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Mads Pedersen: recompensa a la constancia entre injusticias

La llegada a Montilla nos deparó una foto del podio diferente. El maillot verde, expulsado Bennett por el tema de conversación más habitual de estos días. El Covid está haciendo más filtro en el pelotón que el propio transcurrir de los días y que los puertos puntuables, más que nada porque no hay tampoco en exceso. Mads Pedersen hizo bueno el dicho de ‘a la cuarta va la vencida’ y tras tres segundos puestos se llevó el gato al agua. Mérito por la constancia, por el trabajo de un equipo, el Trek Segafredo, que ha trabajado incansable por su líder y que no ha buscado ningún tipo de reparo a la hora de hacer realidad la posibilidad de victoria.

El ex campeón del mundo fue considerado un ganador menor. Y eso que el de Yorkshire (mundial con un tiempo de perros) fue uno de los Campeonatos más duros, con ciclistas desfondándose no por la orografía, sino por el clima y el fondo físico. El ganador menor ya acumula tres victorias de etapa en grandes vueltas en este 2022: dos en el Tour y uno en la Vuelta (de momento). Lo interesante es que no lo ha hecho ante los grandes rivales, sino aprovechando sus ausencias. Conocerse y ser realista con las situaciones es garantía de avanzar un gran camino. Muy inteligente el danés para irse construyendo un palmarés a la altura de un campeón del mundo. Empezar la casa por el tejado a veces tiene estas cosas. Tampoco iba a frenar para no lucir el arco iris en 2019. ¿No?

En el grupo principal llegaron unos cincuenta ciclistas. Un grupo muy reducido para un final de etapa que tenía cierta dureza, pero no era ningún muro imposible. Es una muestra del cansancio que arrastra el pelotón. La tensión de los test de antígenos y la acumulación de kilómetros se deja notar. Por no hablar de las elevadas temperaturas. Y los dos grandes traslados que han tenido que afrontar. El que les espera el domingo entre Sierra Nevada y Cádiz tampoco es desdeñable. Entre caídas, virus y desgaste van a llegar a Madrid entre amigos. En la línea de salida se desataba la polémica: Juan Ayuso, positivo por Covid, seguía en carrera.

Las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar. Según comunicado del equipo, la carga viral es mínima y siendo asintomático, qué necesidad había de dejarle en la cuneta. Cierto, tiene sentido. El problema viene por el agravio comparativo con otros casos, como el de José Herrada, que fue muy tajante en redes sociales por vivir un caso similar al del joven ciclista del UAE. Unos en casa y Ayuso corriendo. Eso ha creado mucho malestar en equipos como el Kern-Pharma que enviaron a tres ciclistas a casa de una tacada. Como se ha encargado mi amigo Raúl Ansó de repetir, Juanjo Oroz debe tener tamaño cabreo. Con razón. Y no es el único. La situación se está desbordando. Da la sensación de que cualquiera se puede ir a casa en cualquier momento y esa incertidumbre ilusiona más bien poco.

Y llegan las montañas decisivas. Las últimas llegadas en alto de entidad y un díptico del que la Vuelta debería salir casi definida. Si Evenepoel sobrevive, será muy complicado restarle tres minutos entre Piornal, Talavera y Navacerrada. Veremos cuáles son las tácticas, pero la primera pregunta es quién de los implicados en la general va a intentar ganar. Movistar ya sabemos que se juega mucho y salvo milagro y alineación interplanetaria (comentan que dos agujeros negros están para chocar uno contra otro, ojo), van a asegurar el podio. Salvo que Evenepoel les entregue su plaza y Roglic repita caída del Tour de Francia, parece complicado que Enric Mas gane la Vuelta si no es poniendo toda la carne en el asador para hacerlo. Es una lástima tan poca ambición en un ciclista de semejantes piernas.

Llega La Pandera, que le traerá buenos y malos recuerdos a Valverde (ganó en 2003, perdió la Vuelta en 2006). Jaén es un horno en verano, por lo que se esperan temperaturas elevadas para ser septiembre. Los favoritos tienen un muy buen final para jugarse el todo por el todo. Es un final que se adapta mejor a Remco que Sierra Nevada, aunque nunca se sabe. Aún no ha pasado un día malo, que tendrá que llegar. El día malo en la etapa jienense puede ser salvable, son únicamente dos kilómetros duros. Se espera que siendo sábado, la etapa sea una fiesta de público.

Sea como fuere, las tortillas nunca se han hecho sin haber roto previamente los huevos. Roglic afila el cuchillo, ya ha buscado meterse en el sprint de Montilla buscando el corte o las bonificaciones. Pero faltaba dureza. Evenepoel intentará conservar hasta ese último kilómetro algo más irregular. Si no le han hecho daño hasta ahí, no dudemos en que el de Quick Step va a intentar dar un golpe de gracia a quien tenga a mano. Esperemos una victoria de etapa desde la fuga.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: ASO / Sprint Cycling Agency / Xcycling

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