Opinión

Mauro Vegni y el ciclismo de miniatura

Los últimos reductos del ciclismo épico están cayendo. El último de ellos en ceder ha sido el Giro de Italia, esa carrera que bregaba sin cesar y con tesón contra las modernas reglas de compresión del espectáculo en platos de minimalistas bocados. Cayó. Y no calló su provisional mandamás, un Mauro Vegni que se ha debido ausentar de golpe y con fin retroactivo de finales tan apasionantes como la contrarreloj del Tour de Francia entre Greg Lemond y Laurent Fignon de 1989. O las encarnizadas batallas entre Dumoulin y Quintana decididas en favor del primero también en la última etapa, otra contrarreloj. Ese deporte impredecible que nos engancha cuando lo es, y que no se decide hasta la última línea, ese mantra repetido entre los ciclistas al igual que los partidos de fútbol son siempre once contra once y que no hay rival pequeño. Otra de las máximas del deporte. 

Pues bien, Mauro Vegni, del que dicen las malas lenguas que se encuentra al borde de dar el relevo al frente del generador de sueños rosas, la prueba otrora más dura del mundo, afirma que es injusto perder una carrera el último día. El maltrato a las cronos se está convirtiendo en algo habitual. Ya no llegan a la treintena los kilómetros dedicados en todo un Giro de Italia. Al igual que la eliminación de escenarios excesivamente duros es una alarma. Las diferencias se están convirtiendo en el enemigo número uno del organizador. El apocalipsis se acerca. 

Lo siguiente será reducir las anodinas clásicas a un kilometraje adecuado para entrar por televisión y que el espectáculo esté más concentrado en las retransmisiones. Menos problema para los highlights y mucho menos para los organizadores, que tendrán menos horas de cortes de tráfico. Será interesante ver cómo ya hoy hay pruebas ciclistas con etapas más cortas que muchas cicloturistas. Un auténtico sinsentido. 

Ese ciclismo de miniatura, de corto alcance, lo será también en la repercusión. Nunca dejará de existir, pero sí está claro que mutará hacia algo distinto. En ese escenario, los hay que piensan que nuestro deporte gozará del seguimiento que ha perdido en los últimos años por diversas razones. Pero hay otro dicho que dijo el sabio: quien se mueve no sale en la foto. No hace falta cambiar de raíz un ciclismo que ha llegado hasta aquí sin estas florituras y autoajustes absurdos. Siempre ha habido carreras mejores y peores, audiencias mejores y peores. Una cuestión es adaptarse al medio, al contexto, a la circunstancia. Otra muy distinta cambiar todos tus planteamientos y personalidades por un medio y un paradigma que mañana volverá a cambiar. Se nota que nunca han llevado pantalones de campana. 

Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Sirotti

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