El 29 de mayo de 1892, a las cinco y media de la mañana, treinta y tres valientes, todos ellos belgas, tomaban la salida de una nueva prueba deportiva que uniría en trayecto de ida y vuelta las localidades de Lieja y Bastoña. La historia de la carrera más longeva del ciclismo comenzaba a escribirse en la Avenue Rogier de Lieja. El ocaso del s.XIX vería en tres ocasiones el monumento actualmente conocido como La Decana. 1892, 1893 y 1894 son las tres ediciones que le dan a esta gran clásica su solera y simbolismo histórico. En estas líneas intentaremos viajar a aquellos tiempos, en los que el ciclismo, deporte o práctica de ocio aún al alcance de unos elegidos, comenzaba a hacerse un hueco en un país en el que se convertiría casi en religión. Para ello, navegamos por las páginas de La Meuse, diario de la provincia de Lieja que se puede consultar en la maravillosa hemeroteca digital de la Biblioteca Real de Bélgica.
En la previa de la histórica primera edición, La Meuse destacaba el buen estado de forma de los favoritos al triunfo, augurando un gran espectáculo en los 250 kilómetros de carrera, que aspiraba a ser además una toma de contacto para la organización de una posible Lieja-París-Lieja de 845km. Los corredores locales centraban la atención, con Hautvast, Timprou y Houa como nombres destacados de la Liége Cyclists’ Union, frente a los Van Oolen o Rasquinet que representaban al Safety Club Liégeois. El recorrido aparece minuciosamente detallado en la edición del 27 de mayo de 1892, con una estimación de alrededor de once horas de esfuerzo hasta cruzar la meta de Lieja. Angleur, Tilff, Esneux, Poulseur, Comblaine, Aywaille, Awans, Ville, Barvaux, Hotton, Marche, Bande, Champion, Ortheville o Bastogne serían algunos de los puntos de paso en un trazado jalonado de subidas cortas y exigentes, descensos rápidos y zonas de descarnado adoquín.
La carrera resultó ser un éxito absoluto, según afirma La Meuse. Serían diecisiete los corredores que finalizarían la carrera, en una jornada que comenzaba a las 5 horas, 39 minutos y 44 segundos de la mañana de aquel domingo de mayo. El vencedor absoluto iba a ser Léon Houa, quien completó los 250km en 10 horas, 48 minutos y 38 segundos a lomos de una bicicleta de la casa “Referee” de 11,600Kg de peso. El diario de Lieja destacaba el buen estado de vencedor y máquina tras cruzar la meta, indicando las buenas prestaciones de la bicicleta, que no sufrió avería alguna en todo el camino. A once minutos del vencedor entraría en segundo lugar Timprou, quien “habría llegado aún mejor si no hubiera sufrido múltiples accidentes con su máquina”.
El éxito de la edición inaugural animó a los organizadores a repetir aventura al año siguiente. El 28 de mayo de 1893, de nuevo una treintena de corredores se daba cita para repetir un recorrido similar que tendría meta junto a la Taberna Inglesa en la Place du Spectacle de Lieja. Mil francos en cheques, una cantidad similar en piezas de arte y numerosos trofeos especiales constituirían la bolsa de premios para los vencedores, además de una medalla con la que La Meuse distinguiría al mejor corredor local.
Con temperatura agradable y viento fuerte en el trayecto de vuelta hacia Lieja, el éxito de la prueba volvía a ser indiscutible. De nuevo Léon Houa se haría con el triunfo repitiendo la hazaña de 1892, destacándose prácticamente de salida y mejorando sus tiempos intermedios respecto al año anterior. El ciclista de Lieja cruzaría su ciudad natal en loor de multitudes, disfrutando de una victoria lograda no sin sufrimiento, pues al paso por Champion, Houa rompía un pedal y debía de cambiar cuatro de veces de bicicleta hasta encontrar una de su talla. Borisowsky lograría la segunda plaza a casi media hora del ganador, seguido solo dos minutos después por Collette.
La última edición del s.XIX supondría cambios importantes. Por primera vez se consideraría como una prueba profesional, saldría de la localidad de Spa y se disputaría en el mes de agosto. Pero a pesar de todas las modificaciones, el resultado volvería a ser el mismo: tres de tres para Léon Houa, que se confirmaba como el dominador absoluto de la carrera.
Reproducimos a continuación la crónica de esta tercera edición del actual monumento ciclista:
“Desde el sábado a mediodía, no se ve otra cosa alrededor que ciclistas llevando sus máquinas y preparando su carrera.
Domingo, el día amanece gris, una fuerte niebla cubre la ciudad y siembra dudas sobre el tiempo que hará durante la jornada. Sin embargo, la lluvia y el viento no aparecieron, aunque el sol no saldría hasta pasado el mediodía.
La salida se dio hacia las 7.30 de la mañana, con un pelotón de 43 corredores de los 53 inscritos, de los cuales 41 son amateurs y 12 libres. La distancia a recorrer era de alrededor de 215 kilómetros.
Desde la salida, se lanzó la carrera a fuerte ritmo, ascendiendo la terrible cota de La Reid a gran velocidad, con lo que los cortes comenzaban a producirse rápidamente.
En Bomal, pasan en cabeza Colette, Cardol, Palau y Garin. Unos 300 metros por detrás vienen Houa y Rasquinet, que van maravillosamente, recuperando terreno con la cabeza, seguidos por Groulard en solitario y por Fairon. El resto de corredores van a bastante distancia […].
Se producen varios accidentes, como en el descenso de La Reid, con la caída de Hanlet. En Marche, tras dos horas de carrera, la cabeza de carrera la forman Garin, Cardol, Houa y Rasquinet.
A mitad de recorrido, al paso por Bastogne, Houa y Rasquinet tienen la victoria en sus manos. Colette ha roto su bicicleta y abandona. Garin, indispuesto, no logra seguir el ritmo de sus competidores.
En en trayecto de regreso, en Marche, Houa y Rasquinet siguen en cabeza, pero en Barveaux Houa ya rueda en solitario. […].
Llegada a Spa: 1º, Houa a las 4h36; 2º, Rasquinet a las 4h44; 3º, Nullens a las 5h2; 4º Garin a las 6h20 […]
Gran muchedumbre en el velódromo para esperar a los corredores. Los amantes del ciclismo que han llevado a cabo la organización de esta difícil carrera no han escatimado penas ni dinero para hacerla triunfar. Los corredores se han felicitado en todos los controles de las atenciones prodigadas”.
Léon Houa, considerado el primer corredor profesional belga, se ganaba un sitio en la historia, siendo triple vencedor de la carrera. En esta edición de 1894, destacaba también la cuarta posición de un joven Maurice Garin, un joven italiano de Arvier que nueve años después, nacionalizado francés, se convertiría en el primer ganador del Tour de Francia.
El rey de las primeras ediciones de la Decana acabaría dejando el ciclismo para dedicarse a una máquina aún más rápida. Apostaba por el automovilismo, esquivando la muerte en graves accidentes como el sufrido en Huy en 1910, en el que sufriría fracturas en cráneo y clavícula y una perforación en un pulmón. El que fuera campeón belga de ruta en 1894 fallecía un 31 de enero de 1918 en Bressoux. Su nombre quedará ligado para siempre a la carrera con más historia del ciclismo mundial, y figurará eternamente en la lista de honor de los grandes pioneros de nuestro deporte.
Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Foto: Sirotti
Maravilloso artículo que nos hace amar un poco mas, si cabe, este deporte. Gracias Victor