Ciclistas

Mikel Landa, momentos de un ciclista singular

El protagonista del ‘landismo’ nació en Murguía, Álava, el 13 de diciembre de 1989. Pasó a profesionales en 2010, año en el que fue 5º en el Tour del Porvenir y ya se comenzó a hablar de aquel escalador vasco que venía pegando fuerte. Expectativas confirmadas tan sólo un año más tarde, cuando coronó en solitario las Lagunas de Neila, en la Vuelta a Burgos, ante una concurrela bastante decente: Purito Rodríguez, Juanjo Cobo, Samuel Sánchez… Ya competía en las filas del Euskaltel Euskadi y bajo ese mismo maillot naranja iba a disputar su primera grande en la Vuelta 2012. Pese a que no fue uno de los máximos protagonistas de la carrera, sí que estuvo en momentos clave como la escapada de Alberto Contador camino de Fuente Dé. Así se empapó de épica. 

La desaparición del Euskaltel le llevó al kazajo Astana, donde disfrutó de un primer año de transición. Y llegó 2015, cuando el mundo descubrió por fin las cualidades de un vasco que maravilló a la escena ciclista con un Giro de Italia repleto de momentos en los que fue no sólo protagonista sino inspirador. En combinación con un Contador imperial y un Astana desatado, crearon la más hermosa gran vuelta que se recuerda. Se clasificó tercero en el cajón, pero dejando la sensación de haber sido sin duda el más fuerte en la montaña. Su ataque en Finestre, con la maglia rosa contra las cuerdas, o la exhibición en el Mortirolo primero en favor de su compañero Aru, su teórico líder, y después en colaboración con un rabioso Alberto que recuperó el tiempo que perdió en una caída donde el grupo no esperó. Dos etapas, la Cima Coppi (quizás un error de cálculo, ya que de ese modo Zakarin dejó de colaborar con él en la escapada que en ese momento era un cara a cara por el Giro), y la admiración general. Le pararon al ver que no iba a ninguna parte y su compañero Aru tenía más opción de asaltar el rosa. 

En la Vuelta de aquel año sucedió algo parecido, camino de Els Cortals d’Encamp, en Andorra. Un etapón que no podía tener otro ganador que Mikel. Aru venía escapado por detrás y pese a las órdenes de equipo, el español decidió no parar y ganar su etapa. No le iba a volver a pasar aquello de frenar por un compañero. Fue decisivo para la victoria del italiano, eso sí, en la Morcuera, el puerto que decidió aquella edición de la Vuelta y donde derrotaron a un poderoso Tom Dumoulin. 

El cambio a Sky no le supuso ningún bien a nivel de resultados. En el Giro combinó caídas que le dejaban fuera de la general con sorprendentes enfermedades (por llamarlo de alguna manera) que le dejaban fuera de juego. Más allá de victorias parciales y poca relevancia, su mayor protagonismo llegó en el Tour, donde ayudando a Froome estuvo a un segundo de conseguir el podio de París. Su equipo incluso tiró del pelotón con él escapado en posición de poner en un brete a los equipos rivales. Ni siquiera siendo segunda baza gozaba de oportunidades. Por ello, en 2018 llegó un nuevo bandazo y cambio de equipo: Movistar. 

Un periplo que no le sentó del todo bien. De nuevo compartiendo galones y responsabilidades, lo cual únicamente incidió en hacer del vasco un ciclista atado a las órdenes de equipo y sin dejar salir su espontaneidad y genialidad, sus grandes cualidades. En 2019, donde se diseñaba un Giro precisamente donde él fuera el único capo, con la asistencia de Carapaz, emergente ecuatoriano que ya había sido 4º en la corsa rosa un año antes, resultó en victoria de éste con Landa una vez cuarto por un puñado de segundos. En el Tour de nuevo la combinación de intereses con el colombiano Nairo Quintana dio en una situación similar, con el escalador de Murguía sin hueco para poder explorar sus opciones. Resultado: marcha del equipo telefónico. 

En Bahrain parecía, por fin, disfrutar de un equipo diseñado para él en exclusiva, con fichajes que sólo podían ayudarle en montaña. El Tour 2020, pandemia mediante, fue bueno para sus intereses, finalizando 4º y dejando la sensación de ir a más con los días. El problema regresó en 2021, donde una caída acabó de nuevo con sus opciones en el Giro y la performance que regaló en la Vuelta, muy decepcionante y abandonando al pie de Lagos de Covadonga tras intentar su particular canto del cisne. Una carrera donde brillaron sobremanera Jack Haig, Damiano Caruso, Gino Mader… un equipazo donde de nuevo le iban a crecer los enanos. 

Aquí surge el eterno debate. Cuando algo se repite por sistema deja de ser casualidad para llamarse causalidad. Nunca ha terminado de ser el líder único de equipo alguno, quizá porque no le siente bien esa responsabilidad o porque una vez disfrutada otros entiendan que pueden ascender por encima de él. En todo caso, aún queda ciclismo en sus piernas para disfrutar de los ataques que le queden por regalar. ¡Atentos a su 2022! 

Escrito por: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Sirotti

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