El colombiano ha obtenido un sinfín de éxitos en su ya dilatada carrera como profesional desde que debutara en 2009 en el equipo de casa, en Colombia. Unido al Movistar español en 2012, su conquista de cimas no ha dejado de crecer. Ya en 2010, cuando se erigió como campeón del Tour de l’Avenir, se impuso por partida doble en la estación de Risoul, en línea primero y en cronoescalada después para certificar su salto al estrellato. Los ganadores de esta carrera tienen después una buena vida profesional. No tardaría mucho en ingresar en un equipo potente que le daría la oportunidad de mejorar la calidad de las carreras que disputaba.
Un auténtico escalador con un futuro prometedor. Ya en sus primeros meses se llevó la Vuelta a Murcia, cuyo triunfo basó en la conquista del Collado Bermejo, lugar de grandes escaladores como Marco Pantani. De hecho, fue bautizada así la cima tras su fallecimiento en 2004. Sin embargo, las cumbres de mayor categoría empezarían a entrar en su palmarés desde ese mismo año de debut en la élite. El Joux Plaine ya supondría un aviso en plena Dauphiné del potencial de este menudo colombiano. 2013 iba a ser su año. No ya sólo por su crecimiento en el Tour, donde fue la única alternativa real a Chris Froome y Sky, sino en la calidad de las conquistas. e llevó su etapa en País Vasco y un triunfo en alto, cómo no, esta vez en Arrate. Unas semanas antes se llevó la victoria en Vallter 2000, cima de la Volta a Catalunya. En el Tour, además de ser segundo en París y coleccionar maillots secundarios, se alzó con la etapa de Semnoz. Tiranizó la Vuelta a Burgos con el trofeo añadido de su etapa reina en las Lagunas de Neila. Un año para enmarcar que no ha sido excepción, sino norma.
2014 comenzó muy bien, con victoria en el Cerro del Amago y la general final. Su debut en el Giro le hizo ganar el rosa y dos etapas en Val Martello -polémica incluída y Monte Grappa, ésta en cronoescalada, segunda que ganaba en su carrera. Un nuevo alzamiento en la Vuelta a Burgos y en su etapa reina le llevaría a liderar la Vuelta, pese a que una caída le privó del rojo y le obligó a abandonar. La derrota que le propinó Alberto Contador en la Tirreno-Adriático anterior le supuso una lección y no dejaría pasar la ocasión de ganar la carrera imponiéndose, cómo no, en el Terminillo.
Un año algo más gris en victorias que no seguiría en 2016, con la general de Volta y Romandía, donde llegaría primero en Morgins, Route du Soud, con victoria también en alto en Couraduque. Pero la clave fue su maillot rojo ante Chris Froome, el ya triple vencedor del Tour de Francia. La Vuelta fue su terreno desde el minuto uno, con una histórica victoria en los Lagos de Covadonga, rememorando las gestas de Lucho Herrera y recuperando un logro que se anhelaba para Colombia desde 1987. Un podio en el Tour completó un gran año. Doce meses después la temporada comenzó de forma inmejorable. La cima de Mas de la Costa se fue al de Movistar, como volvió la del Terminillo en Tirreno-Adriático. La del Alto del Acebo, en Asturias, fue el preludio del Giro, donde era el máximo favorito. En el Blockhaus se puso de líder y venció la etapa, una más. Derrotado en la crono final, le pesó el esfuerzo en el Tour. En 2018 se llevó una etapa en la Vuelta a Suiza, en Arosa. Su segundo y último triunfo del año sería en una cima de prestigio, inédita y durísima del Tour de Francia. Ante un eventual último año en el Movistar, donde había rumores de disolución del acuerdo contractual, comenzaría su 2019 con un prometedor éxito en Colombia, en el alto de Las Palmas. En el Tour conquistaría el Galibier camino de Valloire. Una amarga victoria de etapa que escondía un mal rendimiento en el Tour, refrendado en una Vuelta en la que se impuso en la primera etapa en línea, sorprendentemente en una escapada.
En la montaña daría batalla, pero dejaría a cero el casillero. Perdió el podio en la última etapa de montaña a manos de Pogacar. Ello supondría el fin de la relación con Movistar y firmaría con el Arkéa francés en una arriesgada apuesta que le podía alejar de las grandes carreras. Sin embargo, en el calendario galo no dejó de ganar mientras la pandemia lo permitió. En Haut Var y la Provence, donde se llegó a la cima del Ventoux con el de Boyacá levantando los brazos.
También en Eze en la primera. Por no hablar del bonito triunfo en La Colmiane, en la París-Niza ante una concurrela de más nivel. Parecía que volvía el Nairo que se echaba de menos, mucho más fino. Por contra, el Tour dio la razón a sus críticos y el cuarto puesto en la primera llegada en alto fue sólo un espejismo. Un año raro que no se tiene en cuenta por todas las connotaciones de excepcionalidad que está teniendo la epidemia que tanto ha modificado la vida normal y la ciclista. Por ello, habrá que darle un pequeño margen al escalador de Arkéa, equipo que, pese a contar con el doble vencedor de gran vuelta y múltiple podio del Tour, no ha sido invitado al Giro de Italia Todo estará enfocado al Tour, donde las cosas, lejos de victorias parciales, no le terminan de funcionar.
El papel de líder de marzo a septiembre quizá ya no sea posible y deba adaptar su preparación a ser un hombre Tour finalmente. Arkéa necesitará de sus actuaciones en más carreras, ya no sólo por puntos, sino por mera presencia y obtener rentabilidad al esfuerzo realizado para fichar al colombiano. En cambio, si asegurase una gran presencia en la carrera francesa tal vez podría merecer la pena el sacrificio. Pero tras varios años en un rendimiento más bajo que el mostrado en sus primeros años en el primer plano del ciclismo mundial. Nairo quizá esté agotando las últimas balas de confianza para renovar grandes contratos como un candidato a ganar grandes.
Si no confirma que vuelve a su mejor estado tendrá un estatus muy diferente, con quizá roles de escalador o animador, ya no como favorito. Su calidad es incuestionable, eso sí, y un escalador de esta talla siempre puede retornar o regalar una jornada inolvidable. Pero parece que la posibilidad de realizar hazañas a las que aspiraba, como el sueño amarillo y convertirse en el primer colombiano en vencer en París, ya no tienen el mismo interés. Hoy ya hay muchos ciclista de su país que despuntan y eso le resta el protagonismo que tanto ha acaparado durante años.
Ha marcado una época y como tal habrá que respetar siempre su peso en la historia, no sólo por lo que no ha ganado, sino por lo que sí ha conseguido, que es mucho. Dos de las mejores piernas que han pasado por el ciclismo en los últimos años. Lamentarse por lo ocurrido sirve más bien de poco, pero es cierto que cuando tuvo piernas no pudo, no supo, no quiso aprovechar todo su potencial, ya fuera por miedo, por conservadurismo o por imposibilidad. Pero sí queda el regusto de que él tenía capacidad de haber logrado imponer otro ciclismo ante la máquina apisonadora del Sky.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti