Historia

Passo di Gavia 1988: la épica hecha ciclismo

Viajamos a Italia. Año 1988. No sólo hablamos del Giro de Italia, sino de una etapa que marcó un antes y un después en el ciclismo. Todavía hoy sigue estando muy vigente el recuerdo y la comparación con aquel día, un buen exponente de lo que el ciclismo supone a la épica y la épica al ciclismo. Un Giro que empezó en Urbino, Jean François Bernard como rosa y que terminó en Vittorio Veneto tras veintitrés etapas que supondrían también la frontera entre los Giros de Moser y Saronni con los más modernos. Ya el de 1987 era un Giro diferente, donde Stephen Roche comenzó ese año que le hizo entrar en la leyenda. 

La corsa rosa estaba en un momento excelente. Tuvo una participación extranjera interesante. Quitando Roche, que sufría una lesión, estaba el podio del Tour de Francia anterior, con Pedro Delgado y Bernard a la cabeza, que después hizo una carrera un tanto rara, aunque con victorias de etapa. Zimmerman, Breukink, Hampsten, a la postre el vencedor… Alguna promesa como Gianni Bugno o Tony Rominger también estaban ya por allí. 

La primera semana estuvo marcada por una fuga en la que Massimo Podenzana se enfunda el rosa y se lo arrebata a Bernard. El italiano resiste el liderato durante algunos días. En Selvino, ya la duodécima etapa, Franco Chioccioli arrebata la preciada prenda a su compatriota después de que Hampsten se imponga en la cima. Fue la mejor etapa de Pedro Delgado en este Giro, por cierto. Un Chioccioli que ya había ganado etapa en Campitello Matese y ese hecho le ubicaba como uno de los grandes favoritos y en pole position de cara a las etapas decisivas. 

Tony Rominger vence la decimotercera etapa y sirve de antesala para LA etapa. Apenas 120 kilómetros entre Chiesa Malenco y Bormio con el temido Passo di Gavia por el camino. Todo se va cociendo a fuego lento. En la salida ya se sabe que la etapa va a estar pasada por agua y nieve y que había rumores de que el Gavia iba a estar casi intransitable. Suben Aprica y Tonale y ya se ve que va a ser un día durísimo en lo climatológico. Se crea una escapada en la que se filtra Johan Van der Velde, la maglia ciclamino, y el pelotón se lo toma con calma en la medida de lo posible. La aproximación hasta el puerto no tiene mucho más. 

Cuando comienza el Gavia, ya todo es parte de la historia. Los ciclistas cubiertos en nieve, con la carretera congelada, barro incluso, aficionados como buenamente pueden, avanzando entre la nieve, buscando refugio y protección desde los coches de equipo, los auxiliares, etc. Lo que más define y describe la situación fue que el primer clasificado en el premio de la montaña, el escapado Van der Velde, no sólo no ganó la etapa, sino que cedió 50′ en la meta tras el descenso. El frío le atenazó y es parte de la leyenda. Hizo una gran subida, era un ciclista muy peculiar, muy anárquico, pero tenía mucha calidad. Hizo podio en el Tour, ganó etapas en los Dolomitas, había ganado la ciclamino con anterioridad… 

Hay muchas pequeñas historias dentro de la subida al Gavia. Por un lado está el escapado, que se marcha en solitario. Por otro, el puerto no está completamente asfaltado, lo cual añade dureza. Por detrás hay una selección no ya de fuerzas, sino de preparación. Y ahí Hampsten fue el que estaba más preparado para una etapa así. El Seven Eleven tenía todo previsto, con gafas casi de esquiador, manguitos… en contraposición al líder, un Chioccioli que ascendió vestido como si se tratase de una etapa normal. Eso lo acusó en el descenso. 

Van der Velde tardó en arrancar desde la cima. El liderato es para el americano. Breukink se lleva la etapa. Muchos afirman que recuerdan poco de aquella bajada de lo dantesca que fue. Lo curioso fue la falta de apoyo al líder. Era un equipo potente con Saronni, Giupponi, un italiano emergente en aquel momento, y el propio Franco afirmó en meta que su escuadra había estado más con la joven promesa que con él. Pasó la cima cerca de los mejores, junto a Bernard, la maglia podía ser una realidad. El coche de equipo no estuvo con él y no pudo abastecerse como otros favoritos sí. Desde ese día en adelante, dado el abandono de su equipo, Del Tongo, el propio italiano afirmó que dejó de luchar, molesto por esta situación. 

Torriani, que era un director bastante polémico y peculiar, se corona tras este día. Ya demostró ser capaz de tomar decisiones cuestionables como la de modificar alguna etapa en 1984 en favor de Moser. Pensaba que el Giro era una carrera distinta y que tenía que distinguirse de las demás. De hecho, la etapa siguiente a la de Bormio salía con el Stelvio nada más comenzar y se canceló. Sí que era un director que más allá de la presión que los ciclistas pudieran ejercer, se dejaba llevar por convicción propia. O por si le interesaba una cosa o la contraria. 

Un día éste que influyó en la suspensión de futuras etapas en pruebas ciclistas por el miedo a vivir las mismas escenas. En el propio Giro las cancelaciones o desprogramación de puertos ha sido una constante. Estas altitudes y las fechas de la carrera también juegan su papel. Pero sin duda, el Gavia marcó un hito en la historia, y un antes y un después en el ciclismo. 

Escrito por Pedro García Redondo & Jorge Matesanz
Foto: Sirotti

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *