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Marco Pantani: 19 años, 19 razones para echarle de menos

Como cada 14 de febrero, movidos por la sensibilidad artificial del ‘Día de los Enamorados’, se recuerda un aniversario más del fallecimiento de Marco Pantani, ese escalador de silueta inconfundible que nos dejó desolados aquel invierno de 2004 y cuyo recuerdo continúa latiendo en todos los aficionados que vivieron su ciclismo. Y hay muchos motivos para hacerlo, muchos más que únicamente diecinueve. No es fácil encontrar a un escuálido escalador que era capaz de ganar contracorriente, cuando lo que estaba de moda era el clásico culogordo que arrasaba en las contrarrelojes y subía como los ángeles.

Entre los años 1994 y 2000, que fueron los de mayor brillo y esplendor del ‘Pirata’, se encontró con rivales tales como Miguel Induráin, Jan Ullrich, Lance Armstrong, Pavel Tonkov, Alex Zulle o Evgeni Berzin en un par de generaciones que fueron muy potentes en nombres de ciclistas que han pasado por uno u otro motivo a la historia del ciclismo. Todos con un denominador común, y es que eran casi imposibles de batir en una vuelta de tres semanas. Los escaladores vivían una época donde su labor era muy valorada por volar cuesta arriba lo que en llano sufrían ante estos auténticos tiburones de la contrarreloj.

Sabemos que Marco habitó en una época muy dura de recordar por aspectos más relacionados con el dopaje que con la épica, pero es el ciclismo que muchos hemos vivido y con el que dos o tres generaciones nos hemos enganchado a este deporte. Y esos momentos que vivimos y disfrutamos tienen todo el derecho a campar en nuestras memorias como quien posea la opinión de desacreditar los éxitos de Pantani y sus rivales a hacerlo.

Al igual que muchos corredores quedaron señalados por el levantamiento de alfombras parcial sobre aquellos años, el italiano, tal vez por morir de forma temprana y en un tiempo anterior a muchas investigaciones y confesiones que se pusieron en marcha más tarde, se salvó de la quema y en general deja una sensación más dulce que agria. Lo más amargo de Marco fue su final y la forma en la que una oscura y todavía misteriosa historia fue apagando su brillo primero y su vida después.

Pantani se lanza en el Agnello a una locura similar a la de Aprica en el Giro de 1994. En imagen, en el Izoard camino de Deux Alpes
  1. Porque nos recuerda a ese ciclismo épico

Las generaciones que crecimos con el ciclismo de los 80 y los 90 como referencia sabrán a lo que me refiero. Entonces nos contaban cómo eran las gestas de Gaul, Bahamontes, Coppi… ese ciclismo épico, sin cálculos, con peores bicicletas, más solitario en el esfuerzo y más espectacular para narrar y vivir. Pantani nos trajo todo aquello de vuelta. Desde que arrancó en el Mortirolo en el Giro de 1994 hasta que se bajó de la bicicleta tras la etapa de Morzine del Tour del año 2000. Ataques sin complejo, sin miedo a perder y con el único fin de lanzar una moneda al aire: o tú o yo, victoria o derrota. El riesgo y las ganas de ganar fueron lo que quizá más se valoró de su forma de correr.

2. Por su calva y la bandana

Recuerdo hablar de Pantani con gente que ni siquiera seguía el ciclismo. Esa imagen alopécica se instaló en el imaginario colectivo y ese look quedó como una especie de referencia. Como entonces los ciclistas profesionales no estaban obligados a llevar casco, era más evidente su diferenciación con respecto a los demás corredores. Su calva al viento o, si hacía frío, su bandana. Un elemento más para reconocerle como ‘Pirata’ en esos abordajes en alta montaña que llevaba a cabo.

3. Porque creó el Mortirolo y nos lo regaló

Las montañas están ahí y son como son, para lo bueno y para lo malo. El espectáculo lo generan los ciclistas, ayudados parcialmente por el marco, que tiene su porcentaje de influencia. El Mortirolo se estrenó en 1990 por su lado menos duro (el venezolano Sierra sufrió más para bajarlo que para subirlo). En 1991 ya se afrontó por su vertiente estrella, la de Mazzo di Valtelina. Fue en 1994 cuando este calvario en forma de carretera se elevó a la categoría de mito. Y fue gracias a Pantani, que con su forma de subirlo y poner patas arriba el Giro, no sólo descubrió al gran público lo que era el Mortirolo, sino cómo había que subirlo para los próximos osados a retar sus durísimas rampas. Curiosamente no lo volvería a ascender jamás en competición.

4. Porque atacaba siempre

En ocasiones hemos observado en los grandes campeones esa actitud. No importaba si ya iban de líderes o tenían la carrera completamente controlada y ganada, gustaban de realizar exhibiciones que en sí eran una forma de incrementar su leyenda y su empatía con el aficionado. Pantani lo hacía siempre, sin importarle quiénes eran los rivales, sin saber si esos ataques iban a dejarle en mejor o peor posición. Ir en el grupo, ser uno más no le interesaba. Él era diferente y quería distinguirse del grupo de favoritos. Mejor solo que mal acompañado, pensaría.

