado jugando en su contra y que demuestra que en ocasiones no siempre gana el más fuerte (tan sólo hay que ver lo que sucedió en la prueba femenina del mundial en ruta).

Wout es un corredor de sangre caliente que no tiene ningún reparo en atacar desde distancias lejanas. Sus rivales son conscientes de esta circunstancia y por ello siempre suelen dejarle la responsabilidad a la hora de salir a la mayoría de ataques.
Una situación que provoca que en ocasiones le falte ese gramo extra que le dé la victoria y que recuerda un poco a Raimond Poulidor, conocido como el eterno segundón y abuelo de uno de sus grandes rivales, Mathieu Van der Poel, quien acostumbrado a correr de manera muy similar, esta temporada ha decidido correr con más cabeza y contener un poco esas ganas de hacer exhibiciones a las que nos tenía acostumbrados.

Está bien que Wout plantee una estrategia ofensiva desde el inicio de la carrera, creo que es algo que crea afición y que le engrandece cómo ciclista, pero cuando llega a los último kilómetros junto a un pequeño grupo siempre es él el que se ve obligado a cerrar los cortes, gastando fuerzas que luego le pueden acabar costando la victoria. Sinceramente pienso que la clave está en el balance. Debe seguir realizando este tipo de estrategias tan ofensivas que le han llevado a ser la gran figura que es.
Pero a la hora de jugarse la victoria final tendrá que comenzar a plantearse cuándo salir a por sus rivales, porque si no su gran valentía se puede convertir en una debilidad, ya que los demás esperarán que sea él quién gaste sus fuerzas en cerrar los huecos.
Escrito por Sergio Quintana
Fotos: ASO / Ballet / Broadway