Ciclistas

Pierre Latour y el peso del maillot blanco

Aunque ya había logrado actuaciones interesantes y puestos de honor en carreras sub23 del prestigio del Piccolo Lombardia o el Tour de l’Avenir, Latour se presentó en sociedad en la Route du Sud de 2015. Su tercer puesto en la etapa reina en Bagnéres de Luchon, enfrentándose cara a cara con dos escaladores de la talla de Alberto Contador y Nairo Quintana en el Port de Balès, anunciaba que había un enorme diamante por pulir. En su debut como profesional en AG2R realizaba una campaña más que digna, mostrando regularidad y acumulando puestos de honor en carreras de una semana de la exigencia de la Vuelta a Burgos o el Tour de l’Ain, donde estrenaría su casillero venciendo la etapa del Mont Jura. Lavenu parecía haber encontrado al futuro sucesor de Péraud y Bardet en la eterna lucha gala por el pódium del Tour de Francia.

Las siguientes temporadas seguían por los mismos derroteros. Proceso de maduración lenta y segura, haciendo gala de una enorme regularidad, acumulando pódiums en el calendario francés y rondando cerca de los top10 en las grandes pruebas del WorldTour. Llega el estreno en una gran vuelta, la Vuelta a España 2016. Y qué estreno, logrando una inolvidable victoria en el Alto de Aitana en la penúltima jornada, siendo el más fuerte de la fuga y regalando una exhibición de agonía, gestos y muecas tan del gusto de los ciclistas franceses. Un estado de forma delicioso que prolongaría con su primer top10 en Lombardia. En 2017 será el debut en el Tour, al lado de un líder como Bardet que volvía a subirse al cajón del pódium. Antes, Latour se imponía en el campeonato nacional galo contra el crono, demostrando que no solo subía bien, si no que se defendía más que bien en la lucha individual. Vueltómano a la vista.

Buen escalador, posibilidades de remate en finales explosivos y bastante buen nivel en la lucha contra el crono, unidos a un proceso de maduración lenta y con Bardet opacando la posible carga de presión adicional. Ingredientes y mimbres para un paso adelante que se producía en 2018 de manera singular. Al pódium de la exigente Volta a Catalunya, seguirían los top10 en Romandía y Dauphiné y la reedición del campeonato nacional de contrarreloj. Su segundo Tour de Francia debía ser el de su consagración. El estado de forma del ciclista de Romans-sur-Isère quedaba demostrado en la primera semana, donde rozaba el triunfo en el clásico Mûr de Bretagne, entrando a rueda del ganador Dan Martin y por delante de nombres como Valverde y Alaphilippe. A partir de ahí, una escalada lenta en la general a base de una regularidad pasmosa sin descuidar el apoyo a un líder, Bardet, que esta vez estaría lejos del objetivo del cajón. Lograba así un maillot blanco muy meritorio. Sin embargo, visto en perspectiva, con la irrupción de las jóvenes superestrellas a partir del año siguiente, resulta casi inconcebible que el mejor joven haya terminado en decimotercera posición de la general.

Un francés de blanco puede ser un éxito o una condena. Todas las miradas del nuevo sucesor del sucesor del sucesor y la expectativa de que seas tú el que abandere la “Reconquista”. Pero las lesiones impedirían volver a la Grande Boucle el año siguiente, por lo que solo el tramo final de temporada daría opciones de brillar a nuestro protagonista. Un buen Tour de Polonia y una decente Vuelta a España, de más a menos y con un notable tercer puesto en Los Machucos, de nuevo por delante de Valverde y solo detrás del dúo esloveno Pogacar-Roglic, para ser testigo del inicio de un duelo legendario. Un nuevo top 10 en Lombardía cerraba otra temporada que se había quedado corta, pero en la que parecía seguir rindiendo a buen nivel.

Sin embargo, el extraño 2020 pandémico cortó de raíz la progresión lenta y segura de un ciclista camino de la madurez. Su discreta temporada, muy lejos del nivel de las anteriores, terminó con la salida de un AG2R que había decidido una revolución en su equipo, y la bajada de categoría camino del TotalEnergies de Bernaudeau. ¿Un paso atrás para coger impulso?

Así parecía cuando empezó de nuevo a meterse en los puestos de honor de cada carrera, logrando incluso una bonita victoria en el Alto del Naranco en la Vuelta a Asturias. De nuevo el Tour de Francia se elevaba como camino para brillar y demostrar su valía. Su regularidad y fiabilidad en la media montaña y la lucha contra el crono servía para encaramarse a un bonito sexto puesto tras la contrarreloj de Laval. Pero eso se convirtió en su perdición. Verse metido en la general confundió sus objetivos, que deberían haber sido brillar en parciales, y sobre todo los de su equipo, que comenzó a cortocircuitar con actuaciones tácticas de lo más confusas, liderando incluso el pelotón en persecuciones que no venían demasiado a cuento. De soñar con el pódium a diluirse en la intranscendencia absoluta. Algo desgraciadamente muy común en los franceses a los que el maillot blanco parece meterles toneladas de piedras en la mochila.

Quizás la llegada de la megaestrella decadente de Peter Sagan al equipo en 2022 sea una buena oportunidad para el bueno de Latour. Alejarle del foco y de la jefatura de filas del equipo debería conllevar más libertad para volver a disfrutar de sus cualidades. Un ciclista fiable que, aunque no tenga demasiado duende ganador, se puede mostrar consistente en todos los terrenos. Si la suerte y la cabeza le acompañan, y con una edad ideal para asentarse en la élite, la próxima temporada puede ser la buena.  

Escrito por: Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Fotos: @ACampoPhoto

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