La leyenda del ciclista abulense sigue viva en el recuerdo de tantos y tantos aficionados que vivieron sus gestas u otros que han recibido a posteriori el gusanillo que un ciclista como Chava Jiménez despertaba y despierta en los aficionados. La historia de este ciclista estuvo íntimamente ligada a la Vuelta a España, su particular coto de caza, y donde instauró su esencia, dio los mejores días de su carrera y regaló a todos los amantes del ciclismo algunas de las tardes más recordadas de ciclismo en años. Desde que debutase en la Vuelta a España de 1996 y pese a haber tomado la salida en únicamente seis ediciones, el mito de Jiménez en la carrera española es uno de los más intensos de la historia de esta prueba.
En esa edición de 1996 se clasificó 12º en la general final. Ya había estado en el Mundial de Duitama que ganó su archienemigo Abraham Olano a las órdenes de Miguel Induráin. Sabía lo que era correr un Giro de Italia y terminarlo, por lo que estaba preparado ya para asumir galones toda vez que el gigante navarro dejó la Vuelta en la etapa de los Lagos de Covadonga. De ahí en adelante, los ciclistas de Banesto tuvieron libertad absoluta y el abulense pudo brillar en la etapa con meta en Ávila y sus murallas, aunque la victoria le sería esquiva. Estuvo allí e ilusionó en un momento de flaqueza de victorias para el pelotón español precisamente en la grande de su país.
En 1997, habiendo ya demostrado que tenía nivel para estar ahí, hizo un carrerón. Desde el principio, ya que su líder, Abraham Olano, flaqueó en las faldas de Sierra Nevada, contó con libertad y la ejercitó. En cada llegada en alto anduvo en la pelea por la etapa, con especial atención al Morredero, donde se estrenó uno de sus rivales más férreos como fue Roberto Heras, dejando al abulense de El Barraco en segunda posición. En Brañillín sería Tonkov quien se impondría, al igual que en Lagos de Covadonga, una cima que fue una espina en el currículo de José María Jiménez por no haber conseguido nunca levantar los brazos allí.
La sierra de Guadarrama sería el escenario elegido para el primer gran día de Chava. Camino de Los Ángeles de San Rafael y tras los puertos de Navacerrada y Los Leones, llegaba a meta en un cuarteto conformado por Richard, campeón olímpico, Heras -su sombra- y Clavero. Ese día comenzó su leyenda en la Vuelta, con un aplauso enorme del público a un lado y a otro de la cámara de televisión. Venía de ser octavo en el Tour y esta actuación en la Vuelta le catapultaba como uno de los jóvenes más prometedores del ciclismo español. Ya se había estrenado, por lo que la presión por ese primer triunfo en la Vuelta desaparecía.
La Vuelta de 1998 iba a ser bien diferente. Roto el techo de cristal, se iba a ver una edición de la Vuelta en la que el escalador había perdido absolutamente el miedo por correr sin ningún tipo de presión. Su líder era de nuevo Abraham Olano, pero iba a gozar de una libertad que iba a aprovechar para no sólo hacerse con la victoria en cuatro etapas de montaña, sino para elevarse a la leyenda del ciclismo español por ayudar a recuperar el autoestima de un ciclismo que llevaba años sin lucir el maillot amarillo ni siquiera.
Todo comenzó en Xorret de Catí, esa subida alicantina que debutaba y traía las grandes rampas por primera vez. Allí brotó Chava Jiménez, que dejó tirado a Lance Armstrong y fue inalcanzable para Roberto Heras. Etapa y amarillo hasta la contrarreloj de Alcudia, donde su compañero Olano tomó el relevo en la general. Hasta ahí todo en orden. En los Pirineos se aprovechó del trabajo y los ataques de los Kelme para sumar dos victorias más: Pal, en Andorra, y Cerler. Se metía así de lleno en la lucha por una general que todavía dominaba Abraham.
Y llegaban las Lagunas de Neila, en Soria. Una subida clásica de la Vuelta a Burgos, con rampas que se adaptaban a Jiménez una vez más. Lo que sucedió aquí fue que el escalador fue el que lanzó en primer lugar las hostilidades, lo que provocó polémica en el seno del equipo. Polémica que saltó a los medios de comunicación debido a la intervención de Karmele, mujer y representante del líder de la Vuelta, en claro papel antagonista con Jiménez. Hay mil anécdotas de esos días. En Banesto lanzaron un mensaje claro, que era que la victoria debía ser para el equipo y que Olano era su líder para conseguirlo, puesto que quedaban dos etapas duras, sí, pero también una crono donde el de Anoeta podía dar el do de pecho.
