Ciclistas Historia

Poulidor, Ullrich, Quintana, Chiapucci… los ‘segundones’ del ciclismo

¿Es quedar segundo un logro? Depende del rival y de cómo se produzca la derrota. También se dice que es ser el primero de los perdedores. Ese sabor agridulce. Vamos a hablar de corredores que se recuerde más por sus derrotas que por sus victorias, de las que tampoco quedaban lejos. 

Para comenzar podemos referirnos a Raymond Poulidor, el considerado como el ‘gran segundón’. Encarna una carrera larga donde coincide con grandes campeones como Anquetil o Merckx, pero ésto le ha permitido pasar a la historia. De haber ganado su anhelado Tour, tal vez no nos estaríamos acordando de él. Fue segundo y tercero en el Tour, aunque pudo ganar una Vuelta a España. En París se quedó a poco de la victoria en 1964. Ese Tour era suyo, pero Anquetil, su gran rival, supo manejar mucho mejor ese otro ciclismo que es necesario para hacerse con una victoria de ese calado. En Puy de Dome sacaría ventaja Raymond, con Anquetil afirmando en meta que le sobraban trece de los catorce segundos con los que salía de ventaja el a la postre vencedor de su quinto Tour. 

Gustave Garrigou fue otro de los míticos segundones, pese a que pudo ganar en 1911 el maillot amarillo. Un ciclista que suena a otro siglo. De hecho, lo es. De 117 etapas de Tour que disputó, estuvo en el top ten en 96. Uno de los mejores listones en la ronda francesa. Era un ciclismo diferente, incomparable, pero también se puede reflejar y tiene mucha parte de destacable. 

Joop Zoetemelk fue otro de los abonados al número dos. En el Tour fue segundo en seis ocasiones. Pudo ganar el Tour y a su vez imponerse en una Vuelta a España. No se le conoce como eterno segundón, pese a no andar lejos. Por lo menos tuvo la oportunidad de ganar, al menos. Una carrera muy larga con muchos puestos de honor. Se era muy cruel con él por ser bastante conservador para el potencial que tenía. Pierde algún Tour precisamente por no haber sido valiente. En 1976, de hecho, venció Van Impe, que pisó el podio en cuatro ocasiones y fue de los más destacados en la conquista de los maillots secundarios (montaña, regularidad…) con la sensación de poder haber abarcado algunos objetivos más ambiciosos. 

En esos años tenemos a otro ciclista al que se conoce por ser podio en las tres grandes vueltas sin ganarlo, así como el Mundial y otras carreras. Hablamos de Herman Van Springel, uno de los más afamados segundones de su época, recordman de la Burdeos-París. Es un corredor algo infravalorado, eclipsado por Merckx, De Vlaeminck, etc. 

Italo Zilioli no se llevó la carrera de casa, pero sí fue segundo en tres ocasiones consecutivas. Hay corredores que le ganan como Adorni, Gimondi, etc. Es uno de los grandes corredores por excelencia en la década para Italia. También transalpino fue Claudio Chiapucci. Bravo, agresivo, valiente pueden ser adjetivos que le vayan a este corredor, podio en Giro y Tour a la sombra de Miguel Indurain y otros ciclistas que también le alejaron del maillot arco iris. Se le recuerda con bastante gracia y cariño. Lemond le arrebató in extremis el Tour de 1990. Vivió el nacimiento de Indurain camino de Val Louron y le puso contra las cuerdas un año después en la llegada a Sestrieres. 

Jan Ullrich ganó el Tour de 1997. Se podría hablar mucho de él, ha vuelto además a la actualidad por su participación en eventos en Mallorca. Con sus altos y sus bajos, fue quinto en el Tour. Ganó la Vuelta a España, pero perdía su forma física con facilidad en invierno. Se encuentra con ganadores de muchos Tours y consigo mismo. En esos duelos le restaba mucho su forma de ser. El nombrado heredero de Indurain por su fisonomía de hombre-Tour. 

Ya más moderno fue Purito Rodríguez. Si bien no es exactamente un segundón, sí que tuvo un año 2012 en el que perdió dos grandes por detalles. En el Giro por perdonar la vida al canadiense Ryder Hesjedal. En la Vuelta era también el más fuerte, pero le crecieron los enanos por todos los lados el día de Fuente Dé. En las clásicas era más ganador. Tiene algún segundo puesto en Lieja y el Mundial de Florencia, donde la polémica con Alejandro Valverde le restó quizá su maillot arco iris. 

Nairo Quintana ha sido un corredorazo, uno de los grandes de los últimos años en la escalada. En el Tour de Francia, pese a ser ganador de Giro y Vuelta, tuvo un papel más secundario, influenciado por la mentalidad que le ha facilitado su equipo. Cuando debutó en el Tour de 2013 comenzó con una forma de correr totalmente distinta, muy agresiva. Su ausencia del Tour en 2014 le dejó quizá sin sueño amarillo. Froome y Sky le recluyeron en un segundo plano que se empeñó en protagonizar, con el ataque del británico en el Peyresourde con la imagen de Quintana pidiendo relevo a Valverde en una ofensiva que era un cara a cara. Un ciclista, eso sí, con un palmarés envidiable. 

También colombiano es Rigoberto Urán, al que precisamente arrebató el rosa Nairo en 2014. Fue podio en Giro y Tour, segundos puestos todos, pero que no ha llegado a ganar ninguna grande. Un carácter amable y atractivo para los aficionados. Sí que es cierto que la forma de correr no ha sido la más atractiva. Unos Juegos Olímpicos en duelo con Vinokourov que perdió también de una forma un tanto extraña. Ha sacado el máximo rendimiento a sus condiciones, siendo cierto que come rueda. Pero tenía que estar en este saco por su filosofía de correr. 

Escrito por: Sergio Fernández Yustos
Foto: Sirotti

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