Y al tercer día llega la montaña. Si exceptuamos la parte alta de Pal hacia el Coll de la Botella, la Vuelta completa con Arinsal todas las subidas a estaciones de esquí. El final es duro, tiene porcentajes para crear diferencias entre los mejores y dejar atrás a quien no haya llegado en la forma adecuada. Para hacer más criba, se asciende el Coll d’Ordino justo delante, sin apenas llano entre puertos. Una jornada para discernir quiénes están para luchar por el maillot rojo y quiénes no. La escapada tiene todas las papeletas para triunfar en un día así. En caso contrario, será señal de mucho ritmo.
El gran ausente triunfó en Els Cortals d’Encamp, en un año que Tadej Pogačar se presentó en sociedad como aspirante a ganar vueltas de tres semanas. Nibali, Landa, Antón, Valverde… Andorra no admite ganadores que no sean de primera categoría. Solo en el siglo XXI se ha incluido el Principado en trece ediciones, además con etapas de alta montaña en todo caso y decisivas para el devenir de cada una de las Vueltas.

