La vida ciclista y no ciclista de Luisle, como se conoce a este percherón en el pelotón, ha sido intensa y ha estado repleta de sobresaltos. De alegrías y tristezas; de tragos dulces y amargos; de épocas de reconocimiento alternadas con otras de ostracismo. Recordado y olvidado. El hombre de las mil virtudes que decidió ser solo un poco menos bueno de lo que parecía que iba a ser. Transitando de equipo prestigioso a otros que lo han sido todavía más. En los mejores escenarios, ante los mejores talentos, dos piernas que han tirado de líderes, resuelto las mejores escapadas con maestría. Una apuesta segura en esos días inciertos repletos de francotiradores que quieren una misma pieza. De promesa a francotirador. De francotirador a hombre de equipo. Ahora, en el atardecer de su carrera, un mero faro en el llano para los escaladores más livianos. Una locomotora cual Mula, su ciudad natal, para arrastrar los pelotones más pesados.
De familia archiconocida por su exitoso paso por el mundo del fútbol, el ciclismo ha sido el coto de caza habitual pese a la fama generada por su hermano Pedro León fichando por todo un Real Madrid. Su rifirrafe con Mourinho le supuso pérdida de concentración y caché. Juntos comenzaron en el equipo de fútbol de su pueblo. Luisle se las prometía muy felices detrás de un balón. Uno siguió, el otro lo cambiaría por perseguir horizontes. No le ha ido mal, pese a que ha tenido que vivir varios episodios amargos para llegar a la gloria. Uno de los más tristes fue perder a su hermano, también ciclista, en un accidente de tráfico. Nunca se es el mismo tras esas nefastas y desgraciadas experiencias.
Ya formaba parte de la estructura de Manolo Saiz, con un perfil magnífico, coincidente en todos los análisis, aunque sin definir cuáles eran sus virtudes y desvirtudes. Compartió vestuario con otros como Alberto Contador, creciendo de la teta de uno de los grandes púgiles del ciclismo mundial. El problema vino en 2006, cuando un auténtico tsunami asoló el panorama ciclista español por la explosión de tal vez el caso de prácticas cuestionables más mediático y trascendente hasta la fecha: la Operación Puerto. Su equipo se vio afectado de lleno, aunque Luis León se pudo salvar de la quema, algo que la mayoría no puede decir, y fue capaz de reconducir su carrera en otro de los equipos punteros del momento, el Caisse d’Epargne. Murcia estaba copando las más altas cotas de la estructura, con Alejandro Valverde, José Joaquín Rojas o Fran Pérez.
Un ciclista que tenía proyección incluso en las grandes vueltas. Un hueco al que nunca encontró acceso y que tal vez nunca fue de su interés. Condiciones tenía sobradas. Buen escalador estando en forma y magnífico contrarrelojista. De lo mejor en descenso y en visión de carrera. La estabilidad que le permitía la casa de Eusebio Unzué le hizo triunfar en escenarios tan variopintos como la París-Niza, en la que derrotó al mejor Alberto Contador, ex compi en Liberty, a través de aquella magnífica etapa de Fayence donde el madrileño solo pudo hincar la rodilla ante el de Mula. Clásica de San Sebastián, Down Under, Europeo, campeón de España en ruta, también en contrarreloj con cuatro títulos, la Vuelta a Murcia ante Valverde… un nutrido palmarés que corona con cuatro victorias de etapa en el Tour de Francia.
Dos fueron luciendo el negro de Caisse. Otras dos en el Rabobank holandés, al que marchó tras considerar que tenía cerradas las puertas del éxito con tanta estrella. El núcleo español convenció al murciano para hacer las maletas tras haber sido 9º en la Vuelta a España de 2010. Lo más meritorio fue el tercer puesto en el ránking UCI a final de año. Una gesta que indica la clase de corredor del que hablamos.
Venció en Saint Flour (que no Floor) ante Voeckler, nuevo maillot amarillo y que desde aquel día se postularía como uno de los candidatos a ganar el Tour, y gente como Flecha y Hoogerland que fueron eliminados por un coche de la organización. Todos los detalles cuentan y deben ser salvados. Canallada disfrazada de destino. Esa selección permitió a Luisle triunfar por todo lo alto. Al igual que supo resolver un par de años más tarde una etapa en la que compartió fuga con Sagan, Gilbert, Casar… pata negra. Ahí pararía su luna de miel con el Tour. Incluso con el ciclismo. La transformación de Rabobank en Blanco Cycling, la marca ‘blanca’ que sucedió al mítico patrocinador, huyendo de escándalos, creó muchos problemas con varios de los pesos pesados del equipo. Los fantasmas y la réplica de los vientos de la Operación Puerto volvieron y azuzaron fuerte a Luisle, que pasó un año en la categoría continental de la mano de Caja Rural.
No tardaría en volver a la estructura que tomó el relevo de Liberty Seguros en 2007, el ya habitual Astana. La vuelta a los escenarios top le supuso un cambio de rol: gregario de lujo de grandes estrellas como Aru, Landa, Nibali… Un papel que no impedía que de vez en cuando pudiese lucirse, como ha intentado y conseguido. Seis temporadas luciendo el azul cielo para ahora volver a encontrarse con Mikel y Peio en otro proyecto, el Bahrain del talento y la interminable cola de talentos. Experiencia, buen hacer en el pelotón y ganas de seguir competitivo. Un proyecto de estrella que ha sabido absorber del camaleón sus mejores virtudes.
Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: A.S.O./Fabien Boukla