Hablar de Pedro Delgado es hacerlo del Tour de Francia. Y hablar de ambas cosas a la vez nos lleva irremediablemente al año 1983 con aquel apodo tan certero de ‘El loco de los Pirineos’ y la bajada del Peyresourde por parte del segoviano. Todo empieza en esta etapa. Y nos vendrá a la memoria fácilmente esa Vuelta de 1985 que el español le arrebata al escocés del pendiente camino de Palazuelos de Eresma a un día de acabar la carrera en Salamanca.
Esa llegada a Luchon fue el inicio de su rivalidad en carrera. Era el año 1983, Sean Kelly era el líder y Pedro se iba a postular como uno de los grandes candidatos a la victoria. En una subida espectacular al Peyresourde por parte de Patrocinio Jiménez y Robert Millar, este último demarró y aventajó por la cima con más de un minuto para de forma tranquilizadora disfrutar de su victoria de etapa. Cuál sería la sorpresa que Delgado llegó como una sombra a apenas unos segundos del ganador de la etapa. Ese Tour sería para Fignon, pero el español tendría opciones hasta que camino de Morzine perdiese más de 20′ y sus aspiraciones en la general. La alimentación pudo ser la causa. Robert Millar iba a hacer muy buena etapa ese día, casualidades de la vida. También casualidad verlos juntos en 14º y 15º puesto en la general final de París.
Aunque se tenga la creencia de que Perico siempre le ganaba la vez a Millar, no era así. En 1984, uno de los Tours más duros de siempre y dominado con mano de hierro por Laurent Fignon, Robert buscaba el podio. En los Pirineos, su cordillera predilecta, ganaba en Guzet Neige, con Delgado tercero y Lucho Herrera entre ambos. Curiosamente, esta etapa unos años después y con el segoviano de amarillo iba a ver cómo una escapada por delante con Millar le quitaba la etapa, con el escocés segundo y Ghirotto ganando. En este Tour del 84 continúan las luchas entre ambos. Camino de Morzine, destino que a Delgado le era esquivo, Pedro se lanzó en el descenso de la Joux Plaine como un kamikaze para intentar redondear el podio de Reynolds y subir junto a Ángel Arroyo a acompañar a Fignon en el podio final. Caída, clavícula rota y pese a que consiguió terminar la etapa, no pudo seguir en carrera. Era segundo en la montaña, clasificación que pasó a manos de Robert Millar, que acabó robándole también su plaza en la general.
En la Vuelta de 1985, además de la sorprendente resolución de la general, vemos el primer duelo entre ambos en Lagos de Covadonga. En esta ocasión con victoria para el español. En 1986 se vive de nuevo el enfrentamiento con resultado inverso. En la general sería segundo el escocés ante Álvaro Pino, quedándose a las puertas de nuevo. A una gran vuelta era muy bueno Robert, pero doblar grandes le costaba. Delgado era mejor en eso. De hecho, en esos Tours tras la Vuelta le costaría bastante. En 1986 Perico abandona tras la etapa del Granon por el fallecimiento de su madre. Millar perdería sus opciones de hacer un buen puesto justo en esa etapa. Una interconexión incluso en los malos momentos.
En 1987 hizo muy buen Giro el escocés, perdiendo peso durante el Tour. Roche ganó a ambos. Un par de años después, en 1989 y con el recuerdo del desastre de Perico en la salida de Luxemburgo, la llegada a Superbagneres iba a ser clave. Los aficionados soñaban con la remontada del español y así se llegaba a la mítica, aunque poco transitada, cima pirenaica. Escapados desde el Tourmalet, el de Banesto aprovecha a Gorospe en el descenso del Peyresourde y se marchaba con Mottet, que podía colocarse como nuevo líder, y cómo no, con el escocés del pendiente, Robert Millar. Preciosa subida por detrás con los ataques entre Fignon y LeMond. Por delante, no se sabe si con pacto y reparto de ganancias, Robert Millar se iba a llevar la etapa, dejando a Delgado sin etapa.
En el Tour de 1990, tras la fuga de Pensec y Chiapucci, Indurain deja a pie de Alpe d’Huez a Perico con la intención de descolgar a Bugno y LeMond, se ve que el segoviano no tiene toda la fuerza que se pensaba. Se pone a tirar sin descolgar a sus máximos rivales. El líder tiene la compañía de Millar, que tiraría de él y le salvaría el maillot amarillo. En 1993 la etapa reina subía a la Bonette con ambos en fuga. Un revival, un guiño a la historia camino de Isola 2000. Millar corona el gigante alpino y Delgado se descuelga. Indurain se pondría a tope en la subida final, impidiendo que el escocés ganase su etapa en los Alpes. Dos de los ciclistas más carismáticos de los años ochenta.
Escrito por HC Wanders (@hc_wanders)
Foto: Sirotti