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Maurice Garin, el italiano que ganó el primer Tour de Francia (1903)

Maurice Garin pasó a la historia del Tour de Francia y del ciclismo sin ni siquiera ser consciente de ello en primera instancia. Nació en Italia, en el conocido valle de Aosta. Desde allí transitaba en bicicleta para trabajar en el lado francés de aquellas montañas que lo rodeaban. Puerto arriba, puerto abajo, el mote de “petit ramoneur” venía dado por su profesión (deshollinador) y su pequeña complexión (apenas superaba el 1,60 de estatura). Chimeneas y bicicletas aparte, el ciclismo fue también su profesión. La llegada a la victoria en París no fue ni mucho menos una casualidad. Ya en la línea de salida su nombre era el más comentado.

Y no era para menos cuando este ciclista todavía italiano se hizo con el podio en la primera París Roubaix y con la victoria en las dos siguientes. Hablamos de ediciones aún anteriores al siglo XX, con el vértigo que da en pleno XXI hablar de cifras que empiezan con el número 18. Sí, en esa prehistoria del ciclismo profesional se desarrolló uno de los primeros campeones. Con el cambio de siglo, Maurice pasaría a ser francés, y con dicha bandera se presentó a la salida del primer Tour de Francia en la capital. París despedía a sus héroes como los familiares despedían a los transatlánticos en el puerto.

Una aventura que partía con nuestro protagonista en el dorsal número 1 y que aún evitaba las grandes montañas, al menos las que se podían evitar. Tampoco hacía falta. No estaría su hermano Ambroise, quien tomó el relevo en el ‘Infierno del Norte’. Garin partía como favorito, como francés y con ese espíritu de jovialidad que el nuevo siglo traía a una sociedad necesitada de retos de este tipo, de búsqueda de los límites humanos. En un ciclismo todavía muy experimental, no hubo rival para Maurice, imponiéndose en solitario en la meta de Lyon tras 467 kilómetros.

Las etapas no eran consecutivas, estaban alternadas con varios días de descanso intermedios. De hecho, las seis etapas que recorrían Francia en seis capítulos llevó a los ciclistas dieciocho días. No todos participaron en todas las etapas, todo hay que decirlo. Había puntos de control y se aprovechaban las horas de luz para arrancar y las de menos luz para aplacar los calores del verano. Aquel 1 de julio se tomó la salida, la meta tuvo lugar el día 2. Garin alcanzó la meta en torno a las nueve de la mañana y se anticipó en unos segundos al también francés Émile Pagie. El tercero a más de media hora, el último a más de doce.

Camino de Marsella, el 5 de julio, se abalanzó sobre la ciudad costera el segundo gran favorito, el galo Hippolyte Aucouturier, quien había abandonado en la primera etapa, así que ya no contaba para la clasificación general. Fue la salvación de Garin, ya que no tuvo precisamente un buen segundo día de Tour. Tampoco camino de Toulouse, repitiendo un escenario que el destino hubiese cambiado de no haber abandonado el ya campeón de dos etapas el primer día. La ciudad del Alto Garona fue el punto más meridional, y fue destino culminante del gran sueño del primer ganador del Tour de Francia. Amplió su ventaja por encima de la hora con respecto a sus rivales.

Todo iba de cara. En Burdeos se impuso un suizo, Charles Laeser, obteniendo su única victoria como ciclista. Garin dominaría en Nantes y en la vuelta a París. Se postuló como un primer gran nombre para la historia del ciclismo, esculpido en piedra y que es uno de los grandes hitos que pasan de generación en generación, motivo de pregunta de Trivial. El primer Tour tenía dueño. Y el segundo iba camino de tener el mismo, pero a modo de los positivos que desposeyeron títulos décadas después, Garin fue desposeído de su segundo título (1904) una vez se demostraron trampas y escándalos como el aprovechamiento de trenes para acortar las etapas y mejorar los tiempos.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: AFP // Interiores: Wikimedia Commons: Jules Beau

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