Óscar Freire. Verona. Septiembre de 1999. Un desconocido para el gran público participa con la Selección Española de ciclismo en la prueba de ruta élite de los Mundiales. Grupo de aspirantes al oro, con gente del calibre de Ullrich, Vandenbroucke y otros muchos gallos. Arrancada en seco, sorprendiendo por el ‘córner’, como se suele decir, y maillot arco iris durante todo el año 2000.
Nadie pensaba que aquel ciclista de Vitalicio fuese a suponer lo que después ha supuesto. Una auténtica revolución en un ciclismo, el español, ávido de corredores dedicados a las clásicas, más aún de victorias en ellas. El anhelado Miguel Poblet era la referencia. Las grandes vueltas y el éxito de grandes focos mediáticos como Miguel Indurain o Pedro Delgado fagocitaron el ya de por sí escaso interés en las pruebas de un día.
Tampoco conocía nadie a Romans Vainsteins, al menos el gran público. El letón levantó los brazos en el Mundial del año 2000, donde Freire entregó el maillot desde el tercer peldaño del podio tras un sprint donde el ciclista del Vini-Caldirola italiano fue claramente superior. No ha tenido una carrera como la del cántabro, ni muchísimo menos, pero bien es cierto que de ser un desconocido pasó a ser podio en París-Roubaix, a ganar etapas aquí o allí o a disputar la ya extinta Copa del Mundo.
Mads Pedersen era un auténtico desconocido cuando se filtró en la fuga buena que decidió a la postre el Mundial de 2019. Bajo un tiempo de perros (nunca mejor dicho si hablamos de Yorkshire), el suizo Kung fue el alma de un corte en el que se aseguraba una medalla. Una auténtica bestia de la contrarreloj y de los desarrollos altos a la que también se agarraría Trentin, un sorprendente ciclista con victorias de postín.
Sin embargo, pese a ser el absoluto favorito, la distancia, la climatología… y que Pedersen ha resultado ser un buen ciclista, hicieron que el danés impusiera su punta de velocidad y se ganase el derecho a vestir el arcobaleno por un año. Desde aquel momento su carrera ha mejorado. No quiere decir que no tuviera ya victorias, como la Vuelta a Dinamarca o el Tour de Poitou-Charentes.

En las clásicas, como Romans, se ha crecido. Ya en sub-23 demostró calidad al imponerse en la Gante Wevelgem. De arco iris se llevó el título de la categoría absoluta sólo cuatro años más tarde. En 2021 ya ha vencido en la Kuurne-Bruselas-Kuurne, con Matteo Trentin de nuevo como rival en el sprint final. Su segundo puesto en Flandes y un quinto en Dwars demuestra que hay madera para las piedras.
Un ciclista que pese a su veteranía en los podios, tiene todavía mucho margen de progresión. ¿Quién nos dice que dentro de poco no esté ganando etapas en las grandes vueltas o levantando algún adoquín que otro? De momento ya ha realizado su debut en el Tour, carrera en la que fue segundo tanto en la jornada inicial de Niza como en la final en París, y en el Giro, donde ha mostrado buena prestación en las contrarrelojes, sin acercarse a los gallitos de la disciplina.
Por tanto, sigamos de cerca a un ciclista que, al igual que Óscar, está destacando en unas carreras poco populares en Dinamarca, un país más acostumbrado a relacionar el ciclismo con el maillot amarillo del Tour. Ese contraestilo le da más mérito al de Aarhus.
Texto: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti