Hablar del Giro de Italia no solo implica citar a sus actores principales, quienes ganan o copan el podio, sino también a quienes animan la carrera o tienen otro tipo de protagonismo en cada etapa. Los objetivos del protagonista de hoy eran sin duda otros y consiguió bastantes de ellos a lo largo de una carrera profesional corta pero intensa.
Nos referimos al ciclista Julio Alberto Pérez Cuapio, uno de los pocos profesionales mexicanos en ciclismo masculino de carretera que han llegado a lo más alto, junto a Raúl Alcalá y Miguel Arroyo.
La imagen de Pérez Cuapio siempre estará asociada a las etapas de montaña los Giros de Italia de la primera década del siglo XXI. Nacido cerca de Puebla, en Tlaxcala de Xicoténcatl, en 1977 y, por tanto, de la misma generación de Ivan Basso, David Millar, Cadel Evans, Juan Antonio Flecha, Luca Paolini o Haimar Zubeldia. Como curiosidad, en náhuatl, el nombre de su pueblo, Tlaxkallan, con grandes restos precolombinos, significa ‘lugar de tortillas.’ Desde luego que, a pesar de la globalización cada vez mayor del ciclismo, es casi seguro que sigue siendo más complicado llegar al máximo nivel del ciclismo profesional naciendo en una ciudad de México que en Turín o Nantes. Julio participó en dos mundiales sub23, en 1998 en fondo en carretera en Valkenburg (94º, con victoria de Ivan Basso por delante de Nocentini y Di Luca) y 1999 en contrarreloj en Treviso y Verona (66º, en la victoria de José Iván Gutiérrez por delante de Michael Rogers). Lo sorprendente, como veremos, es que su carta de presentación en una prueba UCI en Italia fuera una crono y no una etapa de montaña.
Julio obtuvo su primera oportunidad en un equipo modesto italiano, el Ceramica Panaria, antiguo Scrigno-Navigare y actual Bardiani, en el año 2000. Un equipo de la segunda categoría (antigua División II, actual ProTeams) y centrado en el Giro y en el calendario italiano. Ya en el año 2000 se fogueó con un 2º puesto en la general de la vuelta por etapas más importante de Asia, Tour de Langkawi, tras Chris Horner. Así consiguió correr su primer Giro de Italia, que abandonó en la 8ª etapa, y también llegó su primera victoria, en una prueba del ya desaparecido Trofeo dello Scalatore.
En 2001, con 24 años, vivió su primer gran éxito: en la decimotercera etapa del Giro de Italia, entre Montebelluna y Passo Pordoi, Julio Pérez Cuapio consiguió su primera victoria por delante de Gilberto Simoni. Pérez Cuapio no era un peligro para la general para Gilberto, quien se contentó con la maglia rosa en esa etapa, ya que Julio estaba a más de veinte minutos en la general. Esa fue una de las claves del mayor o menor éxito de Julio en ese Giro y en los 7 siguientes que disputó con el mismo equipo, el Panaria. Julio perdía mucho tiempo en las etapas llanas y no menos en las cronos, pero demostraba su talento en cuanto la carretera adquiría pendiente positiva. Subía al nivel de los que peleaban por la clasificación general, pero no era un peligro para ellos, lo que le daba más libertad y margen para que sus ataques llegaran a buen fin. Corrió también la Vuelta a España de aquel año 2001, la única Vuelta a España que haría, pero sin resultados destacados, salvo el 9º puesto en la cronoescalada de Andorra, ganada por Chava Jiménez, posiblemente la mejor crono que hizo Julio en su vida, beneficiado por los 17 kilómetros siempre ascendentes del perfil de aquel día.
Al año siguiente, volvió a aprovechar esta misma oportunidad de desentenderse de la general, llevándose dos etapas del Giro 2002, la 13ª con final en San Giacomo y la 16ª en Corvara in Badia. Además, su insistencia en las escapadas de etapas de montaña le hizo merecedor de la maglia verde de la montaña de aquella edición. De hecho, él mismo reconocía que la segunda de esas victorias le había llegado casi de manera fortuita mientras peleaba por esa clasificación de mejor escalador, que desconfiaba de sus propias habilidades en las bajadas y que asumía que los favoritos le iban a dar alcance. Fueron dos victorias importantísimas para su equipo, puesto que el Panaria se había quedado con solo 5 ciclistas ya en la primera semana tras una redada policial por las sospechas de dopaje que afectó a varias escuadras italianas ese año. Tiempos convulsos y de sospecha continua en una década aciaga para el ciclismo profesional. Años después de retirarse, en una entrevista, Julio decía que el ciclismo era una cuestión de constancia: “Lo más importante es tu disciplina. Inclusive si un atleta llega a querer utilizar doping, tiene que llevar una disciplina, pero debes saber que eso únicamente te causará daños físicos, enfermedades y daños psicológicos.”
Entre los años 2003 y 2008, corrió otras 6 ediciones del Giro, el objetivo principal de su equipo cada año. En 2003 dijo haberse marcado como objetivo la clasificación general final de la corsa rosa, pero pronto su irregularidad en etapas llanas y contrarreloj convertiría esa meta en utópica cada temporada. Se le siguió viendo en las etapas de alta montaña de aquellos años, codo con codo con los grandes escaladores de una época, como Gilberto Simoni, Danilo Di Luca, Andy Schleck, Riccardo Riccò o Alberto Contador; hizo varios top10 en etapas complicadas, pero no volvió a llegar la victoria en el Giro. Con un calendario muy reducido, logró vencer una etapa y la general de Settimana Lombarda 2003, una etapa del Brixia Tour 2004 y la general del Giro del Trentino 2005. No es fácil encontrar el por qué con 31 años no recibió una oferta de renovación de su único equipo profesional hasta entonces, la estructura Panaria-CSF-Navigare; posiblemente había motivos deportivos de por medio, por no cumplir las expectativas marcadas por sus dos temporadas mágicas (2001 y 2002). Seguramente que no acabase 4 de sus 6 últimas pruebas disputadas con el equipo no ayudó a una nueva renovación. Tampoco la imagen dada en su última llegada en el Giro a Milán en ese año 2008, una contrarreloj de 28 kilómetros en la que fue penúltimo a casi 6 minutos de Pinotti, para finalizar la general a más de dos horas y media del ganador de aquel año, Alberto Contador; una buena muestra del perfil de Julio, capaz de compartir plano en la alta montaña con Contador o Riccò en aquella edición, pero sin alcanzar ningún éxito con ello.
Las motivaciones de Pérez Cuapio, en las entrevistas y foros que encontramos de esa época, también son curiosas: con su primera victoria en el Giro en 2001 esperaba conseguir “ligar más” en Italia y sus victorias en el Giro 2002, que dedicó a su entonces prometida, le valieron un mes de vacaciones para volver a su tierra. Su relación con la Federación de Ciclismo de México fue también tormentosa, ya que en cierto momento declaró que no sentía que apoyaran a todos los ciclistas por igual, por lo que no fue convocado a algunos mundiales pese a ser, sin duda, el mejor ciclista de su país en aquellos años. Julio lamentaba que sus triunfos tuvieron poca repercusión en México precisamente porque, al vivir en Europa prácticamente todo el año, los medios de comunicación de su país apenas le entrevistaban o lo hacían de manera puntual, por lo que su imagen en ellos aparecía de manera muy esporádica. Como decía él mismo, “para tener más presencia en México tienes que salir al menos una vez al mes en la prensa y yo no tenía tiempo para estar en televisión, radio o periódicos.”
El caso es que Julio Pérez Cuapio no tuvo o no encontró ofertas interesantes para continuar en Europa y recaló ya al final de la temporada 2008, en noviembre, en el equipo Canel’s mexicano, de categoría UCI Continental. Consiguió una victoria en la última etapa de la Vuelta a Costa Rica 2008 pero en 2009 y 2010 los resultados en pruebas como la Vuelta a México o la Vuelta a Chiapas no fueron tan buenos. Así, con 33 años, debido a la falta de nuevas ofertas interesantes para poder seguir, según él mismo dijo, se retiró un ciclista que siempre será recordado por su presencia junto a los más grandes en escenarios muy selectivos del Giro de Italia, su prueba favorita. No volvió a competir por tanto en su querida Italia: “Es una afición, la italiana, muy apasionada. En un recorrido, desde la salida, el traslado, la llegada, son miles de personas que están sobre el camino.”
Julio Pérez Cuapio, uno de los pocos que, pese a competir en un equipo muy modesto y centrado casi en exclusiva en el Giro de Italia, puede discutir a Raúl Alcalá el título de mejor ciclista mexicano masculino de carretera de todos los tiempos.
Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)
Foto: Sirotti