Carreras Opinión

París Niza 2023: las innovaciones en las CRE de ASO y el último asalto del Pogačar vs Vingegaard

Tadej Pogačar gana la París Niza, es algo que podía entrar en cualquier pronóstico. Que el considerado mejor corredor del planeta acabe por triunfar en una prueba como esta entra dentro de lo cabal, de lo razonable. Que David Gaudu haya sido más alternativa que Jonas Vingegaard con todo el bombo y platillo que se le ha dado a su duelo ya es algo que puede sonar más exótico. El esloveno ha sido el mejor, ha sabido jugar sus cartas desde la casilla de salida, que también contaba, y finalmente ha logrado no ya un triunfo, sino el lanzamiento de una advertencia de quién es el capo real de cara a la edición 2023 del Tour de Francia. Un peso de encima que el ciclista del UAE necesitaba quitarse de encima como quien necesita que llegue el día del examen para demostrar lo mucho que ha estudiado.

El resto de la carrera, entre las alabanzas a la concentración de Pogačar y los pequeños debates del día a día, ha estado un tanto descafeinada. La suspensión de la sexta etapa y que el duelo de marras del que todo el mundo hablaba estuviese tan desequilibrado le ha restado brillo. Brillo que insistió en restarse a sí misma la propia organización con la confección de un recorrido que sigue los abecés modernos de buscar que pasen pequeños pocos para que la clasificación general no se decida nunca antes del último día. Carrera concentrada en pocos segundos, emoción artificial y nada relevante que contar que no hubiésemos contado con un recorrido más acorde al ciclismo de élite. Y los ecos del experimento de la contrarreloj mixta, que comenzó por equipos y terminó siendo individual.

Sé que no es la primera vez que hablo de este tema. Pero no deja de estar de actualidad. Pongámonos en perspectiva. Imaginemos que el fútbol modifica sus normas con el fin de que haya menos goles. Sí, han leído bien. Más publicidad y audiencia en los minutos finales, esos que están llamados a decidir los partidos. Imaginemos que el fútbol diseña porterías más pequeñas en pos de esa emoción de los penaltis. En eso está el ciclismo. Mejor dicho, en eso está ASO, que poco a poco se va quedando en solitario en esa búsqueda de no se sabe muy bien el qué. ¿Que las carreras sean más espectaculares por ser menos espectaculares? Los deportes van modificando detalles para buscar que el aficionado a dicho deporte se enganche más. Aquí se da vueltas en redondo para atraer a personas a las que no les gusta ese deporte.

Me recuerda a las compañías telefónicas que ofrecen el oro y el moro a los nuevos clientes. ¿Y a los viejos? Los viejos que se busquen la vida y que paguen tarifas el doble de caras. Etapas cortas, sin demasiada dureza, no vayamos a caer en el populismo de ciertos sectores de opinión que relacionan etapas largas con dopaje y pensamientos de patas cortas similares a ése. La última innovación, en lugar de apostar por una contrarreloj normal de las de toda la vida, es fusionar los dos conceptos de contrarreloj individual y por equipos. Es decir, se toma la salida como equipo y se llega de forma individual a la meta, contando tu tiempo y no el de tus compañeros.

¿El resultado? Empate técnico en el primer duelo entre Vingegaard y Pogačar. Una contrarreloj de 32 kilómetros competida en modalidad por equipos se completará siempre en menos tiempo que una crono individual. A menos tiempo en marcha, menor riesgo de diferencias. En un prólogo de diez minutos se establecerán teóricamente menos diferencias que en una de veinte minutos (dejando factores extraños y circunstanciales al margen). Conclusión: por equipos se rueda más deprisa y hay menos margen para que los ciclistas importantes se separen en la clasificación general y de ese modo se puede conservar la clasificación apretada, que es el objetivo final. El 0-0. Encima se organiza mejor y se desatasca el tráfico mucho antes porque hay que gestionar veinte salidas y nunca 198 (o 154, que el pelotón poco a poco mengua). Win&win de manual.

Entre los dos grandes y casi únicos favoritos hubo escaso margen de diferencias, mucho más homogéneo después que antes debido a que Tadej vio sus esfuerzos en bonificaciones contestados por la superioridad de Jumbo Visma. Vingegaard salía por delante en las montañas con 11 segundos de ventaja sobre el esloveno. La nada. Contrarrestada por una estirada total de Tadej, que con rabia fue intratable para el danés. Total, todo este espectáculo de la crono individual disfrazada de grupal quedó en nada. La crono sirve para abrir esos huecos que después la montaña puede cerrar, para que quienes han mostrado perder en un terreno busquen vías alternativas en otro para dar la vuelta a la situación. El ciclismo de toda la vida, que ha perdurado a todas las dificultades durante el siglo XX, guerras incluidas, y casi un cuarto que llevamos del XXI, pandemias mediante.

Las opiniones son favorables a lo que pasó, a la espectacularidad de ver a los líderes solos esprintando durante unos segundos, por lo que no me extrañaría que este invento acabe por sustituir a la tradicional contrarreloj individual, ese tipo de etapa del que pronto hablaremos en pasado. Tampoco tardará en aparecer la cronoescalada por equipos. Que si no lo ha hecho ya es porque a los organizadores les da pavor mezclar esos dos conceptos de contrarreloj y montaña. Diferencias. Vade retro, satanás. Estas pruebas satélite del Tour de Francia sirven a ASO para ir probando, así que no tardaremos en verlo en la de tres semanas del mes de julio. Al tiempo.

Estamos hablando de un formato que más que una TTT es una lanzadera. El homólogo a un treno de las etapas llanas con el crono abierto esperando la llegada del primer ciclista, normalmente el jefe de filas, que es al que se supone más reservas del grupo y arriba a meta con mayor entereza. Para la foto, para la galería está muy bien. Puede ser una bonita forma de realizar esos prólogos por equipos de una forma mixta. Prólogos que son por equipos por dos razones: 1/ para reducir el tiempo de tráfico parado en ciudades; y 2/ para reducir pérdidas de los menos agraciados en crono. Comprimir el ciclismo, hacerlo más de bolsillo, que las prisas no son buenas y el estrés diario no nos permite degustar más allá de cinco minutos de YouTube al día. No eres tú, soy yo. Yo no quería, pero…

Y en medio de toda esta situación absurda de organizadores que se compran una parcela de cinco hectáreas para vivir en una casa de apenas veinte metros cuadrados se ha dado el segundo impase del duelo que ha salvado la papeleta a una París Niza que de no ser por estos dos ciclistas hubiese pintado más a carrera tostón que a otra cosa. Hasta el último día, dos fogonazos de Pogačar en sendos finales en alto, dos bonificaciones y paremos de contar. Un duelo de gigantes en un recorrido menor, de juguete. Como invitar a dos gigantes a comer aceitunas.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: ASO / Broadway

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