Ciclistas

¿Por qué Chris Froome nunca tuvo una granja en África?

«Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. El Ecuador atravesaba aquellas tierras altas a un centenar de millas al norte, y la granja se asentaba a una altura de unos mil pies. Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas, y las noches frías». Así comienza una escritora danesa, la baronesa Karen Blixen (a.k.a. Isak Dinesen), su libro “Memorias de África” (Out of Africa, 1937), adaptado libremente en el cine por Syndey Pollack. La casa de la que habla, actualmente convertida en museo nacional, se encuentra ubicada en las colinas de Ngong, a unos quince kilómetros al suroeste de Nairobi, la capital de Kenia. En Nairobi nació el protagonista de nuestro artículo el 20 de mayo de 1985, el mismo año en el que se estrenó la película protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, ganadora de siete premios Oscar. Pero no, Christopher Clive Froome nunca tuvo una granja en África.

Muchos de los recuerdos de infancia de Chris Froome posiblemente sean los de un pequeño apartamento de una única habitación en Nairobi, donde vivía con Jane, su madre, ya separada. Sus hermanos mayores se fueron antes de casa, para hacer estudios de contabilidad y economía en Rubgy School, Warwickshire, Inglaterra. Tras el divorcio, a Jane seguramente no le salían las cuentas. El padre de Chris, Clive Froome, era un ex-jugador de hockey hierba inglés que montó una empresa de viajes turísticos en Kenia que terminó quebrando, como su matrimonio. Jane, por su parte, no emigró de ningún lugar: nació en Nairobi, donde sus padres llegaron desde Tetbury, Gloucestershire, Inglaterra, para vivir del campo. Por tanto, podemos decir que los abuelos maternos de Chris Froome sí tuvieron una granja en África (más bien una plantación o “crop farm”).

A las afueras de Nairobi fue donde Froome se hizo ciclista. Su madre trabajaba como fisioterapeuta muchas horas al día y, en las vacaciones escolares, no tenía qué hacer con su hijo pequeño, ya adolescente. Chris empezó a salir en bicicleta con una bici que le dejó un profesor de la escuela británica en la que estudiaba, The Banda School. A los trece años corrió su primera carrera en Nairobi, una prueba benéfica local… ¡y la ganó! Allí Jane conoció a David Kinjah, un ciclista que doblaba a Chris la edad y que, a los 26 años, era lo más cercano a un ciclista profesional que se podía encontrar en Nairobi, pues acababa de correr la prueba en ruta de los Juegos de la Commonwealth en Kuala Lumpur, Malasia, y se preparaba para disputar el mundial.

La grupeta que comandaba Kinjah, que aún existe hoy en día, era conocida como los Safari Simbaz. Froome pronto fue acogido como uno más y, por su aspecto larguirucho, sus compañeros le llamaban ‘Murungaru’ (en kiswahili, el equivalente a “gangly kid”, niño desgarbado). Cada cual salía con la bici que podía y Chris sorprendía aguantando al ritmo de los mayores durante las largas salidas.

Al acabar la Primaria, a los 14 años, la madre de Chris le mandó a estudiar la Secundaria a Sudáfrica, a colegios británicos con residencias para estudiantes, primero al St. Andrew’s School de Bloemfontein, y después al St. John’s College de Johannesburgo. En vacaciones, seguía manteniendo el contacto con David Kinjah y los Safari Simbaz. A los 18 años, se matriculó en la Universidad de Johannesburgo, en Economía, y comenzó a competir en Sudáfrica. Sus primeros éxitos fuera de Sudáfrica llegaron en el Tour du Maurice, en las Islas Mauricio, donde ganó una etapa en 2005 y dos etapas y la clasificación final en 2006.

En 2006, de la mano de Kinjah, surgió la posibilidad de representar a Kenia y acudir a los Juegos de la Commonwealth en Melbourne, Australia (Chris fue 17º en la crono y 25º en ruta) y al mundial sub-23 de Salburgo, Austria (36º en la crono, tras un brusco choque contra un comisario nada más salir). Cuentan varias fuente s que, para inscribirse en ese mundial en busca de una oportunidad internacional, Froome envió un correo suplantando la identidad del presidente de la federación de Kenia. Y el fin justifió los medios: la oportunidad llegó.