Marco Pantani al abordaje de Jan Ullrich en el Col du Galibier (Tour 1998)

5. Porque no ha venido nadie al ciclismo como él

Ha habido ciclistas con más clase, con más victorias, mejores en el global de sus condiciones, difícil que fuese alguien que subiese los puertos más rápido que él. Pero lo que está claro es que ha sido y será un ciclista único, con un carácter competitivo dentro y fuera de la carretera que estaba fuera de toda duda. Con sus luces, muchas, y sus sombras, también muchas, lo que este ciclista ha hecho en competición y por cómo los planetas se han alineado para que fuese una auténtica sensación del ciclismo internacional, le hacen un corredor único, irrepetible.

6. Porque daba qué hablar en el post etapa

No era muy dado a hacer declaraciones, seguramente porque no era capaz de reprimir sus visiones sobre la realidad que le rodeaba. Cuando lo ha hecho, no ha dejado cuenta pendiente por resolver. Los dardos más famosos fueron hacia la organización del Giro por señalar que no diseñaban tanta montaña como vendían, sobre todo en la presentación del recorrido de la edición que ganó (1998) y la guerra que se inició con Lance Armstrong tras ‘ganar’regalarle’ la etapa del Mont Ventoux.

7. Porque los recorridos de hoy…

Antaño se imponían las contrarrelojes y las etapas llanas de primera semana, esos días de nervios que muchos finos escaladores no podían resistir, impidiéndoles brillar después en su terreno predilecto. Aún así, Marco destrozaba a sus rivales cuesta arriba. ¿Qué hubiese sido en recorridos como los de hoy con tantas montañas ya desde bien temprano en las grandes vueltas y ausencia casi total de contrarreloj? Tal vez con tantas oportunidades no se lanzase ‘a lo loco’ con tanta facilidad, pero quién sabe. Marco llegó a un punto donde poco le importaban las consecuencias.

8. Porque el ciclismo italiano…

… le echa de menos. Él fue el gran exponente de una generación incapaz de retornar la bandera tricolor a lo alto de los Campos Elíseos. Recuperó la victoria en el Tour para Italia después de 33 años de sequía. Un gran escalador no ganaba en París desde Pedro Delgado, diez años antes. Se echaba de menos esa figura que retara a ciclistas que encontraban un recorrido más adaptado a sus condiciones y que pese a las desventajas les ganase. Visto el momento del ciclismo italiano actual, la sombra de Pantani sobre él es cada vez más alargada.

Pantani ganaría la etapa del Mont Ventoux por delante de Armstrong, que cedió la victoria al italiano, desatando una intensa polémica

9. Porque quedó mucho sin resolver

Y sin esclarecer. La muerte de Marco fue muy sonada por lo impactante de conocer que una persona de 34 años sea encontrada sin vida en extrañas circunstancias. Sí, una forma de elevar el mito, de acrecentar su leyenda, de darle mucho interés a la biografía de una figura pública de tanto calado. Pero fue una lástima que el escalador de Cesenatico tuviese un final así, repentino, solitario y viviendo a saber qué calvarios. Las investigaciones no alcanzaron ningún punto concluyente, pero da la sensación de que hay más cera de la que arde.

10. Porque movía ciclismo más allá del ciclismo

Fue por culpa del contexto y la dimensión que en ese momento el ciclismo estaba cobrando en el viejo continente. Pantani era reconocido por aficionados al fútbol que no tenían por qué seguir necesariamente el ciclismo. Entonces los ciclistas gozaban de mayor fama entre los seguidores del deporte en general. No sucede ahora por muchos factores, mayoritariamente porque en la actualidad la cantidad y variedad de distracciones son mucho mayores. Si le añadimos que encima era un corredor tan espectacular, tienes la mezcla perfecta para que fuese tan famoso como Induráin en su época de mayor esplendor.

11. Porque recuerda a esos escaladores antiguos…

Hablábamos de ello en la introducción. Era vivir algo que sabías que iba a ser único, que dentro de unos cuantos años a otras generaciones le sonará como a batallas del abuelo, pero siempre podremos decir que le vimos correr y disfrutamos de sus ataques y días de gloria. Nos preguntábamos cómo era vivir el ciclismo de Coppi y Bartali, el de Fuente y Merckx, el de Hinault para quien no lo haya vivido, el de Induráin… Coincidir en vida con Pantani siendo un aficionado al ciclismo fue una suerte. Suerte que hay medios audiovisuales para poder compartir su leyenda.

12. Porque ha habido años de ciclismo muy duros…

… donde los mejores escaladores no buscaban su suerte ni siquiera con aire a favor. O lo hacían ya muy cerca de la línea de meta. Hubo varias generaciones que pensaban (quizá piensan) que el ciclismo espectacular era el de los últimos kilómetros. Las carreras se han ido orientando así, hacia favorecer esa emoción tan artificial y cuestionable que casi nunca consiguen, por cierto. Pantani rompía todos esos esquemas. Su planteamiento de carrera sólo se lo hemos visto a Alberto Contador, con matices, en los momentos que tenía perdidas las grandes vueltas, donde ha hecho saltar todo por los aires en ese estilo kamikaze tan del ‘Pirata’.

