Los clubes estado han llegado al ciclismo. ¿Para quedarse? La rentabilidad de sus inversiones, sus cuentas y el tiempo dirán. La institución pública no ha aparecido ahora. En algunos casos ha supuesto un motor imparable en una maquinaria inteligentemente creada en lo que suponía un win&win de manual. Recuerdo el salto adelante que dio Euskaltel en el año 2000. Tenían el objetivo de participar en el Tour de Francia. Un proyecto que recibía, por cierto, un notable apoyo a todos los niveles de las instituciones vascas. Ninguna crítica, sólo descripción. Madariaga y su equipo decidieron cambiar el maillot al naranja. Si fue una decisión inocente, enhorabuena. Si fue una decisión maquiavélica y rebuscada, enhorabuena. Ese pequeño detalle hizo el resto para dar ese salto que cambió el ‘no’ a un muy buen equipo de batalladores escaladores en un ‘sí’ rotundo. La afición vasca, muy entusiasta, picó el anzuelo y lucieron el naranja en las cunetas. Por proximidad, en las etapas del Tour las ikurriñas han poblado más que las banderas francesas en el Pirineo. Añadir ese color a la afición, repartir camisetas, facilitar que la mancha se extienda. Era cuestión de tiempo que ese color se acabase sumando al seno del pelotón. Nadie en su sano juicio iba a querer perder esa oportunidad de multiplicar la afluencia masiva a su producto. Euskaltel entró por fuerza en el Tour del año 2001 y se aferró a la carrera hasta su desaparición en 2013.
En el propio ciclismo galo hemos visto un caso similar en el transformado Bon Jour, actual Total Energies. La Boulangere, Bouyges Telecom y Europcar han sostenido durante un par de décadas uno de los referentes para el ciclista francés. La Vendée, a los mandos de Cyrille Guimard, logró asentar un proyecto que, igual que Euskaltel, se hizo imprescindible por pura inercia. Fue cambiando de forma, pero siempre con el ojo puesto en el piso de abajo, en un equipo de formación que era una ventana abierta al ciclismo profesional para tantos jóvenes amateur. Voeckler, Chavanel, Robin, Simon, Rolland… la cantera inagotable. La institución pública, departamental en este caso, colaboró con un dueño que pasea la fama de la comarca y la hace más grande. ¿Es rentable? Estamos hablando de esta región francesa, ¿no? ¿Seríamos capaces de mencionar muchas más? Estoy convencido de que en general (y me incluyo) no muchas más. Claro que es rentable el ciclismo. Hasta de forma subconsciente lo es.

Por ello y por otros motivos dieron el paso algunos estados a la hora de patrocinar equipos que poco a poco han ido convirtiendo en auténticos arsenales de estrellas. Israel-Premier Tech, de la mano de Sylvan Adams, el UAE de ‘Matxin’ y Pogačar, el Astana kazajo (que está desde 2006 en el circuito) o Bahrain-Victorious son ejemplos de esta fiebre que está floreciendo. Los presupuestos pueden tener límite, no lo sé. Pero ello no es óbice para que los talentos ya se estén acumulando en varias de estas estructuras y que la respuesta de los equipos de raíz algo más tradicional hayan tenido que recurrir a súper presupuestos que les hiciesen competitivos contra algunos de estos equipo-estado que además poseen a varios de los mejores ciclistas del momento. Jumbo-Visma, Ineos-Grenadiers o Quick Step, por nombrar varios de los conjuntos más poderosos en lo económico, han estirado el cuello y la cuerda para llegar lo más allá posible. Es evidente que Remco Evenepoel va a necesitar gregarios de calidad en alta montaña, pero conseguirlos en un mercado tan cerrado no es sencillo. Incluso presupuestariamente. Quick Step tiene límites. UAE, sin embargo, ha incorporado de una tacada a Yates, Vine y algún otro ilustre para reforzar más si cabe lo que es ya un plantillón. No digo que esté mal ni que esté en contra, aunque sí me preocupan más las consecuencias.