Entre abril y septiembre de 2007, Froome se mudó a Aigle, Suiza, al World Cycling Centre (WCC) de la UCI para correr algunas pruebas de la U23 Nations Cup. Los resultados llegaron, con su primera victoria europea ya en mayo: una etapa del prestigioso Giro delle Regioni en Italia. Representando a Kenia, logró en junio la medalla de plata en la prueba contrarreloj del Mundial B en Ciudad del Cabo y la medalla de bronce en los Juegos Panafricanos en Argelia. Corrió también ese mismo año algunas pruebas para el equipo profesional sudafricano Konica Minolta. Su primera temporada internacional sub-23 llamó la atención del seleccionador británico, Rod Ellingworth, quien contactó con él, al conocer que Chris también tenía pasaporte británico y que Kenia no tenía plazas para los Juegos Olímpicos de 2008. En mayo de 2008 se produjo el cambio de licencia y Chris Froome ya corrió su primer Tour de Francia en julio, con Barloworld, con la Union Jack como bandera. Aunque finalmente no pudo representar a Gran Bretaña en esos Juegos, este fue sin duda su primer paso para “desvincularse de África”.

En 2008 y 2009 Chris Froome corrió por tanto en el Barloworld y el 8 de marzo de 2009 disputaría su última prueba UCI en África, el PPA Cape Argus Giro del Capo Challenge, en Ciudad del Cabo. Se dejó ver durante toda la temporada 2009 y corrió su primer Giro de Italia, donde se metió en escapadas y fue 6º en la etapa de Bolonia. Disputó su primer campeonato nacional británico en ruta, donde fue 4º. Ya “britanizado”, fichó para el poderoso Sky Procycling. Y, a partir de ahí, todos conocemos la historia: 4 Tours de Francia, un Giro de Italia, dos Vueltas a España, 3 “malditos Delfinados”… El cambio al método “fish and chips” de Dave Brailsford daba sus frutos.

A pesar de todo, muchos británicos no acababan de verse representados del todo por Chris Froome. No al menos del mismo modo que por Sir Bradley Wiggins, pues, pese a que este último naciera en Gante y su padre fuera australiano, Wiggo creció en Inglaterra y ganó medallas olímpicas para Reino Unido. Froome, por su parte, no acababa de ajustarse a ese patrón: nacido en Kenia, muy vinculado a Sudáfrica en su formación (y también personalmente, a través de su mujer, Michelle Cound, galesa de nacimiento, pero en Sudáfrica desde pequeña) y a Mónaco (donde fijó hace años su residencia en Europa). Cuando algún periodista cuestionaba el pasaporte de Froome, Chris siempre ha contestado que siempre ha llevado una educación británica, en casa y en la escuela, y que por tanto siempre se ha sentido de Reino Unido, aunque evidentemente su vida le ha dado una experiencia multicultural.

Esta semana, en febrero de 2023, Chris Froome ha vuelto a competir en África, en el Tour du Rwanda 2.1., más de una década después de su última prueba UCI en el continente. No esperamos que gane la prueba, porque desde luego que Froome no ha vuelto a ser el mismo desde su espeluznante caída en el Criterium du Dauphiné 2019, pero le estamos viendo pelear por seguir con el grupo de cabeza en cada etapa. Para Israel Premier Tech, que ha invertido mucho en programas de desarrollo en Ruanda (por ejemplo, en The Pump Truck en Bugesera), el cuádruple ganador del Tour de Francia sigue siendo una figura indispensable para su promoción e imagen de equipo, pese a que los resultados no digan lo mismo. Los organizadores del Tour du Rwanda han aprovechado la oportunidad para darle el dorsal número 1 a Froome y hacer un seguimiento de su paso por el país, mostrando a un feliz “hijo pródigo” que vuelve a su casa.

Entre las capitales de Kenia y Ruanda, entre Nairobi y Kigali, hay más de mil kilómetros de distancia y para llegar de una a otra hay que bordear el Lago Victoria. Algo muy metafórico. Entre el adolescente Froome corriendo con los Safari Simbaz y el Froome sonriente del Tour du Rwanda, han pasado muchos años, muchas victorias, también derrotas. Como David Kinjah, su mentor, con Chris Froome muchos tenemos la sensación de que África perdió la oportunidad de reivindicarse en el ciclismo. Si Froome hubiese ganado con pasaporte keniano o sudafricano, todo un continente hubiese sentido más suyas las victorias del ciclista nacido en Nairobi. Sin embargo, el pasaporte británico abre más puertas en el mundo y evita muchos problemas de visados habituales entre los ciclistas africanos para poder dar el salto a Europa. Nadie culpa a Chris Froome por elegir una nacionalidad que le ha catapultado a lo más alto, aunque el precio que haya tenido que pagar África es tener a un “campeón del Tour” con asterisco, que eligió otra bandera que será la que figure, para siempre ya, en el palmarés de sus grandes triunfos. Porque, a pesar de su vuelta a África, Froome nunca tuvo una granja allí.

Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)

Fotos: Tour du Rwanda

2 Respuestas

    1. Gracias por el comentario, Arturo. Cada vez se antoja más complicado que veamos a Froome de nuevo al máximo nivel, pero desde luego que ha dado espectáculo durante bastantes años.

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