Opinión

Mikel Landa: ¿nuevo éxito o nueva decepción? Los dilemas del ‘landismo’

El podio de Mikel Landa en el Giro de 2022 termina con muchos fantasmas y al menos una leve sensación de alivio. El vasco culmina así tres semanas donde apenas tuvo percances y donde parece que no encontró las piernas que le hubiesen gustado, aunque ser el segundo más fuerte en la subida a La Marmolada no es síntoma precisamente de debilidad cuando se trata de la vigésima etapa y se estaba a punto de llegar a la definitiva etapa de Verona. 

Por un lado, ha mostrado su regularidad, sin fallar de forma estrepitosa ningún día y con otros de brillantez donde ha sabido imponerse a Joao Almeida, su gran rival para la tercera plaza mientras se mantuvo en carrera. Una vez el COVID afectó al portugués, su lucha terminó, conformándose con una tercera plaza que iguala el registro alcanzado en 2015, año en el que explotó como gran aspirante a subirse al podio de las rondas de tres semanas. Siete años de esperanza, de caídas, de sufrimiento, de alabanzas y de críticas. Un papel nada fácil, con problemas con sus equipos y la capitanía de los mismos. 

Sin ir más lejos, en 2019, cuando coincidió en el Movistar que proclamó campeón a Richard Carapaz cuando se suponía que el de Murguía era el capitán absoluto, se repetían los mantras que le habían perseguido a lo largo de su carrera con Fabio Aru, Chris Froome y otros. Con su marcha a Bahrain ha dejado atrás esa sensación de quedarse siempre atrás en una co-capitanía, nunca considerado un jefe de filas único, tal vez por la volatilidad que siempre ha arrastrado como candidato y su querencia por el asfalto a la mínima. 

Ahora ha tenido la oportunidad de combinar todos los astros a su favor: desde el hecho de que no hubiese un corredor que sobresaliese más que él en su propia escuadra hasta la circunstancia de que varios de sus rivales directos como Bardet, López y el mencionado Almeida tuvieron que dejar la carrera de forma temprana. Sin grandes rivales y a lomos de un equipo muy competitivo, Mikel tenía la ocasión de su vida para pelear, por fin, por ganar una gran vuelta. A un minuto se encontraba del rosa ante las últimas dos etapas de montaña, su terreno, en un trazado que además no incluía más de 27 kilómetros contrarreloj. Disciplina en la que, por cierto, rindió a medias. En Budapest, sobre 9 kilómetros, logró limitar las pérdidas bastante. Sin embargo, en Verona, sobre unos 17, cedió algo más de tres minutos con el ganador de la etapa. Ni siquiera era una crono llana. Ni siquiera es lógico que el vasco quedase fuera de los 70 primeros de la clasificación. 

Las reflexiones van más en dilucidar si Landa ha triunfado o fracasado. Un podio es siempre un éxito, ya que además de asegurarte el hype durante algunos años más y así acceder a contratos más suculentos, te vuelve a poner de actualidad, transmite la sensación de que Landa ha dejado de vivir de las rentas. Actualizado a 2022, dio la impresión de que se conformó con alcanzar la orilla y no peleó por una primera plaza que tenía al alcance. Es cierto que Hindley parecía jugar en otra liga ese último día, pero Carapaz no. Un intento por asaltar esa segunda posición hubiese sido aplaudida, toda vez que no había riesgo alguno de perder el tercer puesto del cajón por la distancia que tenía ya con Vincenzo Nibali, cuarto clasificado final. 

No deja de apenar el hecho de que Landa, siendo en un pasado uno de los escaladores más temidos del pelotón, se haya remitido a forzar la máquina únicamente para alcanzar el podio. Alcanzado este, se acabó la filosofía atacante. No muchas veces se le presentará la ocasión de luchar por vencer en una gran vuelta por etapas. 

Por el camino, Mikel se ha comido el protagonismo de Pello, que pese a trabajar para su jefe de filas e incluso dejar de lado sus opciones en alguna etapa, ha resistido en una meritoria quinta plaza. Lejos, eso sí, de la pelea por las plazas más altas. Tal vez esa falta de ofensividad en algunas circunstancias se haya podido deber a cuidar las opciones de su coequipier. Buitrago es otro ciclista que ha sacrificado situaciones favorables para mejorar su clasificación o luchar la victoria debido a su interés por que el equipo llegase al podio a través de Landa. 

Ahora es tiempo de Tour, de que el escalador de Vitoria regrese a la carrera que tan bien se le dio en 2020 (4º) y otras temporadas anteriores. En muchas de ellas procedía con el Giro en las piernas y, pese a estar lejos del podio en la mayoría de ellas, se encontró muy bien, siempre entre los diez mejores de la carrera. Un importante logro debido al alto nivel que suele juntarse en Francia debido a la magnífica participación con la que siempre cuenta el Tour. 

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto: Gian Mattia D’Alberto / LaPresse / RCS Sport

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