El resto de equipos tienen serios problemas para competir. Movistar, uno de los proyectos más longevos del World Tour en sus diversas encarnaciones, ha intentado la incorporación de un segundo anunciante a gran escala. Lo sigue buscando debajo de las piedras. O de la arena. La petrolera Repsol le dio portazo a última hora y parece que han acordado una colaboración con la Federación de Arabia Saudí, se traduzca en lo que quiera que se traduzca eso (¿empezaremos a ver a Enric Mas en el Saudi Tour?). Los equipos que quieren estar ahí tienen el listón así de alto. Ya no vale ni siquiera el gestionar bien ni el hecho de tener tradición ni haber dado cobijo a varios de los campeones más célebres del último cuarto de siglo. Incluso algo más. Ahora todo lo que no pase por un presupuesto enorme, con capacidad para dar acceso a los ciclistas a avances de todo tipo y a gregarios top que bien podrían ser jefes de filas en otras escuadras, te garantiza un bonito proyecto en el anonimato más allá de los cuatro asiduos que se saben todo. ¿Cuántas victorias ha conseguido Cofidis en el World Tour en 2022? ¿Cuántas el Bahrain? Diferencia abismal de músculo y de tejido.
En fútbol han irrumpido los clubes-estado. Sus poderosas garras han secuestrado equipos como el PSG o el Manchester City. Ambos casualmente se han estrellado en sus objetivos clave, que es la Champions League. El organismo regulador del fútbol ha tenido que intervenir para acudir al Fair Play financiero como herramienta para preservar su deporte. La tendencia natural, vistos los desniveles entre estos equipos y el resto, era tender a intentar crear una Superliga en la que exista competición real. En ciclismo ya existe. Se llama World Tour. En muchos aspectos es el fútbol quien debería aprender del ciclismo. En otros, más bien al contrario. Debería haber una liga nacional entre equipos. Y que haya competición para poder escalar y que exista el miedo a descender. En el riesgo y la necesidad se agudiza el ingenio, como en el hambre. En geopolítica sucede igual. Las grandes urbes atraen y vacían el resto. Es un paso natural que hay que tratar de compensar. En fútbol coinciden pocos clubes estado en una misma liga, por eso hay tanta descompensación en las clasificaciones. España, por ejemplo, es uno de los equipos que no han permitido la entrada de jeques y lámparas mágicas. Su sentido tiene a largo plazo.

En ciclismo lo suerte es que hay equipos históricos que están recogiendo el guante y buscando debajo de las piedras para igualar su locomotora. Es lo que está salvando la situación y repartiendo en cierta medida el pan y la atención mediática. Hay muchos ejemplos de gregarios mejor pagados que líderes que bien podrían ser líderes de otras escuadras y así poner en dificultad a los grandes dominadores del ciclismo. También esta entrada de capital a espuertas es respuesta a la aparición de super equipos que tenían un presupuesto muy superior al resto. Sky comenzó a absorber grandes ciclistas para dominar sin despeinarse. La falta de competencia es pésima. Así ha pasado, que durante años el tedio se ha apoderado de la carrera más importante del mundo, el Tour de Francia. ¿Quién recuerda el duelo secuestrado entre Wiggins y Froome estando en el mismo equipo? ¿Quién el de Mikel Landa luchando contra su propio equipo por colarse en el podio? Si los dos más fuertes coinciden en interés, mal asunto para el espectador. Van Aert, uno de esos ciclistas que sorprenden día tras día, podría correr para otro equipo y ser alternativa y no vasallo de Vingegaard en la carrera más importante del planeta ciclista. Nos seguimos perdiendo duelos, aunque como la naturaleza de los corredores implicados es tal, estemos ganando otros por el camino.
Y cuando desaparezcan, que desaparecerán, ¿qué? ¿Qué marcas van a ser capaces de asumir unos costes tan altos? ¿Estarían los ciclistas dispuestos a bajar su caché por imposibilidad de encontrar un patrocinador que asuma sus fichas? La tan temida burbuja. No será a corto plazo, está en proceso de hinchado y aún hay muchos elementos e instituciones viviendo muy bien de esta situación. Ya que estamos con fútbol, una pequeña comparación. Se suele decir que el fútbol es un deporte donde juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania. En ciclismo, siempre gana la UCI. Pase lo que pase. O la banca. ¿Responde a eso el interés por la globalización? Interesante camino para otro día.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: ASO / Kare Dehlie Thorstad