Tras las temporadas en las que no había lugar a la duda de que estábamos ante un fenómeno, iba a llegar una temporada que para muchos es la del Merckx más caníbal, la de Mourenx, la de su primer Tour ganando todas las clasificaciones. Pero, probablemente, para Merckx muchos de los aspectos de este año deban pasar al olvido.
En una temporada con Niza, San Remo (tercera victoria igualando a Coppi y la sospecha de que el inalcanzable récord de seis de Girardengo podría verse amenazado), Lieja o Flandes, el doblete Giro-Tour aparecía en el horizonte de Merckx.
Y en Italia iba a ganar etapas, vestirse de rosa, y encauzar un Giro que a mitad de recorrido parecía solo ser cosa suya…hasta Savona.
Merckx era expulsado del Giro por dar positivo en un test antidóping, quedando la victoria fácil para Gimondi. Las imágenes de un Merckx desconsolado llorando en la cama de su habitación darían la vuelta al mundo. Su equipo, el Faema, abandonaba el Giro también, y la expulsión se convertía en cuestión de estado en Bélgica.
El positivo implicaba perderse el Tour y eso era ya demasiado ultraje, tras un positivo en el Giro que siempre estuvo en entredicho.
Finalmente, su sanción sería recurrida, y aunque por escaso margen, Merckx iba a poder competir en su primer Tour… si podemos llamarlo competir. Toda la ira y rabia del belga iban a verse reflejadas en una carrera que ese año, quizás, se convirtió en la mayor exhibición global en la historia del Tour por parte de un corredor.
Seis etapas, todos los maillots, diferencias abismales a sus rivales (solo tres quedarían a menos de media hora del Caníbal, y el más cercano, Pingeon, a casi 18 minutos) y una etapa para la historia camino de Mourenx, en una cabalgada en solitario que ya siempre sería recordada.
Una etapa en la que, sin embargo, Merckx no tenía pensado atacar. Y es que a pesar de pasar Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque, la cima de este se encontraba a unos 70km de la meta en Mourenx.
Pero la voracidad, el orgullo y la rabia iban a hacer lo imposible. Y es que en un grupo selecto a 500 metros de la cima del Tourmalet, un grupo sin Gimondi que había cedido anteriormente, el gregario de Merckx, Van den Bosche, iba a atacar para coronar en primer lugar el Tourmalet. Una hazaña para un gregario, para un muy buen gregario, pero que acababa de rechazar la renovación con su equipo, con el de Merckx, para irse a la Molteni… Ese sería su fin en la etapa. Merckx arrancaba por detrás y ante la sorpresa de sus rivales iba hacia su compañero y lo pasaba en la misma línea del puerto para lanzarse en el descenso.
Al verse sólo en Luz Saint Sauveur, decidió seguir para delante, y el resto ya es historia… aunque tuvieran que darle champán tras el Aubisque en un momento de debilidad.
Ya era El Caníbal, ya era leyenda, una nueva era había empezado, y no parecía que nadie pudiera cerrarla…salvo el destino.
Y es que lo que parecía el 20 de julio, con su victoria en el Tour, como una venganza por lo de Savona en el Giro y un aviso a navegantes, apenas mes y medio después, en el velódromo de Blois, el 9 de septiembre, estuvo a punto de ser el fin.
En la prueba tras moto, su “piloto”, Ferdinand Wambst, no pudo esquivar una caída delante en un momento de la prueba y cayó, fracturándose el cráneo (moriría camino del hospital), mientras Merckx quedaba herido, aunque por suerte pudo salvar la vida.
Merckx reconocería con el tiempo que ya nuca volvió a escalar como antes de la tragedia de Blois, y que siempre sintió dolor al escalar los puertos… y aún así seguiría haciendo honor a su apodo… Caníbal.
Escrito por Pedro Gª Redondo