Pongámonos en antecedentes. David Gaudu comenzó a sonar como uno de esos escaladores franceses que aparecen cada año como lo que en la música británica se conocía como The Next Best Thing, ese término que englobaba a las eternas promesas que pasan tan deprisa por delante de nuestros ojos como una cinta transportadora de supermercado. Como los pasos de un cometa, que viene y se marcha a la misma velocidad. En cambio, con el ciclista de Groupama FDJ se observó la continuidad en el tiempo y la progresión que en otros casos se había echado tanto de menos. Gaudu se quedó, aprovechó su oportunidad de convertirse en una estrella del ciclismo.
Enganchó a muchos aficionados por su forma de correr, sus cabalgadas en etapas de montaña. Incluso estando en implicaciones por la clasificación general buscaba ser osado, jugarse toda la fortuna, el Rolex y las llaves del coche. En julio de 2022 fue cuarto en la carrera de los sueños, de una forma un tanto gris si se quiere. Opacado totalmente para el ojo humano por el duelo del siglo. No así para los galos de a pie, que se ilusionaron con motivo de que por fin uno de esos corredores que parecía que venían, finalmente vino. El problema es que si restamos al tercer clasificado, que fue el galés Geraint Thomas, por si a alguien le puede la amnesia, David hubiese aupado a Groupama al podio de París, esa foto con dobles filos por cualquiera de los lados del rectángulo.

Conocida la baja del corredor de Ineos Grenadiers, que ha optado por buscar nuevos retos en una carrera esquiva para él como es el Giro de Italia, Gaudu asciende a ser el tercer hombre considerado más fuerte del ramillete que se supone peleará por esas plazas de honor que serán fuente de artículos, divagaciones como esta e ilusiones de póster y carpeta. Apoyados por su buena actuación de la simulación más realista del año, que va a ser sin ninguna duda la que presenciamos en París-Niza, colándose entre los dos únicos ciclistas que cuentan para ganar el Tour, la creencia de que en sus piernas está un escalón de esa foto.
¿Qué implicaciones va a tener esto en David Gaudu? En un cambio claro de su forma de correr, de calcular las fuerzas para estar ahí en el momento adecuado y batir, si puede, a sus rivales por el tercer puesto. O el segundo. Nunca esas cabalgadas suicidas para buscar las metas de montaña, que era lo que nos enganchó a él. Para más inri, corre bajo la bandera francesa de su equipo, para el que el cuarto puesto en todo un Tour ya da motivo más que suficiente para dar por cumplidos los objetivos de la temporada. Al menos a nivel prensa, donde importa el Tour y hay poco análisis más profundo del que roza la superficie, quedaron cubiertos con tal logro.
Salvo giros de guion inesperados, no parece que el riesgo vaya a ser el modus operandi de un ciclista que tiene capacidad para subirse al carro de estos locos que lanzan la carrera a 90 kilómetros de meta sin importarles ni pensar si eso les conviene o no. El chip regulero de toda la vida parece que será el pan nuestro de cada día en este caso, donde de un escalador de inspiración hemos conseguido un ciclista más, con mucha calidad, no hay que dudarlo.

La responsabilidad es diferente, es cierto. Cuando el ciclista francés de Bretaña corría a la sombra de Thibaut Pinot todo era más sencillo, había posibilidad de fallar y que las consecuencias fuesen igual a cero. Ahora es él quien cobija en su sombra a otros ciclistas la película es bien diferente.
Y es totalmente respetable, el ciclismo está hecho para que ciclistas con estas capacidades prefieran enterrarlas para ni siquiera pensar en un primer puesto, sino puestometrear con el fin de sumar puntos valiosísimos para su equipo y conseguir hitos que le aseguren un contrato de por vida y una excusa para que los medios y las redes mencionen su apellido entre los posibles candidatos. Por exigencias del guion o por decisión propia, cualquier posibilidad es respetable.
Y sí, es tan lícito como que Van Aert y los defensores de su gestión deportiva crean que es positivo para su carrera ir regalando victorias a sus a priori gregarios. Y tan legítimo como diseñar una carrera de irrelevancia como durante muchos años eligieron bastantes ciclistas a cambio de puestos entre el 5 y el 10 en las clasificaciones generales. Pero esta deriva que nos muestra a un ciclista más regular y menos espectacular termina por englobar a los ciclistas que la protagonizan en un saco de ciclistas que levantan bastantes menos pasiones que las que levantaba el David Gaudu del principio.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: Getty Images / Groupama FDJ // ASO