La etapa de Talavera de la Reina se pensaba que era la segunda fase de la guerra por la Vuelta. Sin embargo, los favoritos y sus equipos tomaron el día a título de inventario, permitiendo la victoria de un velocista, Pedersen, que se está coronando como un pedazo de ciclista y está reivindicando su figura. No porque se lo pongan fácil, porque camino de la meta se encontró dificultades como la propia etapa, con el estreno del añorado Piélago. El danés coronó con los mejores la cima, incluso en posiciones cabeceras. Trek hizo un trabajo que parecía suicida, pero que a la postre fue efectivo. Elissonde fue clave en la consecución de la etapa. Sí, fue clave en el llano, para sortear los ataques que en realidad no llegaron más que en el último kilómetro y que ya en la inercia del sprint iba a ser complicado impedir la volata.

La escapada de tres hombres y medio no tuvo apenas opción. La presentación de la fuga con McNulty entre los tres de punta (con Craddock sin llegar a enganchar) hizo pensar que habría baile en alguna de las subidas. Pero el día es Guadarrama. Dejaron pasar el día y esperemos que no echen de menos esta etapa, ya que el terreno se acaba y tampoco estamos hablando de los Alpes franceses. Un poco de ritmo para afrontar la bajada en buenas posiciones y eso fue todo. Una etapa que decepcionó, aunque es entendible dada la intensidad del día anterior y que el terreno, con incidencia del viento frontal, animaba a pocas batallas.

Entre las imágenes curiosas del día destaca el trabajo del Bahrain Victorious en la última ascensión. Mikel Landa fue uno de los más destacados en ese trabajo de aproximación al puerto y que muchos no supieron interpretar. El segundo puesto de Wright delató que el británico quería poner broche a una jornada que comenzó con el minuto de silencio por el fallecimiento de la reina Elisabeth II con los británicos en primer plano.
Qué esperar de lo que viene es lo que todo aficionado estará pensando. La general sigue relativamente abierta. Poco más de dos minutos es un desfallecimiento, un momento de debilidad. Un esfuerzo mal calculado que hace que tu rival enlace por delante con compañeros de fuga que le lanzan hacia la victoria. Es una caída o pinchazo en un momento inoportuno. Son 120 segundos. Ni más ni menos. Remco no puede dormir tranquilo.

Los puertos por su tipología favorecen a Remco. No hay grandes rampas. El punto más difícil puede ser la salida, por aquello de que sin prácticamente equipo un enemigo se filtre en la escapada y toque tirarla abajo. O que muchos corredores enemigos estén y Quick no. Ahí sería para preocuparse porque sabría que la tormenta sucederá. Y sucederá, no hay duda. Enric Mas arrancará, buscará sus oportunidades. Es inevitable que sus piernas de fuego pongan a prueba al belga. Esperemos que más que por cumplir expediente, por buscar realmente la victoria en la Vuelta, algo que aún está a su alcance.
Talavera dejó al pelotón con muchas peleas pendientes de resolver. De salida a meta se espera un espectáculo magnífico, en una sierra que estará repleta de público. Cortes de los puertos por la avalancha de gente que se espera. Los parkings de Navacerrada y Cotos ya se encontraban llenos el día anterior. La expectación por la etapa es absoluta y el deporte debería estar a la altura.
Ni que decir tiene que los antecedentes a estas etapas y en estos mismos puertos son premonitorios. El miedo a repetir una escena similar y ocupar la imagen del perdedor de esas jornadas puede ser letal. Por ello, cada paso, cada cálculo puede ser el paso a perder. O a ganar…
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: ASO / López / Sprint Cycling Agency