La etapa de Segovia poco aportó en esta lucha, no así la que acabó en el Puerto de Navacerrada. Una etapa pasada por agua por los puertos madrileño-segovianos que fue un auténtico suplicio para el vasco, aunque también para el abulense, que se encontraba frenado por sus intereses de equipo. En Los Leones se marchó junto a Zulle y Escartín para hacer de secante. Olano por detrás enlazó in extremis antes de comenzar la subida final. Una vez allí, los escaladores volvieron a imponerse y Chava intentó ganar la etapa aprovechando el ataque desesperado de Escartín. Nuevo líder sería Jiménez, con pocas esperanzas de ganar la Vuelta por la crono que aguardaba en Fuenlabrada al día siguiente.
Efectivamente, el pronóstico se cumplió y tanto Olano como Escartín le superaron en la clasificación general, finalizando tercero y siendo el héroe real para una afición que tenía puestas muchas ilusiones en el ciclista de El Barraco. Todo llegaría así a 1999, año en el que se estrenaba una montaña colosal llamada el Angliru, en Asturias. Su cima ya era un mito antes de ser ascendida, por lo que era una pieza muy golosa y una oportunidad única de pasar a la historia.
Lluvia, descensos suicidas y unas rampas en las que lanzó las hostilidades Pavel Tonkov. El ruso afrontó en cabeza casi toda la subida mientras Chava saltaba en la Cueña de les Cabres a por él. Iba a darle alcance en la recta final y adelantarle entre una espesísima niebla. Muchas motos y un desenlace inesperado que le añade más épica a la leyenda. Nombre inscrito en una montaña de leyenda que había sido muy esperada. Esa Vuelta le vio lanzar muchos ataques de poca monta, y pese a estar relativamente cerca de la victoria en Abantos, ya al final de la carrera, se vio superado por otros ciclistas como Frank Vandenbroucke.
En el año 2000 tomaría la salida, si bien procedía de haber sido atropellado por un coche en el ascenso al Puerto de Serranillos mientras entrenaba. Recuperado por los pelos, resistió en el pelotón únicamente durante la primera semana. En 2001 regresaría con más fuerza, tras no haber sido de la partida en el Tour de Francia, decisión que causó mucha polémica en el entorno del equipo. Empezó algo inseguro, pero en la octava etapa con final en La Demanda ya inauguró el marcador de victorias. Imperial, fue el más fuerte sin ninguna duda.
En estado de gracia, saltó en La Creueta, camino de La Molina, pero se frenó. Llevaba a Santi Blanco escapado y no quería perjudicar las opciones del bejarano, pero con la fuerza que demarró podía haber dejado la Vuelta temblando. Beloki, el líder, saltó por los aires en la subida a Envalira del día siguiente, camino de Andorra. Su equipo forzó un abanico subiendo y eliminó al vasco. Una gran oportunidad para lanzarse en Ordino y acabar en Pal, donde ganó tres años antes, con una amplia ventaja que le metía en la lucha por la general y el segundo triunfo. En la cronoescalada remarcó que era el más fuerte y ganó su tercera etapa. Ya estaba metido en la general.
Todo estaba preparado para el asalto al podio en el Alto de Aitana. Muchas anécdotas e intrahistorias en esta etapa. El Ibanesto, equipo del ‘Chava’ impuso un fuerte ritmo en toda la etapa (200 kilómetros) para estrenar esta cima, que decían se asemejaba al Mont Ventoux, con victoria de etapa y lucha por la general. Jiménez explotó y perdió siete minutos, despidiéndose de la general. Buscó la victoria en el Alto de Abantos, pero Gilberto Simoni fue más rápido que él. Por última vez, eso sí, se enfundaría el maillot de la montaña, que ganaba por cuarta vez.
Y hasta aquí la historia de Chava en la Vuelta a España y casi en el ciclismo. Su temporada 2002 fue una lucha contra sí mismo que acabó perdiendo. No volvió a competir como ciclista profesional y falleció hace ya 20 años el 6 de diciembre del año 2003. Un total de nueve etapas en la Vuelta brillaban en su palmarés con luz propia. Fue su carrera, sin lugar a ninguna duda.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: EFE