Ciclistas

Óscar Sevilla: Reinventarse o morir

No resulta fácil, 23 años después de su debut profesional en aquel conjunto Kelme de 1998, mirar atrás para repasar la trayectoria deportiva de Óscar Sevilla, pues se trata de una historia llena de altibajos, con grandes momentos de gloria pero también con oscuras sombras. Con todo, nos encontraremos en este repaso con la historia de un ciclista que ha sabido reciclarse y reinventarse para poder seguir compitiendo y disfrutando de su deporte. Echemos un vistazo a los logros, errores y aventuras profesionales del escalador de eterna cara de niño.

1998-2002 – Ascenso meteórico

Tras un primer contacto con el mundo profesional en 1998, donde debuta en una grande como el Giro de Italia, el de Ossa de Montiel comienza a despuntar como uno de los grandes valores del futuro en 1999 deslumbrando en un Tour de Romandia, en el que gana una etapa y se corona como mejor joven de la carrera. Además, alcanza un meritorio 13º puesto en la general final del Giro de Italia, demostrando que puede ser un corredor a tener en cuenta en las vueltas de tres semanas.

Llega el año 2000 y con él sus primeras victorias profesionales en pruebas de un día del calendario español. El prometedor escalador manchego sigue dando muestras de su clase terminando 2º en Volta a Catalunya y haciendo top20 en Giro y Vuelta.

Las grandes sensaciones de sus primeros años profesionales se confirman en un 2001 para enmarcar, donde destaca en las carreras de una semana previas a un Tour de Francia en el que brillaría con luz propia, logrando el maillot blanco de los jóvenes y finalizando en séptima posición de la general. Pero ahí no había acabado el memorable 2001 del albaceteño, pues en la Vuelta a España se convertía en uno de los ídolos de la afición, luciendo un maillot amarillo que perdería el último día en favor de Ángel Luis Casero para ser segundo en la general final.

En 2002, con todos los focos apuntando hacia él, no consiguió alcanzar el nivel del año anterior. No pudo terminar el Tour y se tuvo que conformar con quedarse a las puertas del pódium, cuarto, en la Vuelta a España.

2003-2005 – Buscando su sitio en el pelotón

El 2003 fue un año discreto para Óscar Sevilla. La presión de haberse convertido en estrella mediática le pasó factura y solo logró ser 12º en la Vuelta. Su último año en Kelme no estuvo a la altura de sus buenas temporadas precedentes.

No sería mejor su 2004 pese a su cambio de equipo. Enrolado en las filas del conjunto suizo del Phonak, logra una meritoria 3ª posición en Dauphiné, pero queda por detrás del 20º puesto tanto en el Tour como en la Vuelta.

En 2005 se va a uno de los equipos más fuertes del pelotón, el T-mobile alemán, para ser gregario de lujo de Jan Ullrich en el intento de desbancar a Armstrong en el Tour de Francia. En la Vuelta vuelve a rendir a buen nivel y consigue alcanzar el séptimo puesto final.

2006 – Estalla la Operación Puerto, Sevilla señalado

En febrero de 2006 explota el bombazo. La Guardia Civil desmantela una trama de dopaje y transfusiones que revolverá el mundo del ciclismo y del deporte español. La trama liderada por Eufemiano Fuentes sale a la luz y las primeras consecuencias no se hacen esperar. Numerosos ciclistas son señalados como sospechosos, y entre ellos nuestro protagonista de hoy, Óscar Sevilla. A pesar de las crecientes sospechas el manchego comienza la temporada con T-Mobile, con buenas participaciones en Romandía y Dauphiné. Pero la gravedad del caso y los indicios de su participación en la trama le llevan a ser expulsado del Tour y también de su equipo T-mobile, del que también se tiene que ir el líder Jan Ullrich. A pesar de todo, las lagunas de las leyes antidopaje en España hacen al manchego librarse de sanción deportiva.

2007-2014 – Reciclaje, exilio y vuelta a la competición. En Colombia reencuentra su sitio.

El peso de la Operación Puerto lleva a Óscar Sevilla a fichar por un equipo pequeño como el Relax Gam en 2007. Con el equipo español logra salvar la temporada realizando buenas actuaciones en las carreras en que compite, ganando incluso la Route du Sud.

En 2008 llega el momento de cambiar de aires y alejarse del ruido mediático y de las sombras de la Operación Puerto. El de Ossa de Montiel se va al equipo americano de segunda fila Rock Racing. Este año vuelve a España para participar en el campeonato nacional, donde logra un meritorio segundo puesto.

