Cuando algo sucede de forma espontánea, se puede alinear junto con el infortunio, con la coincidencia, la conjunción planetaria a la que algunos políticos se referían. Cuando algo se repite en el tiempo, cuando es recurrente, cuando no deja de tener lugar hay que hacer una visita a la reflexión de las causas. Es el caso de Roglic, quien tiene una regla no escrita que le impide lucir el amarillo en los podios finales de las carreras por etapas que disputa.
Sí, ha ganado muchas y va a ganar muchas más, entre ellas no cabe duda que un Tour de Francia, pero es desalentador que cuando parece que tiene todo a favor para llevarse la gloria, ésta se lleva a sí misma y se aleja de forma irremediable. El ejemplo del pasado mes de septiembre donde una cronoescalada en la que parecía el máximo favorito le dejó con cara de ‘tonto’ en meta y sin el título por el que ha trabajado una vida: la foto de amarillo en París.
Que son cosas que suceden, alguien es más fuerte que tú y listo. Sin embargo, en París-Niza no ha sucedido eso. Una caída, una avería, el equipo que se gestiona de forma cuestionable, un abanico que después salvan los comisarios por a saber qué motivos, una gran vuelta que se salva gracias al ex equipo de tu rival, otra en la que quien te arrebata el Tour meses después es frenado por tu equipo rival, que te hace la carrera… Son muchas ocasiones al filo, muchas veces en las que la suerte y las circunstancias han caído de su lado.
En cambio, el mérito y la gran diferencia entre un gran ciclista como es Primoz y una leyenda como puedan haber sido Miguel Indurain, Lance Armstrong (con todas las polémicas en torno a su personaje), etc está en que dichos campeones no tuvieron estos percances en momentos decisivos. Es más, si los tuvieron, supieron reaccionar de la forma adecuada o lo disimularon mejor. ¿Quién no recuerda la caída de Armstrong en Luz Ardiden enganchado en la bolsa de un aficionado? ¿O la caída de Beloki delante de él? ¿O el mal momento en la Joux Plaine?
Si Roglic quiere seguir acumulando el mejor palmarés actual y ser uno de los mejores corredores de la década, que es fácil que lo sea, necesita ajustar ciertos parámetros. Teniendo el equipazo que tiene Jumbo, no es posible que estas cosas pasen a menudo y borren de un plumazo el enorme trabajo que el esloveno y sus chicos han hecho durante el 90% de la carrera. Primoz, reflexiona junto a tu equipo. Esto no puede deberse sólo a mala suerte.
Foto: Sirotti
Escrito por: Lucrecio Sánchez
Ese siempre la caga