Ciclistas

Mitch Docker, el estibador del adoquín

En las salidas y metas de las grandes carreras la expectación de un aficionado, un fotógrafo o un periodista puede ser muy diversa. Unos prefieren esperar pacientemente ante el autobús de su ídolo, de sus compatriotas o del nombre más mainstream de la carrera, mientras otros están más en busca del ciclista diferente, el que te da imágenes o escenas que no te dan las grandes celebridades. Y es ahí donde un ciclista australiano siempre llamaba la atención, con su clásico y frondoso bigote rubio, sus pendientes y su mullet setentero al viento o cubierto por una gorra plana, despidiendo carisma a raudales.

Mitch Docker ha hecho de su imagen casi una marca, convirtiéndose en uno de los ciclistas más queridos del pelotón. Pero el australiano no es solo la imagen que proyecta. Es un ciclista con una carrera deportiva admirable, que ha demostrado su amor por este deporte y que ha sabido ser fiel gregario y capitán de ruta ejemplar en la máxima élite del ciclismo. Si una inoportuna fractura en el codo sufrida en el pasado Tour del Benelux lo permite, la París-Roubaix 2021 será su última carrera como profesional.

El aplazamiento del Infierno del Norte, una tragedia para todos los que esperábamos la prueba con ansia, fue para él una ocasión pintiparada para poner el broche de oro a su trayectoria en la carrera que ama. Una Roubaix que descubrió en 2009 con Skil-Shimano, en su primer año en Europa tras dejar el Drapac, y que espera afrontar por undécima y última ocasión.

Como no podía ser de otra manera para un aussie, Docker descubrió el ciclismo en el velódromo y pronto se enamoró del deporte del pedal. Su debut profesional llegó de forma peculiar. En 2005, el que iba camino de ser uno de los mejores clasicómanos del siglo, Simon Gerrans, buscaba cerrar su primera temporada completa en AG2R ganando en la carrera de casa, el Herald Sun Tour. Correr en octubre y con un gran desplazamiento no es fácil para los equipos europeos, así que los galos completaron su escuadra con varios jóvenes locales como stagiaires. Uno de ellos era nuestro protagonista, que logró acompañar a su líder en la victoria final y terminar en una meritoria octava posición.

Tras tres años en el conjunto de casa, el Drapac, demostrando manejarse bien en el pelotón y logrando algunas victorias menores en el calendario asiático, llegó la oportunidad de dar el salto a Europa con el Skil-Shimano, equipo que parecía hecho a su medida. Con los neerlandeses fue sintiendo cómo calaba hondo su pasión por el adoquín y en 2011 viviría su mejor momento. Sexto en Gante-Wevelgem y sobre todo 15º en una París-Roubaix en la que dejó su sello luchando con los mejores flandrien del pelotón.

Paradójicamente su demostración como corredor fiable en las piedras, gracias a la libertad que tenía en el Skil-Shimano, supuso la oportunidad de dar un salto al WorldTour que también implicaría cambiar su rol para siempre. Volvía a casa con Orica-GreenEdge, se reencontraba con Simon Gerrans y empezaba su reconversión como gregario entregado y encargado de acumular kilómetros al frente del gran grupo. Desgraciadamente, una grave caída entrenando en Australia al inicio del año le impedía afrontar la temporada de clásicas.

Desde 2013 no se ha perdido una Roubaix, aunque ya sin el brillo de aquel 2011. Pudo disfrutar desde dentro de un momento inolvidable en 2016 con la victoria increíble de su compañero Mat Hayman, uno de los días grandes del ciclismo moderno y un premio que llegaba casi para todos aquellos que aman esa prueba por encima de cualquier otra. En una entrevista a Cyclingtips tras anunciar la decisión de retirarse, Docker contaba un consejo que le había dado el ganador del adoquín y que ha llevado por bandera hasta la fecha:

“Mat me dijo que siempre había que seguir pedaleando en Roubaix. Si te caes, pinchas, o lo que sea, sigue pedaleando. Nunca sabes lo que puede pasar en París-Roubaix y puedes encontrarte en cabeza en cualquier momento. Intento aplicar esto en todas las carreras”.

El ciclista de EF Education – Nippo no solo da mucho al ciclismo sobre la bicicleta, si no que comparte su posición y experiencias a través de un fantástico podcast: “Life in the Peloton”, que nos permite seguir el ciclismo desde otra perspectiva y disfrutar de sus charlas con muchos (y muchas) ciclistas del panorama actual.

Aún no sabemos qué hará Docker después de su retirada. Ojalá siga deleitándonos con su perspectiva y su conocimiento de este deporte a través del podcast. Seguro que sería también un fichaje atractivo para las cadenas de televisión. Seguro que tampoco dejará de lado de la bicicleta, y quizás se anime al ciclismo aventura. En eso, como su compañero de equipo y estilo alternativo, Lachlan Morton, ya ha hecho sus pinitos. Por ejemplo, ha participado recientemente en el evento Sverigetempot, que se celebra cada cuatro años y consiste en recorrer la longitud de Suecia en una semana. Otra cosa es segura, seguirá disfrutando de su pasión por la cerveza, degustando y paladeando las mejores birras del mundo pues, como él mismo se define, es todo un “Advocate Beer Connoisseur”.

Vamos a echar de menos a Docker en el pelotón. Ciclistas diferentes que traen recuerdos de otros tiempos y que escapan de la imagen canónica del deportista de élite, aportando estilo propio en un pelotón que a veces resulta demasiado monótono.

Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Fotos: @ACampoPhoto

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