El ciclista vasco tuvo un año de gran eclosión. Perteneció al proyecto de Euskaltel-Euskadi y colaboró en el gran crecimiento que después mostró y que le llevó a participar en el Tour de Francia primero en 2001 y más tarde a formar parte de la máxima categoría. Joseba pasó a un gran equipo para estrenarse en la mejor carrera del calendario, la que marcaría su carrera. Año 2000, mes de julio, Tour de Francia. El Festina francés, tras los escándalos de dopaje del año 1998 y un 1999 de absoluta transición, retomaba la ambición de brillar en la prueba de casa, la que dio fama al conjunto a través de corredores tan importantes como Virenque.
Esta nueva generación, encabezada por el irregular e imprevisible Christophe Moureau, y con un nuevo valor al alza que fue demostrando en carreras previas a la cita con la ronda gala que tenía potencial para estar ahí arriba con los mejores. El ciclista era, obviamente, Beloki, el flamante fichaje de su equipo de casa, su zona de confort. En la salida contaba con más galones el francés, pero poco a poco se fue viendo que el verdadero potencial del equipo era el vasco, que se codeaba en las grandes cimas con los mejores. Llegados los Alpes, se vio claro que la jerarquía debía premiar al escalador español sobre Moureau, mucho más irregular.
Por suerte para ambos, la tercera plaza del podio se jugó entre los dos miembros del Festina, con ventaja para Beloki por tan sólo 30″. Un gran resultado en el que supuso su debut, algo que en la época no habían logrado muchos corredores. Sus mejores días estaban por llegar, por lo que su cotización aumentó y fichó por la ONCE, que buscaba renovar sus liderazgos toda vez que Jalabert probó suerte en el CSC de Bjarne Riijs y Abraham Olano estaba dando pasos atrás en alta montaña. De ese modo, Manolo Saiz firmó su gran esperanza de conquistar el Tour de Francia.
El Tour de 2001 tuvo un claro dominio del US Postal y el Telekom de Jan Ullrich. Sin embargo, una fuga en una etapa de transición camino de Pontarlier concedió a hombres como Andrei Kivilev una ventaja que después costó recuperar. El trazado no ofrecía muchas etapas de montaña, pero sí las suficientes como para permitir a Joseba alzarse, de nuevo, con el tercer peldaño del podio de París. Un hito que le metía de lleno en futuras peleas por el primer puesto del cajón.
La edición de 2002 prometía muchas emociones por aquello de que el gran dominador de la época tuvo un recorrido más incómodo que en otras ocasiones. La ONCE tuvo ocasión de asestar algunos golpes, pero llegada la montaña el poderío de tener a Roberto Heras como gregario hizo el resto. No hubo opción más que de sostener ese segundo puesto que suponía una evolución, pero también una sensación de que se necesitaba arriesgar un tanto más para lograr batir a los rivales por la primera posición.
Ésa fue la consigna para 2003. Los Alpes fueron un campo de minas, sobre todo las ascensiones a Alpe d’Huez, donde Beloki realizó hasta seis ataques, y la fatídica etapa de Gap, donde los ataques en un puerto de segunda limpiaron el pelotón de cara a la Côte de la Rochette, donde de nuevo se vivió una buena ofensiva para derrocar al amarillo. Joseba estaba emulando a Ocaña en la constancia y persistencia en el ataque. En la bajada de aquella derretida carretera emuló al conquense en su bajada del Col de Mente. Fue incluso peor. El patinazo de su rueda trasera acabó con el maillot amarillo salvando la caída campo a través, y el aspirante en el suelo con múltiples fracturas abandonando no sólo el Tour, sino la parte competitiva de su carrera deportiva.
A partir de ahí comenzó un terreno tortuoso para el vasco, que no sólo tuvo que lidiar con la recuperación, sino que una vez la alcanzó llegó el año 2006 y todo lo que aconteció entonces es de sobra conocido con la Operación Puerto y las consecuencias de ésta.
Escrito por Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti