Muchas son las razones que han hecho que Ludo Dierckxens se convierta en un ciclista recordado por aquellos que pudieron verlo en acción en las carreteras de Europa en la última década del pasado siglo y los primeros años 2000. Perteneciente a la última hornada de profesionales que podían correr sin el ahora obligatorio y tan necesario casco; su lustrosa y blanca calva era una de las marcas que lo hacían ya inconfundible dentro del pelotón. Solo en algunas ocasiones, la calva quedada oculta por un pañuelo pirata o por una de aquellas míticas chichoneras que tanto se utilizaban antaño. A pesar de ello, en la gran mayoría de carreras en las que “Ludo el Fuerte” participaba, no era necesario reparar en su alopécica testa para encontrarlo en la serpiente multicolor, pues era mucho más fácil verlo en solitario, escapado del pelotón, protagonizando cabalgadas imposibles con un derroche de potencia y pundonor pocas veces igualado.
A su cabeza pelada, su potente planta de rodador y su espíritu combativo, sumaba una boca grande y alargada, adornada casi siempre por una simpática sonrisa. Seguramente Ludo Dierckxens nunca podría ganar el premio del más bello del pelotón, pero sí el del más querido por los aficionados, que celebraban las hazañas y los contados triunfos del belga, protagonista de tantos minutos de televisión al frente de la carrera.
La historia deportiva de Ludo es tan curiosa como su aspecto físico, pues se trata de uno de esos escasos ejemplos de aparición tardía en el ciclismo, que compensó con buenas dosis de longevidad en la élite. Cuando nuestro protagonista debutaba como profesional en 1994 con el conjunto belga Saxon, contaba con 29 años, edad en la que otros ya alcanzan su madurez como ciclistas, o incluso en la que alguno comienza a pensar en colgar la bicicleta. En el 95 pasa a otro clásico equipo belga, el Collstrop, para el año siguiente volver a la estructura del Saxon, entonces bajo el nombre de Tönisteiner. Desde el primer día destaca por su comportamiento ofensivo, y empieza a acumular buenos puestos en carreras de un día como el Memorial Samyn, la Omloop Het Volk o Schelderprijs.
En 1997, con ya 32 años, progresa como un jovencito de 22 y consigue sus primeras victorias en el GP Denain y en la Zellik-Galmaarden, además de ser subcampeón en el siempre exigente campeonato nacional belga por detrás del sprinter del Mapei Tom Steels. Sus buenos resultados le llevan a un equipo de mayor categoría, el Lotto-Mobistar, con el que su carrera profesional se lanza en su despegue definitivo. Vence en la Paris-Bourges y se deja ver en las grandes clásicas del calendario, con puestos tan destacados como un 12º en Paris-Roubaix o el 3º en la HEW Cyclassics. Debuta en su primera grande, la Vuelta a España, siendo incluso 2º en la etapa de Sabiñánigo tras Andrei Zintchenko.
Pero su gran año llegaría en 1999, tras su fichaje por el Lampre italiano. Con 34 años se proclamaba campeón nacional de ruta y lograba la mejor victoria de su carrera en la undécima etapa del Tour de Francia en Saint Etienne al imponerse en solitario tras saltar de la fuga consentida de la jornada. La imagen del calvo y feliz Ludo abriendo los brazos con el maillot tricolor de campeón belga es difícil de olvidar. Tras la alegría, vendrían las malas noticias. En unos años convulsos en el tema del dopaje, se detectó que había usado corticoides para tratarse una lesión meses antes, y su equipo le forzó a abandonar el Tour. A finales de la temporada, se confirmaría una sanción de seis meses por parte de la agencia antidopaje de su país, aunque no perdía las victorias conseguidas hasta la fecha.
En el 2000 se reincorporaba con Lampre a la competición, dejándose ver menos que en los años anteriores y sin conseguir ningún resultado destacable. Los dos años siguientes, con 36 y 37 años sobre sus espaldas, volvería por sus fueros, logrando ser 6º en París-Roubaix en 2001 y con varios puestos de honor en etapas del Tour de Francia (2º en Verdun tras Laurent Jalabert en 2001, y 3º en Rouen y 4º en Pau en 2002).
En 2003 volvía al conjunto con el que había debutado casi una década antes, ahora con el nombre de Landbouwkrediet-Colnago. Aunque empezaba a lo grande venciendo en el GP La Marseillese, realizaría una temporada discreta. Los años se empezaban a notar, y aunque aún daría muestras de su espíritu combativo, cada vez costaba más conseguir burlar el control del pelotón. Su última victoria llegaría en 2004, en Viena, en la última etapa de la Vuelta a Austria. En 2005, con 40 años y una larga carrera que empezó y acabó más tarde de lo normal, colgaba la bicicleta el simpático rodador flamenco.
Retirado de la competición, Ludo Dierckxens regenta un negocio de bicicletas y recambios en su localidad natal, Geel, y mantiene el carisma que lo hizo famoso en sus años en la élite. Hemos podido verlo haciendo sus pinitos en el mundo de la actuación, en la interesante serie televisiva flamenca “De Ronde”, en la que se interpreta a sí mismo como conductor de un coche de invitados VIP en el Tour de Flandes. Tampoco pierde oportunidad de dejarse ver en los programas televisivos belgas. Especialmente destacable es su aparición en el concurso “Blokken” en 2012, un programa de preguntas y respuestas en el que se intercala una partida de Tetris y en la que se enfrenta, nada más y nada menos, que al Caníbal Eddy Merckx (quien, dicho sea de paso, demuestra que se manejaba mejor sobre la bicicleta que con las teclas del legendario juego de los bloques).
Once años después de su retirada, seguimos añorando su infatigable espíritu combativo y sus tremendas escapadas castigando al pelotón a base de patadas a los pedales. Un corredor único que merece entrar en nuestra sección de ciclistas que, sin ser grandes ganadores, ocupan un espacio importante en el recuerdo del aficionado.
Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Foto: Sirotti
Publicado originalmente en roadandmud.com