Los ibones son una de las maravillas del Pirineo oscense. El remanso de paz que esta pequeña masa de agua nos transmite a tanta altitud y en un entorno de picos, el sonido del viento y el dominio sobre los paisajes y valles que se extienden a nuestros pies es sólo comprensible una vez se experimenta. En este caso, podremos llegar en nuestra bicicleta de montaña hasta el Ibón de Asnos, muy próximo al de Sabocos, más grande, pero más difícil de acceder en nuestra máquina preferida.
Tenemos dos opciones para llegar hasta aquí. Hablamos de paisaje de alta montaña, sobre las pistas de esquí de Panticosa y el embalse de Búbal, a los pies de Hoz de Jaca, localidades bastante próximas una de otra, así que bien podríamos degustar ambas ascensiones o subir por una para bajar por la contraria. Ambas con una gozada, si bien junto a los compañeros de Puertos de Huesca vamos a desmigar la segunda de ellas, la que asciende desde Hoz de Jaca. Nos encontramos, por si alguien anda despistado con ello, en el norte de la provincia de Huesca, en el corazón de los Pirineos aragoneses, bien cerca de la frontera con Francia.

Hablamos de un ascenso que tiene en total unos 12 kilómetros y un porcentaje medio cercano al 8%. Números de Alpe d’Huez, aunque este se nos hará más duro por varias razones. La primera es el firme. En los primeros instantes incluso es una pista asfaltada, pero después pasa a ser territorio para ruedas gordas en exclusiva, con porcentajes muy interesantes y zonas que nos harán recordar a cualquier gigante alpino o dolomítico que se nos pueda pasar por la cabeza.
El trazado es espectacular, sobre todo en la zona alta, donde quedamos expuestos a los elementos que quieran acompañarnos: viento, agua o sol. El fuego lo dejaremos para sentirlo en las piernas. No es una pista que esté completamente limpia de piedras, pero se puede ascender bien. Conforme ganamos altitud, los árboles van dando paso a unas vistas de infarto sobre los valles contiguos y que nos harán disfrutar aún más del esfuerzo.




Una vez se entra en los últimos siete kilómetros de subida no habrá apenas descanso. Sin rampas excesivas, el porcentaje medio de la subida en este tramo asciende al 8,5%. Alcanzamos el Collau Madilar, con vistas al pico de mismo nombre, cuya base podemos alcanzar continuando la ruta al Ibón de Asnos.
En ese punto se bifurca la ruta en dos: la que sigue ascendiendo hasta el ibón, nuestro destino, y la que desciende hasta Panticosa a través de una pista de tierra que nos une con el parking de la estación a través de la parte alta de las pistas. Una gozada que dejamos para otra ocasión. Cuando lleguemos aquí nos daremos cuenta de que existe un telecabina que nos sube hasta el collado desde la estación, una opción para descender si hemos accedido a pie hasta aquí, desde luego. Si está en marcha…




A partir de aquí el puerto pasa a una dimensión mayor. El puerto se retuerce y se vuelve tremendamente espectacular. Cuidado en la bajada, por supuesto. Un entorno precioso nos espera, con la posibilidad de seguir explorando la montaña si continuamos la ruta de frente y pasado el ibón. El firme, eso sí, pierde consistencia y la ruta eleva su dificultad, volviéndose más salvaje. Amén de las elevadas pendientes, claro está. Eso sí, si tienes piernas, no dejes de hacerlo.
En la zona hay más rutas de este estilo, como por ejemplo la de Ibonciecho, que arranca desde Sallent de Gállego. También espectacular y recomendable, cómo no. Sobre servicios cercanos, además del telecabina, hay un restaurante en el cruce de las pistas que suele tener horario en las horas centrales del día. Obligatorio ir preparados con agua, kits de reparación, y sobre todo con dos piernas y una cabeza llenas de paciencia y entereza.




Reportaje en Puertos de Huesca
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Puertos de Huesca
Visita virtual: