Paolo Bettini ha sido sin lugar a dudas uno de los mejores clasicómanos del inicio de siglo. Sus prestaciones fueron magníficas en las pruebas de un día, ganando varios Monumentos y siendo durante tres años, además consecutivos, el ganador de la extinta y añorada Copa del Mundo. En ella se incluían las diez clásicas mejor consideradas en aquellos momentos, con participación de todos los mejores hombres para carreras de un día, buscando puntos para clasificarse de la mejor forma posible en este ranking. El líder, además, llevaba un maillot distintivo en las diversas pruebas que componían esta competición. Una lástima que se dejase de organizar.
Bettini, apodado ‘El Grillo’, era un ciclista rápido, dinámico y explosivo. De esos a los que no se puede permitir medio palmo de terreno si no querías verle en lo más alto del podio. A los dos Campeonatos del Mundo, los cuales obtuvo de forma consecutiva, hay que añadirle la legión de clásicas que se llevó, como las dos ediciones de Lieja, otras dos de Lombardía y una Milán San Remo. Clásicas que computaban, por supuesto, para la Copa del Mundo. Y Bettini la logró en tres ocasiones.

Bettini fue el más laureado en esa competición, por delante de ciclistas también míticos como Rebellin, Van Pettegem, Boogerd, Freire, etc. Su primer entorchado tuvo lugar en el año 2002. Fue una temporada soberbia la del italiano, que compitió en la mayoría de pruebas de un día. Fue cuando logró su segunda Lieja, batiendo al sprint a su compañero Stefano Garzelli. Ambos ciclistas del Mapei llegaron a la recta de meta en Ans de la mano y disputaron el sprint entre los dos, resultando vencedor Bettini.
En las piedras obtuvo uno de sus mejores resultados de siempre, un cuarto puesto en E3. En Hamburgo fue también 4º, 7º en San Sebastián y 2º en Zurich. Con ello le dio para ser el mejor en 2002. Y un año más tarde también lo sería. Faltó a las Ardenas, uno de sus cotos preferidos no sólo de victorias sino de puntos. Aún así, optimizó sus prestaciones en las piedras, siendo tercero en Omloop. Ganó Milán San Remo y empalmó un verano magnífico que le valió revalidar la Copa del Mundo, ganando San Sebastián, Hamburgo y siendo tercero en Zurich. Todas pruebas de la competición.

En 2004, siendo el gran favorito para la temporada de pruebas de un día. Fue segundo en Kuurne, llegó por fin al top ten de Flandes, carrera que se le resistió siempre, y en Ardenas sumó muchos puntos para su causa. El tercer puesto en Amstel le animó, y después en verano juntó tres segundos puestos en las pruebas de San Sebastián, Hamburgo y Zurich. Un verano espectacular que remató ganando los Juegos Olímpicos en Atenas. Se llevó su tercera Copa del Mundo, siendo ya el plusmarquista de una competición que desaparecería ese mismo año, en 2004.
Por detrás del italiano, aparecen varios ciclistas muy recordados como Michele Bartoli, Johan Museeuw y Maurizio Fondriest, que vencieron en dos ediciones. Con una quedaron Sean Kelly, primer ganador en 1989, Gianni Bugno en su mágico 1990, Olaf Ludwig, Gianluca Bortolami, Andrei Tchmil, Erik Zabel y su tocayo Dekker. Todos nombres que un amante de las clásicas recordaría. Y es la lástima de la desaparición de esta competición, que con la irrupción del UCI Pro Tour y la suma de todos los puntos de las carreras del circuito, desdibujaba la existencia de un auténtico mito ya del ciclismo. Como si no pudiesen haber convivido ambos sistemas.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: DPA / Eurosport Resto: RTBF.BE / Sirotti