Ciclistas

Michal Kwiatkwoski, el gregario mejor pagado

En un mundo donde el dinero tiene la capacidad de engrasar la máquina que lo mueve, los gregarios suelen llevarse, como el refrán refrenda, la peor parte. Los ojos se clavan en los dorsales acabados en uno. La atención a la prensa y el peso de los titulares recae sobre ellos, los ciclistas cuyos apellidos cercan las primeras plazas de las clasificaciones. Por lo tanto, el mayor esfuerzo se centra en que esos que firman la gran mayoría de los autógrafos extiendan el movimiento de muñeca en un compromiso contractual con tu equipo. Los medios hablarán, mis marcas me lo agradecerán. En ocasiones sin hacer coincidir el pensamiento con una realidad: sin equipo no se es nadie. Solo estás muerto. Aplíquenlo a cualquier circunstancia de la vida. 

Si uno observa la lista de los ciclistas mejor pagados del momento repara en que en las plazas altas de los top se encuentra un gregario, casi más apreciado en los despachos que en la carretera, algo inusual en los tiempos que corren. Es el caso de Michal Kwiatkowski. El polaco nacido en 1990 fue en su día aspirante a formar parte de ese selecto club de megaestrellas. En ese periplo en el que estaba por definir su rol dentro del pelotón estuvo en el alto riesgo que muchos corredores sufren, que no es otro que quedarse en el limbo absoluto, entre Pinto y Valdemoro, en una indefinición que es la que realmente hace irrelevantes a los ocupantes de dicho vagón. Por suerte, Michal saltó y encontró su función, su leitmotiv para día a día salir a entrenar y a pelear duro, que no era otra cosa que servir a un jefe de filas de cara al triunfo. 

En montaña, en llano, en bajada, en la media montaña, en situaciones complejas, para controlar, para atacar… para ganar clásicas, mundiales, para dar presencia en las escapadas. Incluso para ganar etapas de las grandes vueltas. La versatilidad de Kwiato le ha hecho merecedor de un hueco en una de las plantillas más laureadas de los últimos tiempos, la del actual Ineos. Froome le debe un Tour de Francia, si no varios. Su remuneración es, por tanto, justificada. Curioso que sus honorarios superen incluso a varios de sus líderes, como pudieran ser Richard Carapaz o Adam Yates, con una clara mayor relevancia en el conjunto. Corredores como Alaphilippe, Van Aert, Valverde, Nibali, van der Poel, Roglic… todos ellos se encuentran por debajo de los dos millones y medio de euros anuales que percibe el corredor de Chelmza. 

Es imposible no pensar qué hubiese sido de este ciclista sin estar subordinado al yugo de sus jefes de filas. Si aún así hablamos de un ganador de clásicas como la Amstel Gold Race, Milán-San Remo, Strade Bianche, San Sebastián o E3, o carreras de una semana como la Tirreno-Adriático o el Tour de Polonia, la carrera de casa, ¿Qué podría haber sido de él habiendo tenido un equipo potente a su servicio y reservado fuerzas para los momentos clave? Es sencillo de plantear, aunque en cierta medida injusto, ya que si cambiásemos las circunstancias, deberíamos cambiar también los resultados. ¿O no? 

Uno de los precursores, por cierto, de la Polonia ciclista al más alto nivel, aunque de ser cuasi un pionero, ha pasado a promocionar su país en la pintura de los buses a través de la inscripción en los motorhome aprell. Rafal Majka ha sido uno de los mejores exponentes de una generación. Y sigue siéndolo, en tanto que las escapadas siguen contando con el veterano escalador en la alta montaña. El beneficiado, el aficionado y su equipo, el UAE, si bien su raíz anárquica hace que sea poco predispuesto a tácticas de equipo de las que él no sea el beneficiado (que le pregunten a Contador sino). Un alma diferente de gregario, el espíritu del sacrificio frente al beneficio. La forma de encarnar un rol mucho más que necesario en las grandes escuadras, que precisamente lo son por tener este tipo de ciclista capaz de controlar y de ganar a partes iguales. 

Texto: Lucrecio Sánchez  (@Lucre_Sanchez)
Foto: A.S.O./ Alex Broadway 

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