El mítico ciclista italiano Vittorio Adorni nos dejó en estas Navidades de 2022. Natural de Parma (Italia), desarrolló su carrera a lo largo de los años 60, unos días en los que las estrellas del momento giraban en torno a Jacques Anquetil, Raymond Poulidor, Charly Gaul o Federico Martín Bahamontes para después ir cambiando de guardia por los Merckx, Gimondi y Ocaña, que siguieron estando presentes en los años 70. Adorni militó en hasta seis escuadras, pasando por el Faema del ‘Caníbal’ y ganando bajo esos colores el campeonato del mundo celebrado en Imola. En realidad, vistiendo la azzurra. También por el Salvarani de Gimondi, donde logró sus mejores resultados.
Llegó a ganar un Giro de Italia, en 1965, ante Italo Zilioli y Felice Gimondi, que ocuparon la segunda y tercera plaza del podio respectivamente. Gran rodador, Vittorio aprovechó la contrarreloj entre Catania y Taormina para ponerse al frente de la general. Ahí dio el golpe definitivo al triunfo, aunque ya había vestido de rosa días antes, desde la etapa de Potenza, que ganó. Resistió la preciada prenda ganando un nuevo parcial en Madasimo, confirmando su superioridad. Vencería en Florencia, donde terminaba aquella edición del Giro, con más de 11 minutos de diferencia con respecto al segundo clasificado.
En el Giro fue donde más brilló, siendo segundo en dos ocasiones (1963 y 1968). En el primero de ellos, no anduvo cerca de conquistar la maglia rosa definitiva. Franco Balmanion, ganador de la edición anterior, le arrebató el liderato en la durísima etapa de Moena, sentenciando así, en una de las etapas finales, la clasificación general. Adorni quedaría a dos minutos de un ciclista que tuvo el honor de ganar dos Giros sin ganar una sola etapa.

En 1968 fue el más fuerte del Giro, a excepción de Merckx, su compañero en el Faema, que conquistó su primera edición de la ronda italiana. Ayudó al belga a vencer a su antiguo jefe, un Felice Gimondi que se tuvo que conformar con la tercera plaza. Ese mismo año había sido 5º en su única participación en la Vuelta. En el Tour sólo destacó un año, en el que fue 10º de la general (1964). En total vistió 19 días de rosa y se llevó trece etapas en la grande de su país.
Suiza no se le dio mal, con victorias en la Vuelta a Suiza y el Tour de Romandía, también en la Vuelta a Bélgica, fue campeón nacional y completó un palmarés con hasta 40 victorias. Un palmarés nada desdeñable habiendo coincidido en tiempo y lugar con ciclistas tan completos y voraces como fueron sus rivales.
Después de su época como ciclista profesional, pasó a dirigir el Salvorini en el que había logrado tantos éxitos, así como el mítico Bianchi. Pasó también por la televisión como comentarista y más tarde ha sido asesor de la UCI. Un ciclista al que se recuerda con cariño por estar muy presente durante muchos años en el ciclismo para los italianos, de una forma o de otra.

El mejor día de su carrera sería aquel de Imola en el que acabaría luciendo el arco iris. Apenas a 140 kilómetros de su Parma natal, tuvo una lucha sin cuartel con dos grandes talentos como fueron el portugués Joaquim Agostinho y el belga Rik Van Looy, el unánime favorito en la fuga. Como no era más rápido que sus rivales, forzó una fuga a 90 kilómetros de meta que fue la buena. Un día que le coronó como uno de los grandes ciclistas de la historia en Italia. Descanse en paz.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Sirotti