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Marc Soler, el día de la marmota

El catalán vuelve a dejar el Tour antes de tiempo. Segundo Tour que abandona de forma consecutiva debido a lesiones o problemas físicos, lo que unido al resto de contraindicaciones como la irregularidad física y emocional de este ciclista, ha puesto todavía más en tela de juicio la importancia de su rol dentro de un conjunto que intenta ser puntero como el UAE.

Por todos es conocido el talento de Marc. El propio Tour 2022 nos ha dejado muchísimas muestras, como las etapas de la primera semana en las que un único ciclista como él tomaba el ritmo del pelotón para enfilarlo en la media montaña y desgastar notablemente a todos los integrantes del mismo. O cómo el escalador era capaz de saltar del grupo de favoritos al top ten en todo un coloso como el Galibier para llegar a la altura de su líder, maillot amarillo en esos momentos, y defender sus opciones cuando más crítica era la situación para el esloveno.

© ASO / Pauline Ballet

Pero, de nuevo, algo le volvió a empujar fuera del Tour. Mucho mérito tuvo que finalizase la etapa posterior al tercer y último día de descanso pese a su mal estado de salud, que le provocó ir en solitario varios minutos por detrás del pelotón, delante del coche escoba y en virtual fuera de control, confirmado en la línea de meta. Problemas estomacales le causaron este sufrimiento a todas luces inesperado por la forma que había presentado jornadas antes. Estaba condenado al abandono toda vez que su equipo, el UAE, tuvo que decidir abandonarle a su suerte por la escasez de efectivos con los que contaban en ese momento. Era eso o desabastecer al candidato a ganar el Tour y líder absoluto del equipo. Cinco ciclistas seguirían tras su marcha de la carrera francesa.

Todo con el infausto recuerdo aún de la caída en la primera etapa del Tour anterior, tras aquella aficionada que portada el tristemente famoso cartel de OPI-OMI. El desastre que provocó fue tal que ciclistas como Tony Martin o Marc Soler viesen amenazadas sus opciones de continuar en carrera y dejar a sus equipos, que entonces eran candidatos a pelear por el podio final de la carrera, con un efectivo menos durante tres semanas. El de Vilanova i la Geltrú fue el más perjudicado, sin lugar a dudas.

Corría el año 2021, una temporada en la que Soler partía también como líder en el Giro de Italia, con una alineación pensada para que el catalán disfrutase de los galones que tanto había reclamado meses atrás. Era su prueba de fuego, la carrera que iba a definir qué papel iba a jugar en una estructura que le da tanta importancia a las rondas de tres semanas. Movistar apostó todo a él, pero sin embargo fracasó en la empresa debido, de nuevo, a problemas físicos. Una caída le hizo abandonar mediada la corsa rosa cuando estaba a tres minutos del líder, un Egan Bernal que ya parecía inalcanzable.

© Movistar / Bettini Photo

Si unimos su temporada 2020, donde gana una etapa en la Vuelta a España y firma el segundo y único triunfo de los telefónicos en dicha temporada, la del Covid y la reforma del calendario para concentrar toda la competición en otoño, todo da todavía más sensación de continuidad en la desgracia, la inestabilidad emocional, mental. Las imágenes de Soler siendo remolcado por su director Pablo Lastras en el documental ‘El Día Menos Pensado’ son bastante reveladoras de qué clase de ciclista es, con sus luces, como obviamente sus piernas se encargan de demostrar a cada paso, y sus sombras, como su cabeza y las circunstancias también se encargan de mostrar.

En 2019 tuvo una Vuelta a España muy complicada. En primer lugar porque era un primer test para ver qué clase de corredor era, qué dimensión había que darle incluso dentro del propio equipo Movistar. Su respuesta fue perder diez minutos al término de la segunda etapa, una jornada de media montaña cuyo resultado lastró sus opciones en la general. Fue noveno en Madrid, tras tener algún que otro altercado con sus directores como el que protagonizó y pudo ver todo el mundo en directo camino de la cima de Els Cortals d’Encamp, en Andorra.

Si bien iba fugado con buenas perspectivas de poder pelear por la etapa, el análisis a posteriori dejaba claro que había un ciclista muy superior al resto como Tadej Pogacar, que iba a conquistar en su cima la primera victoria en una vuelta grande, pero que además se iba a postular como uno de los candidatos al podio y a ser una de las estrellas más destacadas del mundo del ciclismo como es a día de hoy. El equipo le pidió al corredor de Movistar que aflojase el ritmo para esperar a Nairo Quintana, que venía con el esloveno con perspectiva de coger el liderato. Los aspavientos del catalán mientras esperaba al colombiano fueron muy criticados incluso dentro de su propia escuadra.

© ASO / Broadway

Fue noveno final, y esa es otra constante que parece observarse. Una vez encuentra el camino, tiene una calidad incuestionable. Ya el mero hecho de estar con los mejores en las etapas más duras es una muestra inequívoca de lo bien que rinde en los mejores escenarios. Por eso aún cuenta con caché entre los grandes equipos. Pero, ¿confiarían en seleccionarle como líder único de un equipo para, por ejemplo, una Vuelta a España?

Ángel Edo, su representante, afirmó en HC Wanders que el catalán sería el líder del equipo UAE en la ronda española. Tras el Tour, nadie duda de que si se encuentra en buen estado de salud, será de la partida. Pero tampoco se duda de que el ciclista tendrá que, cuanto menos, compartir galones con Joao Almeida, que hasta ahora ha demostrado más que él en niveles de fiabilidad, o incluso Tadej Pogacar, que también podría ser de la partida.

Quizás el error sea verle como un aspirante a competir en las generales de las vueltas, cuando en realidad podría ser un escalador que luche por victorias de etapa o se reconvierta en un gregario de mucha calidad para días puntuales. Es fácil imaginársele en una lucha cerrada por el maillot de lunares de la montaña del Tour de Francia o por victorias en cimas míticas del Giro de Italia. Una especie de Mikel Nieve un tanto más irregular.

© ASO / Photogomezsport / Antonio Baixauli

Atrás quedaron los días donde se esperaba que fuese un actor importante en la transición de Contador y Valverde hacia una nueva generación que trajese de nuevo al ciclismo español a cotas más altas. No era descabellado cuando Soler conquistó la carrera de los futuros campeones, el Tour de l’Avenir. Corría el año 2015 y por allí estaban ciclistas sólidos como Guillaume Martin, Sam Oomen, Giullio Ciccone o Laurens De Plus, además del australiano Jack Haig, que ya ha destacado en la Vuelta a España siendo tercero y que fue su rival más destacado, quedando a poco más de un minuto en la general final. Confirmación de aquel éxito fue la París-Niza absoluta que conquistó en la última jornada tras una fuga de lejos que hizo sudar a los favoritos, que quedaron perplejos y se quedaron ya sin tiempo de reacción. Una jugada maestra que le hizo entrar en boca de todos.

Esa expectativa quizá haya sido lo más perjudicial para Marc, que tiene la calidad para convertirse en el ciclista que todos habíamos esperado que fuese. Sin embargo, sus intereses o forma de ser dificulta que lo sea, lo cual no es ni bueno ni malo. Simplemente, es.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: ASO / Pauline Ballet

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