Pantani y Berzin charlan en la previa de una etapa

13. Por la lección de vida que su ciclismo suponía

Dejando a un lado las maniobras vividas en la época para mejorar el rendimiento, cuestión que es poco ética de por sí, Pantani lanzaba un mensaje con su ciclismo, que era de no rendirse jamás, no importaba cuán grandes fuesen sus rivales ni lo altas que fuesen las montañas o las dificultades. Hay que seguir intentándolo, sobre todo cuando no tienes nada mejor que hacer. El segundo puesto para él era el primero de los perdedores. No siempre le salieron bien sus cruzadas en los puertos. Pero sí sirvieron para que quedase rastro de su paso por el mundillo, para que se recordasen sus hazañas incluso cuando estas no le tenían a él por vencedor.

14. Porque hubiese sido muy interesante su visión post profesionalismo

Viendo cómo hablaba en una época donde comenzaba a instaurarse la moda de ‘bienquedas’ en el pelotón, hubiese sido curioso y muy interesante escucharle valorar el ciclismo actual desde muchas vertientes. Por ejemplo, desde el conservadurismo. En la actualidad, menos. Pero no hace tanto que el ciclismo era excesivamente predecible. Muchos aficionados no se bajaron del ciclismo profesional por el dopaje, sino por la falta de espectáculo en algunas de las carreras clave. Ahí Pantani hubiese tenido mucho que comentar. Y sin pelos en la lengua lo más seguro.

15. Porque su carrera no estaba acabada

Con 34 años y habiendo tenido algún año en blanco a lo largo de su plenitud, pese a que su cuerpo había sufrido mucho no sólo por el esfuerzo del deporte, sino por todo lo que le rodea, aún le podía quedar algún ramalazo de clase. En su última llegada en alto en el Giro estuvo a punto de llevarse la victoria pese a ser un Pantani absolutamente crepuscular. Simoni lo impidió en venganza por la voracidad que Marco había ejercido sobre él en el pasado.

16. Por el mito de la muerte joven

Marylin Monroe, Kurt Cobain, Amy Winehouse, John Lennon, John Fitzgerald Kennedy… la lista es bien larga. Personas que desaparecieron demasiado pronto, en lo más alto de sus carreras o cerca. Pantani abandonó este mundo con 34 años, una edad que para un ciclista de la época ya era el tiempo de descuento. Pero ese perecer temprano dejó tras de sí el recuerdo del mito, el recuerdo del mito joven que nunca envejecerá.

Pantani, Zulle y Armstrong suben Hautacam en el Tour de Francia 2000 entre ataques alternos

17. Para evitar sus homenajes en el Giro

Si se permite un tinte de humor, los homenajes que la organización del Giro ha lanzado en estos años podían haberse evitado. No por sentidos, que seguro que lo fueron, sino por dar la sensación de oportunismo. Como la llegada unipuerto a Oropa o alguna otra etapa que ha representado la carrera de Pantani por haber triunfado allí de un modo u otro. Pero nunca como un homenaje a la alta montaña en una etapa descomunal de las que al italiano le hubiesen gustado. Esperando el regreso de La Fauniera, donde tiene monumento, o que cada año la organización se decida a nombrar ‘la etapa Pantani’ a una de sus etapas más duras de cada edición.

18. Por vivir su antagonismo con Armstrong

Por todo el turbulento paisaje que el escalador transalpino estaba construyendo tras de sí, la rivalidad con Armstrong sólo la pudimos vivir durante tres o cuatro etapas del último Tour de Francia de Pantani, algo que en ese momento no imaginábamos. Sus fantasmas terminaron por derribarle del todo, pero un Marco crepuscular, con buenas piernas y sin nada que perder hubiese puesto en un brete al estadounidense en alguna situación. Fue el único ciclista que le sacó realmente de sus casillas, obligándole a llamar en carrera, según cuenta la leyenda, al doctor Ferrari para resolver sus inquietudes. Una guerra que hubiese vivido muy alejada del colegueo‘ con Ullrich. Pimienta que hubiese ayudado mucho al ciclismo.

19. Porque se le recuerda más que a muchos otros más ganadores

Es cierto que es uno de los mitos del ciclismo. Pero si se observa su palmarés, sólo constan dos grandes vueltas, logradas de una tacada en 1998. El resultado siendo menos importante que el medio para conseguirlo. Era su forma de correr, la cantidad de tardes incendiadas y con los espectadores pegados a la pantalla del televisor. Gotti, compañero de generación, ganó dos ediciones del Giro. Nadie le recordará jamás al mismo nivel que a Marco. Nibali, toda una leyenda con victorias que superan a las de Pantani en número y calidad, nunca alcanzará la fama y mito que el ‘Pirata’. Carisma, mito, alineación de planetas.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: Sirotti

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