Continúa en 2009 en las filas del equipo americano, venciendo en una etapa de la Vuelta a Asturias y con buenas actuaciones en carreras del calendario nacional. En este año correrá cedido también en el equipo colombiano Enagas-Gobierno de Casanare. Este paso se convertirá en clave en su nueva carrera deportiva, pues en Colombia comienza a ganar carreras y a hacerse un hueco en un ciclismo que goza de una pasión incomparable.

En 2010 compite con diferentes equipos amateur colombianos, venciendo incluso en la Vuelta a México, para fichar después por el equipo de la Gobernación de Antioquía, con el que vencerá una etapa de la Vuelta a Colombia y terminará 2º en la general. Poco después se anunciaba un positivo por Hydroxyethyl en un control antidopaje en la Vuelta a Colombia.

Continúa el año siguiente con el equipo antioqueño, logrando dos nuevas etapas en la Vuelta a Colombia y un quinto puesto final.  Poco después vendría la sanción de seis meses de la Federación Española por el dopaje del año anterior.

En 2012 el TAS amplía a 12 meses la sanción, con lo que se le anula la victoria en la Vuelta a México de ese año, conseguida en las filas de un equipo amateur mexicano, así como todos los resultados conseguidos desde la Vuelta a Colombia de 2010. Lejos de sucumbir al nuevo golpe, vuelve a competir a finales de año para hacerse con la Vuelta a Boyacá y el Clásico RCN, importantes pruebas del calendario colombiano.

Su brillante fin de temporada le hace fichar por el equipo EPM-UNE en 2013, con el que correrá cuatro temporadas, hasta cumplir los 40 años. Convertido en auténtica estrella en el país cafetero, sin parar de conseguir victorias, entre las que destacan tres ediciones consecutivas de la Vuelta a Colombia.

Per con 40 años aún le quedaba (y parece que le queda) mucho por pedalear. En 2017 recala en el Team Medellín, del que sigue siendo jefe de filas y corredor bandera. Ya un colombiano más, Óscar no para de sumar resultados, y en su palmarés figuran triunfos como la Vuelta a San Juan de 2018 (tras descalificación de Gonzalo Najar), por delante de un tal Filippo Ganna.

En este 2021, sigue por sus fueros y tiene el honor de contar con la primera victoria UCI española de la temporada, al imponerse en la contrarreloj de la Vuelta al Táchira, de la que terminaría segundo en la general, a la que ya ha añadido el prólogo de la Vuelta a Colombia, donde no cede en la lucha por la general.

Vuelta a Asturias 2017. Foto: Álvaro Campo

A sus 44 años, el que fuera en su día ídolo de la afición ciclista española, ha sabido encontrar su sitio en un ciclismo colombiano en el que es respetado y reconocido. Nunca podrá limpiar las manchas de dopaje que han caído sobre él, y tampoco podrá librarse de la sensación de haber sido tratado injustamente en comparación con otros de los implicados en la Operación Puerto. Pero tampoco se le podrá reprochar sus ganas de levantarse ante los golpes y errores y saber rehacer una carrera inagotable a la que aún le quedan pedaladas por dar y cosas por decir. Un año más, podremos verlo haciendo bandera de su equipo colombiano por las carreteras españolas.

Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)

Publicado originalmente en roadandmud.com

Una respuesta

  1. “Nunca podrá limpiar las manchas de dopaje que han caído sobre él, y tampoco podrá librarse de la sensación de haber sido tratado injustamente en comparación con otros de los implicados en la Operación Puerto”.
    En esas palabras anteriores del autor reside el quid de la cuestión de la Operación Puerto. La O.P., en un primer momento, fue en mi opinión una mayúscula chapuza de la policía y del sistema judicial español. Ante una misma trampa, los diferentes tratamientos mediáticos y judiciales hacia esos y esas presuntas tramposas, convirtió a la O.P. en algo totalmente injusto. La Justicia practicando y cometiendo la injusticia. El poder mediático alimentando esa injusticia. Ante una misma presunta trampa, diferentes deportistas han tenido distinta consideración social y mediática, según quienes fueran sus acusadores o sus defensores, o según el poder mediático de esos presuntos tramposos.

    Pero finalmente, no hubo condenas, pues no hubo delito. A pesar de ello, la consideración social de tramposos se mantuvo; algo por otra parte absolutamente normal, tratándose del tema que estamos tratando. No habiendo delito, entonces, la Justicia no pudo castigar. Todo se dejó al albur de los grandes medios de comunicación. Y estos impartieron su “particular” justicia, acusando a unos y exculpando a otros. Y gran parte de la opinión pública participó gustosa y encantada del veredicto de estos grandes medios.

    Por eso, quien escribe, jamás ha participado en ninguna lapidación selectiva o exclusiva. Procura tratarlos a todos por igual. O todos a la vez, o todos o ninguno.

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